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El sentido de publicar en una lengua minorizada: el euskera en las revistas académicas

La trayectoria de quienes investigamos está sujeta a unos estrictos criterios de evaluación en los que las publicaciones científicas, especialmente las revistas, tienen un peso sustancial. El logro o no de ciertos reconocimientos que nos permiten avanzar en nuestra carrera depende, en una medida importante, de las publicaciones que se hayan logrado realizar en revistas de prestigio. Estas revistas están indexadas en bases de datos internacionales y avaladas por unos estándares que marcan empresas como Clarivate Analytics o Elsevier. La presencia de los trabajos académicos en estas publicaciones puede ser una variable, incluso, a la hora de determinar el sueldo que tendrá esa persona.

Una revisión de la lengua en la que se publican las revistas más prestigiosas en cualquiera de las áreas de conocimiento arroja unos resultados claros: la inmensa mayoría son publicaciones en inglés. Las otras lenguas más habladas del mundo, como pueden ser el español o el francés, apenas tienen una presencia testimonial en un universo en el que las producciones anglófonas tienen un rol hegemónico.

Influencia en el idioma y el tema que investigar

Este sistema de valoración del trabajo investigador, así como la necesidad de difundir los resultados de los estudios a nivel internacional, han traído consigo un cambio de pensamiento en la comunidad científica.

Ahora, los investigadores muestran una conciencia estratégica y priorizan abarcar un mayor público a la hora de seleccionar tanto las temáticas de sus investigaciones como las lenguas en las que estas se producen. Todo ello pese al esfuerzo que supone producir un texto en una lengua no materna y a la inversión económica que puede conllevar (el pago a traductores, revisores, personal de apoyo, etc.).

En este sistema afloran una serie de incongruencias en las líneas estratégicas de las universidades: las instituciones de educación superior son conscientes de la importancia de ayudar a desarrollar e innovar en el entorno, abogan por la defensa de las culturas minorizadas y ponen el foco en la economía local. Sin embargo, también están al servicio de un sistema deslocalizado en el que el inglés se emplea como lengua franca: convocatorias de proyectos de investigación internacionales, líneas estratégicas de visibilización, redes de trabajo con entidades de todo el mundo, etc.

El euskera en la investigación

Como consecuencia, el interrogante que surge es: ¿dónde quedan las lenguas minorizadas en este panorama investigador? Y ¿qué ocurre, en concreto, con el euskera?

El euskera, y probablemente otras lenguas minorizadas, podría considerarse víctima de esa situación dicotómica en la que se encuentran la universidad y la comunidad científica en general. Si bien la presencia del euskera desde los años 80 –hito en la normalización lingüística y en la fundación de las universidades públicas– se ha incrementado exponencialmente en el ámbito universitario, el número de publicaciones que se difunden en esta lengua es puntual y, en la mayoría de los casos, están lejos de alcanzar esos criterios de calidad a los que se hacía mención previamente.

En la actualidad, se observa un cada vez mayor número de tesis doctorales realizadas y defendidas en esta lengua. Asimismo, son más los estudiantes que optan por realizar sus estudios en euskera tanto en los centros de educación públicos como privados de la Comunidad Autónoma Vasca y de la Comunidad Foral de Navarra. Sin embargo, la otra cara de la moneda muestra un número escaso de revistas científicas en esta lengua y una falta de sistematicidad en los criterios para definir los géneros discursivos (informes, reseñas, memorias, etc.) que se utilizan para comunicar en este ámbito. Esta sistematicidad sí se da, por el contrario, en otras lenguas.

Jornada de reflexión

Se podría decir, así, que la comunidad científica vascoparlante se encuentra en una jornada de reflexión en la que toca pensar en cómo reforzar el prestigio que tiene esta lengua como lengua para la difusión científica, sin que por ello los y las investigadoras tengan que renunciar a seguir progresando en su carrera profesional.

También es momento dar pasos hacia la sistematización de las convenciones prototípicas de los géneros (artículos, sinopsis, actas…) para conseguir que estos tengan unas características lingüístico–discursivas identificables por toda la comunidad. Este puede ser, quizá, un primer paso hacia la supervivencia de las lenguas minorizadas en el ámbito académico frente a la omnipresencia del inglés.

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