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Un campo de cultivo recibe agua de los aspersores.

La selección: el agua en la agricultura

El cambio climático está intensificando las sequías en todo el mundo. En aquellas zonas donde golpean con más fuerza, como el Cuerno de África, pueden llegar a paralizar la producción de alimentos y agotar los pastos para el ganado, agravando la inseguridad alimentaria que ya sufren los territorios más vulnerables.

En otras regiones, como Europa, las políticas de gestión del agua resultan cruciales. Especialmente, en lo que respecta a la agricultura. En torno a tres cuartas partes del agua que se extrae de la naturaleza se destina a regar los campos de cultivo. Por eso es fundamental que los agricultores tomen decisiones teniendo en cuenta las limitaciones del recurso.

No es la ausencia de lluvia lo que vacía los embalses, sino el exceso de consumo”, subrayaba María José Polo, de la Universidad de Córdoba. Un consumo que, paradójicamente, aumenta si se incrementa la disponibilidad de agua. “Modernizamos las estructuras de abastecimiento y de regadíos y no ahorramos recursos porque aumenta la población o la superficie regada”, lamentaba la experta.

En las zonas áridas, la expansión de la agricultura intensiva de regadío es una de las principales causas de la desertificación. Francisco Valera y Jesús Veiga (EEZA - CSIC) nos explicaban las consecuencias: altera la composición química del suelo, hace peligrar las reservas de agua y altera los hábitats de las especies adaptadas a la aridez.

En España, muchos acuíferos (almacenes de agua subterráneos) ya muestran signos de sobreexplotación que se manifiestan en los ecosistemas que, como las lagunas del Parque Nacional de Doñana, dependen de ellos. José María Tarjuelo, de la Universidad de Castilla-La Mancha, nos contaba cómo funcionan las concesiones para aprovecharlos para el riego y por qué, en muchas ocasiones, se producen extracciones ilegales.

Las soluciones a esta pugna entre la actividad humana y los límites de la naturaleza se concentran en dos vías. Por un lado, una planificación agrícola acorde a los recursos de las regiones áridas y una mayor concienciación para que los agricultores hagan un uso racional del agua. Por otro lado, los adelantos tecnológicos que ya permiten optimizar el riego y monitorizarlo y prácticas alternativas como la reutilización de agua y la agricultura vertical.

Afrontar los retos del agua en un contexto de cambio global y de incremento de la población mundial exige compromiso por parte de todos. Se trata de un recurso escaso y estratégico en la mayor parte de los países. Por eso cada vez hay más presiones políticas, económicas y sociales para poder disponer de él.

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