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Una de las salas del Casino de Madrid, convertido en hospital de sangre durante la Guerra Civil. Foto Videa / BNE - Hemeroteca Digital Hispánica, CC BY-SA

Paralelismos bélicos: la crisis del coronavirus y la Guerra Civil

Desde que ha comenzado la emergencia sanitaria nos hemos acostumbrado a oír y a utilizar un lenguaje propio de un escenario bélico. Del personal sanitario y los cuerpos de seguridad decimos que están en “primera línea” o en “las trincheras”. Los pacientes y personal sanitario “luchan” contra la enfermedad. Otras personas están “en la retaguardia”. “Esta es una batalla que vamos a ganar”, se oye decir muchas veces. Y los periodistas nos dan “partes de guerra”.

Hay muchas personas expertas asesorando a los mandos que están al frente de la crisis. Profesionales de la Medicina, de la Epidemiología, del Ejército. Pero no de la Historia, a pesar de que la historia de las epidemias y la historia general tanto tienen que enseñarnos. Tampoco hay enfermeras asesorando aunque se las considere profesionales indispensables en crisis como esta.

España, desde la Guerra Civil (1936-1939), no había vivido una situación parecida a la actual. Las similitudes con aquella etapa son innumerables. En los primeros días de la contienda mucha gente llevó una vida normal, antes de reparar en lo que se les venía encima. Igual que ahora, cuando al principio pensábamos que la COVID-19 no era más grave que una gripe.

El papel del voluntariado

Reportaje sobre hospitales de sangre en la revista Crónica del 8 de agosto de 1936. BNE - Biblioteca Digital Hispánica, CC BY-SA

Todo cambió cuando casi en cada casa empezó a saberse de alguna persona cercana muerta o herida. Ante esta situación desconocida mucha gente quiso ayudar. Igual que ahora: multitud de personas se ofrecen voluntarias en las redes para ayudar en lo que pueden. Donando su sangre, por ejemplo, como miles lo hacen y miles lo hicieron.

El sistema sanitario también estuvo sobrepasado. Se improvisaron numerosos centros, que se denominaron “hospitales de sangre”, para acoger a personas heridas o enfermas. Muchos de ellos fueron hoteles, como el Ritz de Madrid. También ahora se improvisan hoteles medicalizados y hospitales de campaña.

Segunda parte del reportaje sobre hospitales de sangre en la revista Crónica del 8 de agosto de 1936. BNE - Biblioteca Digital Hispánica, CC BY-SA

En la Guerra Civil se organizaron cursillos acelerados para nutrir de enfermeras estos centros, igual que ahora, con la incorporación al sistema sanitario de miles de estudiantes de carreras sanitarias que aún no han concluido su formación. Es una triste paradoja que justo 2020 haya sido declarado como el año internacional de la matrona y la enfermera por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Durante el conflicto bélico faltó mucho material e incluso materias básicas para poder confeccionarlo. Por ejemplo, hubo una gran carestía de tela para confeccionar uniformes para el personal sanitario. ¿Les suena? Algo parecido sucede ahora con la escasez de equipos de protección personal.

Mensajes de consuelo para elevar la moral de la tropa

Muchas manos fabrican ahora mascarillas caseras para nuestras “tropas”, otras entonces tejieron vendas, bufandas y calcetines para proteger a los soldados. Otras manos, las de las llamadas “madrinas de guerra”, escribieron cartas de aliento para subir la moral de la tropa. Igual que ahora, cuando cientos de personas mandan cartas a pacientes anónimos que necesitan consuelo en su aislamiento hospitalario.

Frente a estas personas solidarias hubo otras que quisieron sacar provecho de la situación. Gente que acaparó alimentos, que subió sus precios artificialmente, empresas que sentaron las bases de su monopolio gracias al conflicto. Ahora también conocemos a través de los medios historias de gente que roba y trafica con materiales tan necesarios en la lucha contra la pandemia.

Hoy muchas personas sienten dolor por la pérdida de seres queridos. Dolor agravado por no haber podido despedirse de ellos. Igual que el que sintieron quienes perdieron a los suyos durante la Guerra Civil. Miles de ellos aún yacen en alguna cuneta o fosa común desconocida. Todos deberíamos tener derecho a enterrar a nuestros muertos.

Enterramiento en fosas del cementerio de Fuencarral. P. Luis Torrents - BNE - Biblioteca Digital Hispánica, CC BY-SA

La gran diferencia de la situación actual con la Guerra Civil es que ahora no hay dos bandos, todos luchamos unidos o al menos deberíamos hacerlo. Se nos negó la ayuda del “Plan Marshall” que ayudó a reconstruir Europa tras la II Guerra Mundial. ¿Volverá a pasar? A pesar de lo importante que fueron enfermeras y matronas en la Guerra Civil el colectivo no tuvo recompensas. Algunas recibieron medallas pero al conjunto se le prohibió asociarse. La de matrona dejó de ser una carrera independiente para pasar a ser especialidad de la enfermería sin reconocimiento salarial. Veremos qué pasa ahora.

La Guerra Civil arruinó España. Y nunca nos hemos recuperado del todo de esa gran herida que produjo en nuestra sociedad, y que tanto se agravó en la dictadura. No permitamos que esto vuelva a suceder.

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