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Fotograma de una película en donde se ven a diferentes miembros de una familia comiendo y mirando hacia una misma zona, situada donde la cámara.
Fotograma de la película ‘Alcarràs’, dirigida por Carla Simón en 2022, que narra la historia de una familia. IMDB

¿Nos enfrentamos a una lucha entre generaciones? La profiguración y la sostenibilidad social

En la película española Alcarrás, la directora Carla Simón nos hace reflexionar sobre la sostenibilidad humana: lo hace desde una perspectiva “glocal” (global desde lo local) en la que la relación y dependencia entre generaciones tiene un papel fundamental.

En su descripción de la vida de una familia de agricultores de Lleida en la época actual, plantea un problema cercano y comunitario que se enmarca en una situación global. La historia demuestra la vigencia de la máxima “piensa globalmente, actúa localmente” y la importancia de nuestras actuaciones individuales en el devenir comunitario y social.

En la película se crean y se recrean espacios intergeneracionales. Las distintas generaciones tienen sus propios espacios, pero también se muestran los espacios comunes: las niñas y niños interactúan con los hermanos y hermanas (y primos, tíos, tías), con los adultos y con los abuelos. Aprenden canciones, juegan a ser adultos y dan frescura y distanciamiento frente a los problemas que van surgiendo. Los adolescentes y adultos se retan en el aprendizaje de la vida que “va en serio”. Los abuelos ayudan a los padres en esta vida centralizada en la subsistencia, pero también dando respiros alternativos.

Es un mundo de cuidados intergeneracionales: todos y todas cuidan a los demás. Pero dejando aire suficiente entre cada generación. ¿Se están perdiendo, al igual que los melocotoneros de la película, estos espacios familiares en que todos –mayores, pequeños, jóvenes y adultos– tienen su papel?

Ruptura generacional

El pacto entre generaciones es una necesidad social en este mundo globalizado en el que una serie de situaciones tensionan la convivencia. Aunque quizá no tanto como para hablar de una “lucha entre generaciones” que sustituye a la lucha de clases, hay datos objetivos que indican que la tensión entre generaciones está aumentando.

La pandemia de covid-19 ha facilitado algunos cuidados intergeneracionales pero ha provocado, en otras ocasiones, un mayor distanciamiento entre las generaciones: se han incrementado los tópicos en relación con los mayores y los jóvenes, y el edadismo con visiones de los jóvenes como egoístas y violentos, poco respetuosos o poco comprometidos.

Al mismo tiempo, la generación de entre 19 y 34 años tiene muchas dificultades para emanciparse y alcanzar una autonomía consolidada. Muchos jóvenes dudan sobre tener hijos porque ven el futuro muy incierto y sobre todo no ven clara la sostenibilidad del planeta. El paro alcanza unos porcentajes desorbitados entre los jóvenes: una tasa de 29,4 % en España, una media de 14,4 % en Europa y en Latinoamérica llega al 20,5 %, en un marco de temporalidad y precariedad.

Por otra parte, los índices de pobreza están aumentando particularmente entre la población infantil y los adultos mayores. Muchos ancianos viven en soledad no deseada y, a veces, son objeto de discriminación por edad (edadismo) o incluso de engaños.

“Profiguración”: un nuevo contrato social

En este sentido, es preciso un cambio de mentalidad que permita establecer un renovado pacto social, basado en la interdependencia entre generaciones. El entendimiento entre generaciones es además el mejor enfoque para afrontar la sostenibilidad del planeta.

Este renovado contrato social ha de poner los cuidados en el centro de la política social (servicios sociales, política fiscal, cuidado de grupos vulnerables) para comprometernos por un mundo común y mejor.

El término “profiguración” (a partir del latín figuratio –formar parte de un determinado conjunto de personas, también destacar o ser considerado importante– y del prefijo latino pro –en favor de–) hace referencia a este acuerdo y reconocimiento necesario entre generaciones en la sociedad actual.

Se trata de un nuevo tipo de socialización que aúna y transciende la postfiguración, configuración y prefiguración de Margaret Mead y actualiza la figuración social de Norbert Elias.

¿Por qué crear una palabra nueva?

Las palabras tienen efecto sobre las personas (el efecto perlocutivo): si hablamos de paz, estaremos pacificando, si hablamos de convivencia, conviviendo… si hablamos de profiguración, estaremos profigurando, estableciendo relaciones respetuosas, complementarias y enriquecedoras entre generaciones.

Nombrar una idea, dar nombre a enfoques renovados y renovadores, es identificar posibles alternativas de debate y de orientar la acción. Si algo no se nombra no existe y, al contrario, si se define, nos permite comprender y actuar.

Superar puntos ciegos

El “punto ciego generacional” no nos permite ver más allá de parámetros intrageneracionales, tomando decisiones cortoplacistas, pero no de futuro. La profiguración es la visión binocular o estereoscópica para superar dicho punto ciego.

Está basada en la comunicación y en el diálogo, en la interacción social y la interdependencia humana. En descubrir la necesidad del otro, de la convivencia, del altruismo y de la solidaridad: las relaciones intergeneracionales permiten aprender el arte de vivir entre niños, jóvenes, adultos y ancianos… y superar los prejuicios o discriminación por razones de edad (tanto en relación con la gente mayor como con los jóvenes).

La profiguración advierte sobre la supuesta ruptura entre generaciones y ayuda a evitarla o superarla, teniendo en cuenta las generaciones presentes y las generaciones futuras. Se ha de analizar cómo la toma de decisiones actual influirá en esas generaciones futuras.

Un ejemplo de pensar (y actuar) teniendo en cuenta las generaciones futuras lo encontramos en los pueblos Oglala Lakota en Dakota del Sur, obligados a incorporar en sus tomas de decisiones los intereses de las personas de siete generaciones posteriores.

El futuro del planeta y de la humanidad

Ya en los años 70 del siglo pasado, la antropóloga Margaret Mead hablaba de una ruptura generacional a nivel planetario. Hoy, ante las llamadas a la acción en relación con la sostenibilidad del planeta, cuando las últimas Cumbres del Clima no están teniendo los resultados esperados ni tampoco la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es todavía más importante evitarla.

Teniendo en cuenta la importancia de la conservación del medio ambiente, de la salud y la sostenibilidad humana, y, por tanto, del bienestar de las generaciones presentes y futuras, la profiguración se nos muestra como el nuevo contrato social intergeneracional que debe facilitar un futuro de cuidados y sostenible.

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