Es posible vivir en aeropuertos porque ofrecen muchas comodidades básicas necesarias: comida, agua, baños y refugio. Pero no todos los que se encuentran durmiendo en una terminal quieren estar allí.
Vivir sin hogar es incompatible con la integración social. Los datos sobre el número de personas sin techo que hay en España se remontan a 2012 y las políticas sociales no son fructíferas. Un estudio hecho en Murcia y Cartagena muestra que esta población es heterogénea, de elevada movilidad y con mayoría de hombres.
El papel de los educadores sociales ha sido crucial durante estos días de pandemia. Tal vez no seamos conscientes de todo lo que han hecho por las personas sin hogar que no tenían dónde confinarse o que sufrían un enorme desgaste vital. Así han trabajado en estos meses.