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Los secretos de la lengua, un órgano excepcional

Degustar un delicioso chocolate caliente puede trasladarnos a nuestra infancia. Ese momento “dulce” ilustra a la perfección el vínculo entre el sentido del gusto y la estimulación de la memoria y los sentimientos que se produce cuando se nos presentan determinados sabores. Hablamos de la conexión oral-intestinal-cerebral-emocional.

Pero para que exista esa asociación necesitamos hacer uso de uno de los principales órganos de nuestro cuerpo, fuente de innumerables experiencias sensoriales y culinarias: la lengua.

Sus papilas son únicas

Lo que sabemos y vamos descubriendo sobre la lengua no deja de asombrarnos. Así, un grupo de investigadores acaba de profundizar, como explican en un artículo publicado por Nature Scientific Reports, en la naturaleza de las papilas linguales, con fascinantes resultados.

La lengua está dotada con cuatro variedades de papilas: las filiformes, las circunvaladas, las foliadas y las fungiformes. Mientras que las primeras contribuyen a la aspereza de la superficie del órgano y carecen de receptores gustativos, las otras tres se clasifican como papilas gustativas. Estas albergan células receptoras que reaccionan ante diversos estímulos químicos, permitiendo la distinción de los sabores dulce, salado, ácido, amargo, umami, astringente y metálico. Los tres últimos son incorporaciones recientes.

Papilas gustativas, al microscopio. Dr. Norbert Lange / Shutterstock

Los expertos realizaron escaneos microscópicos en 3D y, gracias al aprendizaje automático (una herramienta de inteligencia artificial), descubrieron que las características geométricas y topológicas de las papilas son únicas y consistentes entre individuos. Hasta el punto de que podrían utilizarse como método de identificación personal.

Tras analizar los datos, también descubrieron que eran especialmente efectivas para predecir variables biológicas como la edad y el sexo con cierto grado de acierto. Esto reafirma que las papilas de cada persona son únicas.

Y por si fuera poco, los resultados del trabajo sugieren una conexión profunda entre esta singularidad y nuestras preferencias alimentarias. Los nuevos conocimientos podrían traducirse, por ejemplo, en el desarrollo de alimentos saludables que, además, fuesen del agrado de cada individuo, un sueño para la mayoría de la humanidad. Esto contribuiría a prevenir muchas patologías relacionadas con lo que nos llevamos a la boca, como la diabetes o el colesterol.

Por último, los hallazgos abren una vía de investigación para mejorar el diagnóstico temprano de cánceres orales, según aseguran los expertos.

Un órgano incansable

Al margen de sus papilas, la lengua presenta otras características sorprendentes. En primer lugar, y gracias los 17 músculos que la conforman, es uno de los órganos más fuertes y más flexibles del cuerpo humano. Supera las prestaciones, por ejemplo, del cuádriceps o del glúteo en proporción con su tamaño.

Por otra parte, es el único grupo de músculos voluntarios que no se fatiga tras su uso. Podemos estar horas y horas en conversaciones eternas sin después sufrir las temidas “agujetas”. No descansa ni cuando dormimos, ya que su actividad es necesaria para poder tragar la saliva.

Sus movimientos también son indispensables para comer y llevar los alimentos de una zona a otra y poderlos masticar, mientras que los bebés la usan al realizar el movimiento de succión cuando maman. Y un dato curioso: entre el 65 y 81 % de la población puede doblar la lengua en forma de u. Estudios en hermanos gemelos han determinado que esta habilidad está influida no sólo por la herencia genética, sino también por factores ambientales.

Entre el 65 y 81 % de la población puede hacer este gesto. sruilk / Shutterstock

Además, es la parte del cuerpo que se cura más rápidamente. Los tejidos que la forman y el contacto constante con la saliva facilitan que las llagas y pequeñas heridas que se forman en la lengua desaparezcan en muy poco tiempo. Precisamente, un estudio realizado en 2017 detectó en la saliva un péptido (histatina-1) que promueve la formación de vasos sanguíneos, fundamental para el proceso de cicatrización.

Marcada por el estrés

Aunque la lengua también tiene sus debilidades: al igual que otras partes de nuestro cuerpo, se ve afectada por el estrés o la ansiedad, que pueden abocarnos a tener una lengua dentada. Así se denomina la adaptación de su forma a los dientes, que está causada, en la mayoría de las ocasiones, por un excesivo empuje lingual.

Y para finalizar, volveremos a las papilas gustativas. ¿Sabía qué cuando nacemos se distribuyen por toda la boca? Con el tiempo, esta dotación papilar se va recortando y solamente quedan las que se encuentran en la lengua, que no son pocas: contamos con alrededor de 10 000.

En conclusión, el órgano muscular de la lengua, aunque pequeño en comparación con otros músculos del cuerpo, desempeña un papel crucial en funciones tan básicas como la deglución, el habla y el sentido del gusto. Incansable, superflexible y resistente, conocerla mejor puede abrir caminos insospechados a la medicina y, por qué no, al disfrute de los alimentos.

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