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Una estrategia participativa para luchar contra la desigualdad digital

Amal ha quedado con sus amigos en la plaza del barrio, al lado del centro social. Saben que durante el día tienen la wifi abierta y les dejan usarla sin problemas. Hace poco se quedó sin datos y en casa la conexión no es muy buena. Estando con sus amigos aprovecha para mirar las redes sociales, jugar un rato y llamar a sus parientes lejanos. En casa a veces usa el ordenador que le han dejado en la escuela, aunque sabe que cuando acabe el curso tendrá que devolverlo. Tampoco cree que le haga tanta falta. Ya tiene el móvil y no le interesa demasiado aprender otras cosas.

Como en el caso de Amal, las tecnologías digitales han transformado muchos aspectos de nuestra sociedad, desde la forma en que nos comunicamos y trabajamos hasta la forma en que consumimos información y entretenimiento. La transformación hacia una sociedad altamente tecnológica ha supuesto, sin embargo, el aumento de las desigualdades sociales.

Una brecha de acceso y de uso

La brecha digital no sólo hace referencia a las dificultades en el acceso y el uso de las tecnologías digitales, tales como ordenadores, dispositivos móviles o internet. También tiene que ver con la adquisición de competencias digitales: es decir, los conocimientos que tenemos de cómo usar la tecnología y la capacidad que tenemos de extraer todo su potencial.

No se trata solo de que Amal pueda disponer de un ordenador que le prestan en la escuela: se trata de que sea consciente de todo el partido que le puede llegar a sacar, más allá de mirar redes o hablar con amigos. No saberlo limita seriamente su capacidad de integración social y la de muchas otras personas.

Estrategias para reducirla

Existen varias estrategias políticas que buscan reducir las desigualdades en la era digital. Algunos ejemplos son la Declaración Europea sobre los Derechos y Principios Digitales o, en España, la agenda España Digital 2026 e iniciativas autonómicas con propósitos similares. Aunque existen claras voluntades e intenciones políticas de mejorar el bienestar digital de la población, la brecha digital es todavía uno de los grandes desafíos de la sociedad actual.

En este ámbito, el papel de la educación es crucial, especialmente entre los más jóvenes. El objetivo es que puedan acceder a las tecnologías digitales y desarrollar plenamente sus competencias independientemente de su condición familiar, cultural o económica. La educación, ya sea formal o informal, se ha transformado en el escenario clave donde promover sus oportunidades de aprendizaje digital.

El aprendizaje servicio

Más allá de programas institucionales, hay una estrategia que puede acercar las competencias digitales a las personas que más las necesitan al mismo tiempo que sirve de enseñanza para quien la realiza: el aprendizaje servicio. Con esta metodología, los estudiantes participan en actividades de servicio a la comunidad como parte integral de su proceso de aprendizaje, centrándose en problemas reales de la comunidad y promoviendo su compromiso activo con la sociedad. Este tipo de prácticas pueden aplicarse en cualquier nivel educativo. En la universidad, concretamente, se cuenta con distintas redes para impulsarlas, como la Red APS (U).

En la Universidad de Vic-UCC hemos aprovechado el aprendizaje servicio precisamente para reducir de la brecha digital que existe entre la población joven, con cinco prácticas en el barrio del Remei de la ciudad de Vic (Barcelona). Este barrio es el de mayor densidad del municipio, con un 45 % de la población de 54 nacionalidades distintas, y con perfiles en riesgo de pobreza y exclusión social (21 % bajo el umbral de pobreza).

Las propuestas fueron realizadas en cinco instituciones distintas vinculadas a jóvenes: dos centros escolares, una escuela de adultos, una asociación socioeducativa y un centro de inserción laboral. Cada propuesta involucró a estudiantes y docentes, junto con otros miembros de dichas comunidades. Se comenzó por identificar los problemas de cada centro para diseñar intervenciones a la medida.

En los centros educativos, se utilizaron cuestionarios digitales inclusivos para las familias y se diseñó un plan de formación digital para la transición educativa hacia la ESO. En la escuela de adultos se hicieron talleres para aprender una lengua a través de diferentes aplicaciones. Además, en la asociación socioeducativa se puso en marcha una yincana digital para el conocimiento del territorio y en el centro de inserción laboral se trabajó en un proyecto multimedia colaborativo.

Mejora de competencias e involucración

A partir de la evaluación de los resultados, se ha podido comprobar cómo las propuestas ApS han tenido un impacto muy positivo. Por un lado, han mejorado el acceso y las competencias tanto digitales como sociales de los jóvenes participantes, aprendiendo nuevas herramientas digitales y a participar con distintos colectivos.

Por el otro, han fomentado la participación de los estudiantes universitarios en proyectos comunitarios, fortaleciendo la relación entre universidad y territorio y promoviendo su papel como futuros profesionales comprometidos con la transformación social.

El enfoque de aprendizaje servicio se presenta, por tanto, como una herramienta valiosa para reducir la brecha digital de la sociedad, a la vez que se forman ciudadanos comprometidos con su entorno y capaces de generar cambios sociales significativos.

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