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Fotograma de la serie ‘Patria’ (Alea Media para HBO España, 2020). HBO Europe

Retrato actual de ETA en la pantalla

Tras su adiós a la violencia, sigue abierta la batalla por el relato acerca de la historia de ETA, el grupo terrorista vasco nacido en 1959 y desaparecido en 2018. En este combate por la memoria, el cine y la televisión tienen especial trascendencia. Este artículo analiza la producción audiovisual reciente sobre este tema.

Cine y televisión

La competencia de los nuevos soportes y la incidencia de la covid-19 han hecho entrar en crisis al cine en las salas. Pese a ello, en los cinco últimos años se han estrenado diez largometrajes sobre la violencia vasca. Entre ellos hay un alto porcentaje de documentales. Es el caso de Bajo el silencio (Iñaki Arteta), Lagun y la resistencia contra ETA (Belén Verdugo) o Caminho longe (Josu Martínez y Txaber Larreategi). En cuanto a la ficción, se han estrenado en este último lustro cuatro largometrajes: Fe de etarras (Borja Cobeaga), Cuando dejes de quererme (Igor Legarreta), El hijo del acordeonista (Fernando Bernués) y Maixabel (Icíar Bollaín).

La actriz Blanca Portillo, protagonista del filme Maixabel, junto a Icíar Bollaín. RTVE

Este incremento de la producción audiovisual sobre ETA es aún mayor en televisión. Tanto las cadenas convencionales como las nuevas plataformas han emitido obras sobre este tema. En total, en solo cinco años suman catorce producciones, documentales y de ficción. En esta cifra se incluyen varias series que, por su duración, tienen más impacto que un mero telefilme.

Destacan dos series documentales, producidas por Movistar+ y Amazon respectivamente: ETA: el final del silencio (2019), de Alfonso Cortés Cabanillas y Jon Sistiaga; y El desafío: ETA (2020), de Hugo Stuven.

Más impacto han tenido dos series de ficción con un alto índice de popularidad: La línea invisible (2020), que fue dirigida por Mariano Barroso para Movistar+, y la adaptación de la exitosa novela Patria de Fernando Aramburu, una producción de HBO (2020) ideada por Aitor Gabilondo.

Todo ello confirma que no ha cesado el interés audiovisual por la historia de ETA. Así, se ha dejado atrás el dicho que algunos productores repetían hace unas décadas. Hablaban entonces de que ETA era “veneno para la taquilla”. Es cierto que algunas obras cinematográficas han pasado inadvertidas. Pero otras producidas recientemente, como Patria y La línea invisible, han tenido un éxito importante. Ello indica que hay un público deseoso de ver a ETA en la pantalla.

Enfoques diferentes

El género de estas producciones es muy variado. Destacan el documental y las ficciones dramáticas. En estas últimas hay obras basadas en hechos reales (La línea invisible o Maixabel) y adaptaciones literarias (Patria y El hijo del acordeonista). El humor, con un tratamiento crítico con la violencia, también se ha abierto hueco, con comedias como Fe de etarras.

Cartel de Pays Basque et Liberté: un long chemin vers la paix. Sister Productions

La mayor parte de las obras recientes han intentado evitar justificar la violencia. A la vez, han rescatado la memoria de las víctimas de ETA. Sin embargo, hay una heterogeneidad que refleja la libertad creativa de los realizadores. También ha influido en este caleidoscopio la batalla por el relato en torno al terrorismo vasco. Por ejemplo, algunos documentales presentan a los miembros de ETA como víctimas del Estado y apoyan las políticas de memoria de la denominada izquierda abertzale. Así sucede con Caminho longe y la producción francesa Pays basque et liberté, un long chemin vers la paix (2020), de Thomas Lacoste.

Frente a este enfoque, otras películas han tratado de deslegitimar a ETA y de honrar a sus víctimas. El documental ha sido el género elegido más frecuentemente para este fin. Para ello han sido clave obras como ETA: el desafío y Bajo el silencio. Esta tendencia se ha extendido a la ficción, aunque su mensaje puede parecer menos claro. Ello se debe a las propias características narrativas y dramáticas de la ficción.

Esta particularidad explica que se hayan producido polémicas en torno a series como Patria o La línea invisible. En Patria, el controvertido cartel con el que se presentó en el Festival de San Sebastián fue más polémico que la serie en sí. Ese póster enfrentaba una escena de torturas policiales con otra de un asesinato de ETA.

La línea invisible trata de los primeros asesinatos de la banda terrorista en 1968. Aunque deslegitima por completo a ETA, no faltaron algunas críticas. Hubo protestas aisladas por el tratamiento de la Guardia Civil en la serie. También fue objeto de debate el modo en que esta humanizaba a Txabi Echebarrieta, el primer miembro de ETA en matar y en morir.

Algo semejante ha sucedido con Maixabel. Esta película cuenta la historia real de la viuda de Juan María Jáuregui, asesinado por ETA en el año 2000. La protagonista eligió entrevistarse con los etarras arrepentidos que habían participado en el asesinato de su marido.

Ello acerca a Maixabel a la idea de reconciliación, que ha sido criticada por algunas asociaciones de víctimas. Estas defienden que este concepto solo es posible cuando ha habido dos bandos enfrentados. Algo que no ha sucedido en el País Vasco. No obstante, en el filme de Bollaín también queda clara la maldad de ETA, cuya violencia no tiene ninguna justificación posible.

Conclusión

Algunos pensaban que el cine y la televisión tenderían a olvidarse de ETA tras el final de la violencia. Pero, como acabamos de ver, se han seguido produciendo obras audiovisuales en torno a la organización terrorista. Este interés no puede separarse de la batalla por el relato en torno a ETA. Por ello sigue habiendo historias, enfoques e ideas heterogéneas.

No obstante, en general, la producción audiovisual reciente sobre el terrorismo ha tendido a deslegitimar a ETA. También ha puesto en un primer plano la memoria de las víctimas. El hecho de que se hayan producido algunas polémicas en torno a estas obras es una demostración de las complejas relaciones entre producción audiovisual, historia y sociedad.

En cualquier caso, es de esperar que sigan haciéndose nuevos documentales y obras de ficción sobre ETA. Desde perspectivas diferentes y respetando la voluntad creativa de sus autores, pueden ayudar a difundir la verdadera historia de ETA y a reconocer el daño causado a las víctimas.

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