En una visita a la localidad de Muxía, en la Costa da Morte, durante el fin de semana del 23 y 24 de noviembre de aquel 2002, notamos un fuente olor a fuel. Ese mismo domingo decidimos suspender las clases del Graduado Superior en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Santiago de Compostela y dedicarlas a otra labor: analizar el vertido de fuel que desde hacía unos días teñía de negro el mar y la costa de Galicia.
El día 19 de noviembre de 2002 se hundía a primera hora de la mañana el petrolero monocasco Prestige después de una semana de recorrido por el litoral gallego. La odisea comenzó el 13 de noviembre, cuando se recibía la primera llamada de auxilio del buque a unas 12 millas de la costa. Ese día se comenzaba a mascar otra tragedia medioambiental, casi diez años después de la última producida por otro petrolero, el Mar Egeo, cerca de la Torre de Hércules en A Coruña. Y antes de este, se habían producido ya otros hundimientos:
Petrolero Polycommander (1970): se hunde en la ría de Vigo.
Petrolero Urquiola (1976): se hunde a las puertas de A Coruña.
Petrolero Andros Patria (1978): sufre un severo accidente frente a Malpica.
Buque Casón (1987): se hunde cerca del faro Finisterre.
Petrolero Mar Egeo (1992): se hunde a la altura de la Torre de Hércules de A Coruña.
Petrolero Prestige (2002): se hunde enfrente de las costas gallegas.
El corredor marítimo de Finisterre supone una verdadera autopista de buques. En el 2019 pasaron frente a las costas gallegas unos 36 000 buques que llevaban 250 millones de toneladas de mercancías, lo que da una magnitud del flujo de materiales asociadas al modelo de consumo europeo basado fundamentalmente en la economía lineal.
El accidente del Prestige supuso un cambio en la configuración del corredor marítimo de Finisterre, pasando a estar en una franja entre las 20 y 40 millas, y la extensión de la legislación de doble casco de los buques petroleros.
La marea negra
Una marea negra se produce por un derrame de petróleo o sus derivados en el mar debido al accidente y/o naufragio de los barcos que lo transportan. Estos derrames perjudican gravemente la vida marina y la pesca, así como a los ecosistemas costeros.
Desafortunadamente el Prestige transportaba fuel, esto es, el componente más pesado del petróleo (y, por tanto, con una biodegrabilidad muy baja), constituido por los residuos de las destilaciones del crudo y que se utiliza en instalaciones térmicas o en motores diésel lentos.
El barco poseía una carga declarada de 77 000 toneladas de fuel M-100. De ellas, se vertieron directamente al mar unas 63 000 toneladas. Finalmente, todo ello se convirtió en más de 180 000 toneladas de residuos en sus diferentes formas: crudo, mezcla con arena y mezcla con agua de mar.
Los efectos directos e indirectos de la marea negra provocada por el Prestige fueron establecidos por la justicia en unos 2 500 millones de euros, aunque desafortunadamente será muy difícil que se pueda obtener finalmente esa cantidad por parte de la armadora o la aseguradora del barco.
La marea blanca
En la universidad, la semana siguiente al hundimiento dejamos de lado el programa habitual e hicimos un análisis del vertido desde diferentes perspectivas (ambientales, económicas y sociales) formando grupos de trabajo entre el alumnado y el profesorado de la titulación en ingeniería ambiental.
El miércoles 27 de noviembre, estudiantes y profesores participamos en las tareas de limpieza.
Comenzó entonces la marea blanca que traería a Galicia a voluntarios de los cinco continentes. Entre noviembre de 2002 y julio de 2003 se realizaron más de 320 000 actuaciones de voluntarios, con un máximo de participación en el mes de enero con más de 85 000 voluntarios.
Además, la conciencia social de la catástrofe pivotó a través de la plataforma Nunca Máis, que cristalizó el 1 de diciembre de 2002 en una de las manifestaciones más numerosas celebrada en Galicia. Acudieron unas 200 000 personas, aproximadamente el 10 % de la población adulta gallega.
La ciencia al rescate
Al igual que con la pandemia de la covid-19, la ciencia se puso al servicio de la sociedad y se multiplicaron los ensayos para estudiar los derrames de petróleo en el mar desde una visión multidisciplinar.
Así, se analizaron diferentes opciones para la eliminación del fuel por sistemas off-site (residuos recolectados y depositados en balsas) como on-site (fuel sobre las playas y rocas) con sistemas físicos, químicos y/o biológicos.
La bioestimulación de la flora autóctona y la combinación con biocatalizadores externos se mostraron buenas opciones para acelerar la biodegradación del fuel, sobre todo de los hidrocarburos aromáticos policíclicos de elevada toxicidad.
La prevención, la solidaridad y la ciencia y tecnología se han demostrado como unas buenas armas para afrontar los grandes desafíos de diferente índole que ha tenido, tiene y tendrá la humanidad.