Los retos en las redes sociales son muy variados, tanto en lo que se refiere a las acrobacias que implican como a las razones por las que la gente los hace.
Pero, ¿por qué los jóvenes aceptan retos que ponen en peligro su salud, su bienestar y, en ocasiones, su propia vida?
Somos un profesor de ingeniería especializado en comprender cómo interactúan los humanos con los ordenadores y un profesor de psicología experto en salud mental, concretamente en estrés traumático y suicidio.
Junto con nuestro equipo de investigación, realizamos una serie de estudios para tratar de comprender qué motiva a los adolescentes y adultos jóvenes a participar en diferentes desafíos.
Para estos estudios, desde enero de 2019 hasta enero de 2020, entrevistamos a docenas de estudiantes de secundaria y universitarios tanto en Estados Unidos como en el sur de la India que habían participado en desafíos en redes sociales. También analizamos 150 noticias, 60 vídeos públicos de YouTube, más de mil comentarios sobre esos vídeos de YouTube y 150 publicaciones en Twitter, todas ellas específicamente sobre el reto de la ballena azul. Según los informes, este reto, popularizado en 2015 y 2016, implica actos de autolesión progresivamente arriesgados que culminan en suicidio.
Se identificaron cuatro factores clave que motivan a los jóvenes a participar en un reto: la presión social, el deseo de llamar la atención, el valor de entretenimiento y un fenómeno denominado efecto contagio.
1. La presión social
La presión social suele producirse cuando un amigo anima a otro a hacer algo, y la persona cree que conseguirá aceptación dentro de un grupo social concreto si lo hace.
Descubrimos que la participación en retos que promueven una buena causa, como el reto del cubo de hielo, a menudo era el resultado de un estímulo directo. Los participantes en el reto del cubo de hielo, por ejemplo, completaban el reto y luego nominaban públicamente a otros para que hicieran lo mismo.
Por su parte, los jóvenes que participaban en retos más arriesgados querían sentirse incluidos en un grupo que ya hubiera participado en un reto de este tipo. Este fue el caso del reto de la canela, en el que los participantes consumían canela rápidamente y a veces sufrían daños pulmonares e infecciones. Por ejemplo, el 38% de los participantes en la investigación que participaron en el reto de la canela reconocieron que estaban buscando la aceptación de sus compañeros, en lugar de que se les animara directamente a participar.
“Creo que lo hice porque todo el mundo con el que iba al colegio lo hacía en ese momento”, dijo un estudiante que vio que el reto era popular entre sus compañeros. “Y pensé que algo tenía que tener si todo el mundo lo hacía”.
2. Buscar atención
Una forma de conducta de búsqueda de atención exclusiva de los participantes en el reto del cubo de hielo fue el deseo de ser reconocidos por apoyar una causa encomiable.
Sin embargo, el comportamiento de búsqueda de atención que observamos entre adolescentes y adultos jóvenes a menudo llevó a los participantes a innovar una versión más peligrosa del reto. Esto incluía soportar los riesgos asociados durante más tiempo que los demás.
Por ejemplo, uno de los participantes en el reto de la canela ingirió canela en polvo durante más tiempo que sus compañeros. “Definitivamente fueron los compañeros y, como he dicho, ya sabes, la atención”, dijo. “Ver a otros amigos colgando vídeos y quién podía hacer el reto durante más tiempo”.
3. Entretenimiento
Muchos jóvenes participaron en estos retos por diversión y curiosidad. A algunos les intrigaban las posibles reacciones de la gente que presenciaba su actuación.
“Me pareció divertido, y personalmente me gustó el artista que canta la canción”, dijo un participante sobre el reto Kiki. El reto consiste en bailar junto a un coche en marcha tras bajarse de él al ritmo de la canción de Drake “In My Feelings”.
Otros estaban interesados en experimentar las sensaciones asociadas a la ejecución del reto. Se preguntaban si sus respuestas reflejarían las de otros individuos a los que habían observado hacerlo.
Uno de los participantes dijo que fue “sobre todo la curiosidad” lo que les motivó a realizar el reto de la canela: “Simplemente porque, al ver las reacciones de otras personas, en cierto modo quería ver si yo tendría la misma reacción.”
4. Efecto contagio
Los retos, incluso los aparentemente benignos, pueden propagarse rápidamente por las redes sociales. Esto se debe al efecto contagio, en el que comportamientos, actitudes e ideas se propagan de persona a persona. La forma en que los creadores de contenido representan estos retos en las plataformas de medios digitales también contribuye al efecto contagio al animar a otros a participar.
Tras analizar el contenido de los medios digitales relacionado con el reto de la ballena azul, descubrimos que los vídeos de YouTube sobre este reto a menudo infringían las nueve directrices sobre mensajes del Centro de Recursos para la Prevención del Suicidio. Esto significa que las publicaciones presentaban factores de riesgo para promover el contagio de conductas nocivas.
En concreto, de los 60 vídeos de YouTube que analizamos sobre el reto de la ballena azul, el 37% cumplía menos de tres directrices, lo que los clasifica como principalmente inseguros. Las directrices que se incumplían con más frecuencia consistían en evitar representaciones detalladas o glorificadas del suicidio y sus víctimas, describir los recursos de búsqueda de ayuda y hacer hincapié en los tratamientos eficaces de salud mental.
Nuestra investigación también exploró cómo veían los participantes los retos después de realizarlos. La mitad de los que participaron en un reto arriesgado indicaron que si hubieran comprendido el peligro físico o el riesgo potencial para su imagen social, habrían optado por no hacer el reto.
“No habría hecho el reto de la canela si [hubiera sabido que] alguien acabó en un hospital haciéndolo”, nos dijo uno de los encuestados.
Basándonos en nuestra investigación, creemos que si se ofreciera más información sobre los riesgos potenciales de los retos en las redes sociales a los estudiantes en las escuelas, se comunicara a los padres y se compartiera en las redes sociales, podría ayudar a los adolescentes y jóvenes adultos a reflexionar y tomar decisiones informadas, y disuadirles de participar.