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Un hombre, una mujer, un niño y una niña se abrazan en el andén de una estación de tren.
Fotograma de la película ‘El año que dejamos de jugar’, adaptación cinematográfica de la novela ‘Cuando Hitler robó el conejo rosa’. FilmAffinity

Cien años de la mirada de Judith Kerr, la escritora a la que Hitler robó el conejo rosa

“¿Lo hemos pasado bien, verdad?”

Estas son las últimas palabras que escribió Judith Kerr. Cierran su libro Mummy Time, que fue publicado por HarperCollins en el 2016. Expresan su filosofía de vida y podríamos ahora, quizás, interpretarlas como una despedida.

Para Kerr, galardonada en 2016 con el BookTrust Lifetime Achievement Award que premiaba su larga trayectoria como escritora e ilustradora de libros infantiles, la vida no siempre fue fácil.

Una niña que dibuja y escribe

Judith Kerr nació en Berlín en 1923. Dada su condición judía, con el surgimiento del partido nazi ella y su familia se vieron obligados a huir a otros países para poder sobrevivir. Tras pasar por Suiza y Francia se asentaron definitivamente en Inglaterra. Allí la niña aprendió perfectamente la lengua inglesa que elegiría para su escritura.

Sin embargo, en un principio su don principal era el dibujo. Cuando tuvieron que dejar Alemania precipitadamente y solo pudo llevarse un objeto, ella escogió su caja de pinturas.

En Londres estudió en la Central School of Art. La mayoría de los profesores reconocieron su talento e incluso le permitieron faltar a clases para recorrer la ciudad observando a los transeúntes y retratándolos en las calles y los parques. Solo suspendió una asignatura, ¡la de Ilustración!

Trabajando como secretaria en la BBC conocería en la cantina al prestigioso guionista Nigel Kneale. Con él se casaría y tendría hijos. En ese ambiente de armonía y estabilidad comenzó a crear sus originales cuentos ilustrados, llenos de magia y pensados para sus niños.

Dibujo de una niña y un tigre sentados a la mesa.
Portada del libro El tigre que vino a tomar el té, de Judith Kerr. HarperCollins Ibérica

Podemos gracias a ella leer la serie de libros de la gata Mog –inspirada en su propio gato– que comenzó con Mog, la gata despistada; divertidos episodios como How Mrs. Monkey Missed the Ark, donde cuenta cómo la protagonista se retrasa en entrar en el arca de Noé mientras prepara el pícnic; Goose in a Hole, protagonizado por un ganso; relatos divertidos sobre la vida nocturna de los animales en One Night in the Zoo, etc.

Pero la obra por la que se dio a conocer en todo el mundo fue El tigre que vino a tomar el té. Continúa siendo editada sin interrupción desde 1968 y ha sido traducida a multitud de idiomas. Es una obra tierna y llena de magia que podríamos calificar de surrealista. ¿Un tigre enorme de rayas que llama a la puerta y que nos vacía la nevera?

Cuando Hitler robó el conejo rosa

Otro de sus libros más conocidos, Cuando Hitler robó el conejo rosa, supondría una empresa totalmente diferente.

Dirigido al público infantil y juvenil, se trata de un relato autobiográfico que posteriormente se convertirá en el inicio de una trilogía junto con En la batalla de Inglaterra y A Small Person Far Away, editados bajo el título de Out of the Hitler Time. En ellos habla de su infancia y juventud con la invasión nazi como telón de fondo.

Un conejo rosa gigante llora mientras observa a una niña a lo lejos.
Portada de la novela Cuando Hitler robó el conejo rosa, de Judith Kerr. Alfaguara

En la narración oímos la voz de Anna, la protagonista, que de manera inocente nos va desvelando los horrores del nazismo a la vez que nos cuenta con frescura y naturalidad su vida cotidiana. Los días están llenos de sorpresas y retos, porque cada poco está en un país diferente –Anna replica la huida de Kerr y su familia por Suiza, Francia e Inglaterra–, porque el idioma es otro y porque no tienen dinero y no pueden comprarse ropa ni zapatos.

Como la autora, Anna es una artista. Desde el primer momento vemos cómo la pintura ocupa un lugar importante en su tiempo, igual que hace la escritura. Comienza realizando dibujos de colores vivos y más adelante los acompaña con poemas breves.

Sin embargo, Anna también es una niña que vive con la amenaza de una realidad angustiosa. Cuenta cómo un día escucha que un profesor capturado por los nazis ha perdido la cabeza tras dos meses detenido. Los nazis le habían encadenado a una perrera, le daban para comer sobras en un plato para perros, le impedían tocar la comida con las manos y le obligaban a ladrar cada vez que alguien pasa por delante de la puerta…

Kerr escribe que “De repente fue como si un muro negro se hubiera alzado ante los ojos de Anna. ¡No podía respirar! En el futuro procuraría no pensar nunca en Alemania”.

A lo largo del relato se intercalan episodios como este, que la protagonista no comprende y le entristecen, con los logros, sorpresas y éxitos de una vida corriente: su hermano Matthew obtiene el premio de excelencia en el liceo francés, ella aprueba la reválida en la escuela, aceptan el guion del padre para rodar una película en el Reino Unido…

Kerr habla también de la amistad. Cuenta cómo la familia celebra por todo lo alto el catorce de julio con los amigos en Francia, bebiendo vino y cantando la Marsellesa por las calles; los momentos íntimos con su madre tomando un pastel en una cafetería de París; la sesión triple del cine matinal…

Cuando Hitler robó el conejo rosa revela el despertar de una niña a la vida, a las emociones, y cómo poco a poco va encontrando su camino a través de la pintura y la literatura.

Últimas obras

En 2011, Kerr publicó My Henry, como un homenaje a su marido fallecido en 2006. En él encontramos un tono diferente al resto de sus libros, aunque sigue centrándose en buscar el lado positivo de todas las situaciones, en este caso destacando la amistad que surge entre las viudas.

Su último libro presenta una parodia de la sociedad actual y su dependencia del teléfono móvil. Mummy Time cuenta la historia de una madre y su hijo pequeño, que van al parque “a pasar un rato juntos”. Mientras el niño vive un sinfín de aventuras, ella se queda toda la tarde sentada en un banco hablando por teléfono. La narración entrelaza la conversación de la mujer con las actividades del pequeño. Cuando al final el niño aparece, ya agotado, la madre le dice: “¿Lo hemos pasado bien, verdad?”.

Retrato de una mujer sonriente de pelo blanco.
Judith Kerr en septiembre de 2016 en el 16th Festival de Literatura de Berlín. Christoph Rieger / Wikimedia Commons, CC BY-SA

En sus últimas entrevistas, Judith Kerr aparecía jovial, alegre, optimista, con ilusión por la vida y siempre inteligente y creativa.

El éxito mundial de la escritora a lo largo de los años y la fabulosa acogida que siempre recibió por parte del lector infantil se explican sin duda por su calidad artística, su entrega y su vocación.

Pero, sobre todo, por su pasión por la literatura, la pintura y su capacidad para ver a través de los ojos del niño.

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