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Retrato de Denis Diderot. Louis Michel Van Loo

Diderot, La Enciclopedia y The Conversation

Hay una Enciclopedia que lo es por antonomasia. El ciclópeo proyecto de Diderot que marca toda una época. Su estela nos continúa interpelando. Máxime al comprobar que todavía está por culminar el ambicioso programa de la Ilustración.

Diderot quiere cambiar el modo de pensar estereotipado. Con ello, está convencido de contribuir a transformar el orden social dado. Con ciudadanos más reflexivos y mejor informados. Acostumbrados a pensar por sí mismos.

Ese hábito nos emancipa de cualquier tutela paternalista y del imperio de la superstición. Tal como proclama la divisa kantiana de atreverse a utilizar el propio entendimiento. Debemos formarnos nuestro propio juicio sobre cualquier asunto sin recurrir a manidos eslóganes o consignas. Por eso resulta vital no arrinconar a las humanidades en el nuevo mundo digital y reivindicar las aportaciones del pensamiento filosófico.

De vivir en estos tiempos, Diderot no sólo sería un asiduo colaborador en revistas y plataformas digitales como The Conversation. En realidad las promovería. Eso es lo que hace después de todo con su Enciclopedia. Un proyecto al que consagra buena parte de su vida. Y también al colaborar al final de sus días en la revolucionaria Historia de las dos Indias del abate Raynal.

Una gran aventura intelectual

Pedestal de la estatua dedicada a Diderot en el Panteón de París, con la leyenda: La Enciclopedia prepara las ideas de la revolución. Roberto R Aramayo, Author provided

Es apasionante repasar los avatares experimentados por esta gran aventura intelectual. Para ello contamos con las amenas páginas que le dedica Philipp Blom. Por eso resulta muy recomendable leer su Encyclopédie: El triunfo de la razón en tiempos difíciles. Una lectura que puede complementarse con el estudio de Jacques Proust sobre Diderot et l’Encyclopédie. Y –por qué no– con mi contribución al volumen de homenaje a Manuel Cruz Vivir para pensar. Su título es “Diderot y su revolución del pensar por uno mismo”.

Lo que comienza siendo una simple traducción de un diccionario enciclopédico inglés, deviene un emblema para el Siglo de las Luces. Sólo Diderot y su gran dinamismo intelectual podían arrostrar las dificultades que fueron jalonando el itinerario de tan magno e inusitado proyecto editorial.

Algunos colaboradores de lujo y otros devotos

Entre los colaboradores de la Enciclopedia encontramos a Rousseau. Este no se contenta con redactar las entradas musicales pactadas al inicio. Aporta un texto tan fundamental para su pensamiento político como su Discurso sobre economía política. En él polemiza con las tesis expuestas por Diderot en su artículo sobre Derecho natural.

Lectura en casa de Diderot, de Jean-Louis-Ernest Meissonier. Wikimedia Commons

Pero quien se lleva la palma, por su entusiasmo y número de colaboraciones, es el caballero de Jaucourt. Autor de ocho artículos diarios entre 1759 y 1765, tuvo que vender su casa de París para pagar a sus cuatro secretarios. Y lo más curioso es que fue Le Breton, principal editor financiero de la Enciclopedia, quien se la compró con el dinero que le había pagado previamente por su colaboración.

Censura e ingenio

Al guionista Rafael Azcona la censura le hizo aguzar el ingenio. Por eso nos legó los guiones de películas tan impagables como El pisito, Plácido y El verdugo. En ellas denuncia una sórdida realidad social en clave de humor. Su sátira es tan sutil que logra burlar la censura en pleno franquismo.

Plácido.

Diderot es encarcelado en plena juventud. La censura repara en su temprana irreverencia para con el trono y el altar. Sin embargo, luego se atreve a explicitar cómo sortear a los censores. En el artículo titulado Enciclopedia enumera las ventajas de las referencias cruzadas entre diversos artículos con razonamientos opuestos. Ello permite a los lectores meditar y escoger lo que les parece mejor argumentado.

Diderot y la Ilustración.

La ironía juega un papel destacado en esta metodología. Por eso el artículo Antropófagos nos reenvía a los de Eucaristía, Comunión, y Altar. O el artículo Creer remite al de Credulidad. Diderot descubre sus cartas en el artículo titulado Enciclopedia:

“Cuando sea menester, las referencias contrastarán los principios y socavarán secretamente ciertas opiniones ridículas que no se atrevería uno a insultar abiertamente”.

Gráficos, láminas e ilustraciones

Lámina de la Enciclopedia. Creación de vidrio. Wikimedia Commons

Una característica fundamental de la Enciclopedia son sus ilustraciones. De sus veintiocho volúmenes, once contienen gráficos, dibujos y representaciones con los contenidos más diversos. No en vano era un Diccionario razonado sobre las ciencias, las artes y los oficios. Diderot supervisa personalmente cada una de las láminas. Quiere comprobar que reflejan fielmente lo tratado. Aunque se vende por suscripción a un alto precio, la Enciclopedia de Diderot cumple con sus objetivos. Hace más accesible un compendio del saber de su tiempo.

Al principio Voltaire desconfía de que una obra voluminosa pueda propagar ideas nuevas. Cree más eficaces los textos cortos e incisivos. Él mismo redacta un Diccionario filosófico portátil. Pero finalmente Voltaire le dedica estas líneas de reconocimiento a Diderot en su correspondencia:

“Sólo vos eráis capaz de un esfuerzo tan prodigioso, donde hay tantos artículos admirables. Las flores y los frutos se prodigan con tanta profusión que se atraviesan cómodamente los zarzales. Os considero como un hombre necesario para el mundo, nacido para esclarecerlo y aplastar el fanatismo y la hipocresía”.

Precursor del espíritu de las herramientas digitales

Si Diderot viviera hoy, sería un firme partidario de plataformas digitales como The Conversation. Porque le agradaría ilustrar sus razonamientos con alusiones cinematográficas o literarias. Y enriquecerlos con enlaces de internet que permiten ampliarlos. Tal como hacían las referencias cruzadas de sus artículos. Además estaría encantado de obtener una gran difusión en un público muy amplio. Lectores que pueden cruzar fácilmente sus informaciones para formarse su propio parecer por sí mismos.

Pues tal era el sueño de Diderot al escribir sus cuentos y ensayos, sus novelas y críticas de arte, los artículos para su Enciclopedia o sus contribuciones anónimas de intervencionismo político a la Historia de las dos Indias: transformar la sociedad mediante un modo de pensar autónomo, no sujeto a los tópicos y a las inercias.

Parece obvio que su empeño sigue siendo necesario. Hace falta tener criterio para no dejarnos engañar por las patrañas y los bulos, las Fake News y los “hechos alternativos”. Nunca hemos tenido acceso a tanta información. El problema es procesarla. Saber cribarla para no sucumbir bajo semejante avalancha de supercherías. Aprender a discernir para no quedar atrapados en las telarañas que va entretejiendo la demagogia.

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