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Larva de lubina (Dicentrarchus labrax). Shutterstock / Alexandre Le Bourdais

¿Se ha disparado el uso de animales de experimentación en España? No, solo el de larvas de lubina

Como cada principio de noviembre, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) del Gobierno de España ha publicado los datos de usos de animales en investigación, enseñanza y otros fines, en cumplimiento de la legislación europea y nacional.

Los datos siempre corresponden al año anterior. Por eso ahora, en 2022, conocemos los datos de usos de animales correspondientes a 2021 de todo el país. Este es un importante ejercicio de transparencia que hay que agradecer al MAPA, porque permite que todos podamos conocer cuántos animales se han destinado a investigación, docencia y otros fines, qué especies se han utilizado, qué tipo de procedimientos, si son o no modificados genéticamente y otros datos adicionales.

Pues bien, desde 2016, y dentro de las actividades del acuerdo COSCE por la transparencia en experimentación animal, al que ya se han unido 160 instituciones de todo el país, vengo usando estos datos oficiales de número de usos de animales que publica el MAPA para analizarlos en forma de gráficas que permitan obtener una perspectiva histórica, para poder seguir la evolución de estos valores.

Las cifras de uso de animales en investigación, docencia y otros fines correspondientes a 2021 deberían haber sido relativamente similares a las de los años inmediatamente anteriores, con ligeras variaciones al alza o a la baja. Pero no ha sido así. El número total de uso de animales para los fines indicados no solo no ha disminuido sino que ha aumentado considerablemente. ¡Nada menos que un +69 % desde el año anterior (2020)! De documentar 761 012 usos en 2020 pasamos a 1 289 315 en 2021. ¿Cuál es la explicación de este incremento tan significativo?

La explicación, que aparece recogida en el informe publicado por el MAPA, es la inclusión de un solo proyecto de experimentación animal no invasiva en piscicultura que involucra más de medio millón de larvas de lubinas. Estas lubinas llegaron a la fase de larvas de alimentación autónoma y, por ello, según la Directiva Europea 2010/63/UE y el Real Decreto 53/2013 y Ley 6/2013, deben ser contabilizadas individualmente como animales de experimentación.

Este único proyecto añade 526 820 usos, casi quintuplicando el uso de peces registrado el año anterior. Estamos contabilizando centenares de miles de larvas de lubina con alimentación autónoma (número estimado, imposible contarlas individualmente) y dándoles el mismo valor que el de cualquier cerdo, primate no humano, perro, gato, rana, pollo, conejo, oveja, vaca, caballo, cabra, ratón o rata que también tenemos que contabilizar individualmente. Sensu stricto esto es lo que hay que hacer, es lo que dice la ley. Pero no tiene demasiado sentido.

A este efecto se le suma también el efecto pospandemia: el informe MAPA recoge que ha habido un aumento de proyectos de experimentación animal autorizados en 2021 superior al número de proyectos que solían autorizarse antes de la pandemia covid-19.

Analizar más allá de los números

Este dato de las lubinas distorsiona fuertemente los datos globales, que requieren ser analizados en detalle y en contexto para tener una perspectiva real de la evolución temporal desde que tenemos datos (desde 2009 hasta 2021).

Basta eliminar de las gráficas a los peces para que el paisaje cambie diametralmente y aparezcan unos números mucho más equilibrados y sostenidos en el tiempo, con un descenso moderado, pero descenso en definitiva. Entre 2009 y 2021, el uso de animales de experimentación (sin peces) se habría reducido un -17 % (y un ascenso muy pequeño desde 2020 de un +3%). Y estos datos tienen mucho más sentido, son mucho más lógicos.

La mayoría de los animales se usan para investigar

La siguiente pregunta que nos podemos hacer es para qué usamos esos animales de experimentación. En relación con su finalidad, los datos son muy claros. Hasta un 88,5 % de los usos de animales reportados se dedican a investigación (tradicionalmente más próximo a 80 %, pero las lubinas han hecho efecto también en estos números).

Les siguen un 10,4 % dedicados a usos reglamentarios. Por ejemplo, es necesario usar perros para validar la seguridad y eficacia de determinados medicamentos, como las terapias génicas de enfermedades metabólicas, antes de saltar a los correspondientes ensayos clínicos, siguiendo la normativa.

En cuanto al tipo de procedimientos aplicados, vuelve a suceder que la inmensa mayoría de ellos tienen una severidad leve o moderada (91 %) y solamente un reducido número de ellos (6 %) se consideran severos y han sido autorizados como tales, justificadamente, de acuerdo a las necesidades experimentales.

Más peces y más reptiles

En relación con las especies que se utilizan mayoritariamente este año 2021 hay un cambio, esperado, que nuevamente viene de la mano del medio millón de lubinas. Esto dispara el porcentaje de peces hasta el 48 % de todos los animales usados (el 86 % son lubinas), colocándose en el primer puesto. Les siguen los roedores (ratones, sobre todo) con un 40 %, en segundo lugar. Las aves, que en 2020 ocuparon el segundo puesto, pasan a un tercero con un 9 % del total de usos reportados. Y el resto de especies y animales acumulan unos usos mucho más limitados.

Es importante fijarse en la escala de cada una de estas gráficas: mientras que en roedores y aves hablamos de centenares de miles, en conejos y cerdos bajamos un orden de magnitud para hablar de solo miles de individuos.

Recogiendo en una gráfica resumen todas las variaciones porcentuales en el uso de los diferentes tipos de animales observadas en 2021, en relación con 2020, destaca el valor casi quintuplicado de los peces (debido al medio millón de lubinas), y al aumento considerable de reptiles (en relativo, que casi cuadriplica el número usado el año pasado, sube un 382,5 %). El resto de animales tienen variaciones mucho menores.

En cuanto a los animales puramente de granja se observa un descenso en el uso de bóvidos (vacas) (-4,85 %), de cabras (-28,38 %) y de ovejas (-8,49 %), junto a un aumento en el uso de équidos (caballos, burros) (28,94%).

Las ovejas se usan como modelo animal de diversas enfermedades humanas. Las cabras, ovejas y caballos se usan como modelo animal para testar procedimientos de ortopedia para reparar articulaciones dañadas. Todos estos grandes animales de granja, incluyendo a los cerdos, también se usan para desarrollar y validar procedimientos quirúrgicos innovadores, antes de ser testados en seres humanos.

Respecto a los animales que generan una mayor empatía social, se aprecia un ligero descenso en gatos (-4,88 %), un aumento en perros (+44,23 %) y en primates no humanos (+32,42 %). Pero conviene hacer notar, en porcentajes relativos, que los gatos, perros y primates no humanos representan, en conjunto, solamente el 0,2 % de todos los usos de animales reportados en 2021.

Finalmente, el uso de los anfibios ha disminuido (-38,60%); mientras el de los reptiles se ha disparado enormemente (+382,50 %).

Creo que este es uno de los ejemplos más directos de transparencia en experimentación animal: contar a la ciudadanía cuántos usos de animales se acumulan en un año determinado y a qué se destinan estos animales.


La versión original de este artículo fue publicada en GenÉtica, el blog del autor en Naukas.


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