La vivienda se ha convertido en un problema para gran parte de las familias españolas. Las dificultades se manifiestan en términos de accesibilidad: la tarta del parque inmobiliario disponible se reparte ahora entre más participantes, con la entrada en el mercado de inversores extranjeros (sean fondos de inversión o compradores privados) y la incorporación del modelo de alquiler turístico a través de plataformas digitales. ¿El resultado? Se han disparado los precios de compra y alquiler.
El aumento de la demanda –unido a una oferta prácticamente estática– ha afectado también a qué viviendas pueden acceder las familias de acuerdo a sus niveles de renta. Y, en una reacción en cadena, este empeoramiento ha afectado a su calidad de vida al tener muchas veces que asumir peores condiciones de habitabilidad (pobreza energética, escasez de luz natural, humedades, etcétera), o el traslado a barrios peor comunicados o más inseguros (con el añadido del desarraigo).
Durante décadas, el modelo imperante en las familias españolas ha sido el de la compra de una vivienda como una inversión a largo plazo. La cuestión que plantea el profesor Miguel Ángel Ajuriaguerra Escudero, de la Universidad Rey Juan Carlos, en este artículo es si realmente es rentable la compra de una casa para toda la vida. Para el autor una inversión (la vivienda), que implica una deuda (y además a largo plazo), no es aconsejable. Así, a la hora de comprar, propone ceñirse a las necesidades inmediatas y que se tomen muy en cuenta los gastos a largo plazo (hipoteca, impuestos, mantenimiento).
La gentrificación y turistización de los centros de las grandes ciudades españolas son factores que han hecho crecer en ellos la demanda de viviendas de alquiler. Ricardo Urrestarazu, de la Universidad de Málaga, expone el caso de El Perchel, un barrio malagueño de clase obrera que, dada su situación geográfica, ha visto aumentar su oferta de alquileres turísticos por el encarecimiento y la saturación de otras zonas más céntricas de la ciudad.
La profesora Marta Domínguez Pérez (Universidad Complutense) señala que, ante la doble función de la vivienda como bien de uso y bien de cambio –y la cada vez mayor prevalencia de esta última en el mercado español–, el Estado debe tomar medidas que garanticen a los ciudadanos el derecho a una vivienda digna.
Antonia Díaz (UC3M) reflexiona sobre el alquiler de viviendas y señala que, más allá de la imposición de topes en el alquiler privado, el Estado debe intervenir con oferta pública para influir de forma directa en la formación de precios.
En la búsqueda de una vivienda en alquiler, hay quienes se enfrentan con dificultades añadidas. En este artículo, los profesores Jon Andoni Duñabeitia (Universidad Nebrija) y María del Carmen Méndez Santos (Universidad de Alicante) explican cómo algunas características de las personas que buscan una casa para alquilar pueden hacer el proceso todavía más complejo.
En concreto, hablamos de acentos: si está demostrado que un oyente considera más creíble a una persona que hable con su mismo acento que a quien lo hable con acento extranjero, los autores pudieron corroborar que esta discriminación lingüística también está presente en el mercado inmobiliario.