En el Día Mundial del Alzhéimer nos centramos en una de sus consecuencias: ciertas alteraciones de la función lingüística y, como consecuencia, de la capacidad de comunicarse. En este contexto, el papel de los logopedas resulta esencial.
¿Por qué, por mucha música que pongamos en casa, ni los perros ni otras mascotas bailan? ¿Por qué tenemos los humanos una habilidad única para la música?
A los niños les cuesta mucho entender el sarcasmo, especialmente si aún no han cumplido los 5 o 6 años. Contextualizar la broma ayuda, también emplear un tono que les de pistas.
Multitud de palabras del ámbito de la Medicina y la Biología vienen del latín y el griego. Es fundamental conocer estas lenguas clásicas para saber de dónde proceden los nombres científicos y no olvidarlos nunca.
Los contrarios al uso de los tacos en la comunicación aluden al buen gusto. En los niños tampoco está bien visto. Sin embargo, hay estudios que avalan la virtud del taco y de quien lo pronuncia.
Algunos trastornos causados por la covid-19 afectan la producción de la voz, la comprensión del lenguaje y la deglución. Por eso es esencial contar con logopedas en la recuperación.
Casi siempre hablamos a los enfermos de cáncer haciéndoles sentir aún más conscientemente la gravedad de su enfermedad. Palabras como “ánimo” o frases del tipo “vas a ganar esta batalla” no ayudan a enfrentarse a ella.
Sabemos que, tanto la semántica como la sintaxis, son imprescindibles a la hora de comprender una lengua. Ahora se sabe que leer en compañía y en ambientes ricos emocionalmente también interviene en su comprensión.
No importa en qué parte del mundo estemos: ante una expresión o movimiento facial, la universalidad de estos gestos permite percibir enfados, alegría o tristeza.
Existen paralelismos entre el proceso de transmisión de la covid-19 y el de implantación de una innovación (con la ayuda de los departamentos de marketing de las empresas).
Cada vez que conversamos con alguien cara a cara -o por Zoom-, además de sus palabras nos llegan sus movimientos corporales, sus gestos. Y tienen tanta importancia que pueden hacer que escuchemos algo distinto a lo que nos han dicho.
¿Cuántas veces ha pensado que no era capaz de expresar con palabras lo que sentía? En ese momento habría juntado varias en una para definir sus emociones o para describir a una persona. Los acrónimos sirven para formar expresiones como ‘pibonexia’, la palabra que ha puesto de moda una conocida humorista.
Los médicos nos hablan en muchas ocasiones en un lenguaje que no entendemos. Igual ocurre con el mecánico de nuestro coche averiado o con los términos de una hipoteca. Nos cuesta entender los lenguajes profesionales específicos, cuando resulta que están pensados precisamente para nosotros. ¿Qué se está haciendo mal?
Pedir un objeto, rechazar un ofrecimiento, disculparse, insultar… todo ello puede resultar descortés a la hora de hablar en otro idioma que no dominamos. Los denominados “actos del habla” son los que ayudan al receptor de mensaje a reconocer la intención del mensaje del emisor.
A medida que la pandemia ha ido creciendo, lo ha hecho también un vocabulario técnico poco accesible para la mayoría de los ciudadanos de a pie. Sin embargo, varias herramientas de libre acceso están disponibles para que podamos entender la terminología más complicada sobre el virus y sus consecuencias.
Frente a su uso en la cocina de vanguardia, cientos de refranes centenarios guardan los secretos de estos tres líquidos -el agua, el vino y el aceite de oliva- a lo largo de la historia, y lo que ha supuesto su consumo para los distintos perfiles sociales.
La pandemia ha cambiado nuestra forma de comunicarnos. Incluso la manera de llevar puesta (o no) la mascarilla transmite unos códigos diferentes. El mundo entero y sus culturas se comunican ahora entre ellas de la misma forma a través del lenguaje Covid-19.
Si John Maynard Keynes levantara la cabeza sonreiría, pues con sus dotes de casi visionario leería hoy conceptos como ‘euroesclerosis’ y ‘microcrédito’ en la actualización 23.4 del Diccionario de la Real Academia.
Desde que un bebé nace y observa lo que tiene alrededor hasta que comienza a hablar se produce un curioso proceso que va marcado por meses. Sonreír, mirar, señalar o vocalizar acaban sincronizándose al año y medio, cuando ya están preparados para comenzar a hablar.
Profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Departamento de Traducción e Interpretación y Comunicación Multilingüe, Universidad Pontificia Comillas