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Una mamba negra con las pirámides de fondo.
Muchas serpientes estaban probablemente mucho más extendidas en el antiguo Egipto. Composición. Mamba: W. Wüster. Pirámides: Ricardo Liberato, CC BY-SA 2.0. Montaje: W. Wüster.

Los pergaminos desvelan que Egipto albergaba muchas más serpientes venenosas en la época de los faraones

¿Cuánto pueden decirnos los textos conservados de las antiguas civilizaciones sobre los animales con los que convivían? Nuestra última investigación, basada en las serpientes venenosas descritas en un antiguo papiro egipcio, revela que en la tierra de los faraones vivía una variedad de serpientes mucho más amplia de lo que imaginábamos. Eso explicaría por qué los autores egipcios estaban tan preocupados por el tratamiento de las mordeduras de serpiente.

Al igual que las pinturas rupestres, los textos de los primeros tiempos de la historia suelen describir animales salvajes que los autores conocían. Pero aunque pueden proporcionar algunos detalles notables, identificar las especies de que se trata sigue siendo difícil. Por ejemplo, el antiguo documento egipcio llamado papiro de Brooklyn, que data de alrededor del 660-330 a. e. c. pero que probablemente sea una copia de un documento mucho más antiguo, enumera las diferentes serpientes conocidas en la época, los efectos de sus mordeduras y su tratamiento.

Además de los síntomas de la mordedura, el papiro también describe la deidad asociada a la serpiente, o cuya intervención podría salvar al paciente. La mordedura de la “gran serpiente de Apofis” (un dios que adoptaba forma de serpiente), por ejemplo, se describía como causa de muerte rápida. También se advertía a los lectores de que esta serpiente no tenía los dos colmillos habituales, sino cuatro, una característica poco común en una serpiente hoy en día.

En el Papiro de Brooklyn se enumeran 37 especies de serpientes venenosas, de las cuales se han perdido las descripciones de 13. Hoy en día, la zona del antiguo Egipto alberga bastantes menos especies. Esto ha dado lugar a muchas especulaciones entre los investigadores sobre qué especies se describen.

La serpiente de cuatro colmillos

Para la gran serpiente de Apofis, ningún contendiente razonable vive actualmente dentro de las fronteras del antiguo Egipto. Como la mayoría de las serpientes venenosas que causan la mayoría de las muertes por mordedura de serpiente en el mundo, las víboras y cobras que viven actualmente en Egipto sólo tienen dos colmillos, uno en cada hueso de la mandíbula superior. En las serpientes, los huesos maxilares de ambos lados están separados y se mueven de forma independiente, a diferencia de lo que ocurre en los mamíferos.

La víbora boba (Dispholidus typus) se limita hoy a las sabanas subsaharianas. W. Wüster

La serpiente moderna más cercana que suele tener cuatro colmillos es la boomslang (Disopholidus typus) de las sabanas subsaharianas africanas, que ahora sólo se encuentra a más de 650 km al sur del actual Egipto. Su veneno puede hacer sangrar a la víctima por todos los orificios y provocar una hemorragia cerebral letal. ¿Podría ser la serpiente de Apofis una descripción primitiva y detallada de un boomslang? Y si es así, ¿cómo se encontraron los antiguos egipcios con una serpiente que ahora vive tan al sur de sus fronteras?

Arte del antiguo Egipto que representa a una criatura parecida a una liebre luchando contra una serpiente.
Representación de Apep (Apofis) en la pintura mural del antiguo Egipto. Obsérvese el parecido con el boomslang (arriba)

Para averiguarlo, nuestra estudiante de máster Elysha McBride utilizó un modelo estadístico llamado modelización de nichos climáticos para explorar cómo han cambiado a lo largo del tiempo las áreas de distribución de diversas serpientes africanas y levantinas (Mediterráneo oriental).

El modelo de nicho reconstruye las condiciones en las que vive una especie e identifica las partes del planeta que ofrecen condiciones similares. Una vez que se ha enseñado al modelo a reconocer los lugares adecuados en la actualidad, podemos añadir mapas de las condiciones climáticas del pasado. Así se obtiene un mapa que muestra todos los lugares en los que esa especie podría haber vivido en el pasado.

Tras la pista de serpientes antiguas

Nuestro estudio demuestra que los climas mucho más húmedos del antiguo Egipto habrían dado cobijo a muchas serpientes que hoy no viven allí. Nos hemos centrado en diez especies de los trópicos africanos, la región del Magreb del norte de África y Oriente Próximo que podrían coincidir con las descripciones del papiro. Entre ellas se encuentran algunas de las serpientes venenosas más conocidas de África, como la mamba negra, la víbora hocicuda y la víbora bufadora.

Hemos descubierto que nueve de esas diez especies podrían haber vivido en el antiguo Egipto. Muchas podrían haber ocupado las zonas sur y sureste del país, tal y como era entonces: el actual norte de Sudán y la costa del Mar Rojo. Otras podrían haber vivido en el fértil valle del Nilo o a lo largo de la costa norte. Por ejemplo, los boomslangs podrían haber vivido a lo largo de la costa del mar Rojo en lugares que hace 4 000 años habrían formado parte de Egipto.

Del mismo modo, una entrada del papiro de Brooklyn describe una serpiente “estampada como una codorniz” que “silba como un fuelle de orfebre”. La víbora hocicuda (Bitis arietans) encajaría en esta descripción, pero actualmente sólo vive al sur de Jartum, en Sudán, y en el norte de Eritrea. De nuevo, nuestros modelos sugieren que el área de distribución de esta especie se habría extendido antaño mucho más al norte.

Desde el periodo que modelamos, muchas cosas han cambiado. La desecación del clima y la desertización habían comenzado hace unos 4 200 años, pero quizá no de manera uniforme. En el valle del Nilo y a lo largo de la costa, por ejemplo, la agricultura y el regadío podrían haber ralentizado la desecación y permitido que muchas especies persistieran en tiempos históricos. Esto implica que muchas más serpientes venenosas que sólo conocemos de otros lugares podrían haber vivido en Egipto en la época de los faraones.

Nuestro estudio demuestra lo esclarecedor que puede resultar combinar textos antiguos con tecnología moderna. Incluso una descripción antigua caprichosa o imprecisa puede ser muy ilustrativa.

Modelizar las antiguas áreas de distribución de las especies modernas puede enseñarnos mucho sobre cómo cambiaron los ecosistemas de nuestros antepasados como consecuencia del cambio ambiental. Podemos utilizar esta información para comprender el impacto de sus interacciones con la fauna que les rodeaba.

This article was originally published in English

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