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Barrios de tugurios en Angola, África. Adriana Mahdalova / Shutterstock

¿Se puede mejorar la redistribución de la riqueza sin comprometer la sostenibilidad ecológica?

La economía mundial se enfrenta a una paradoja de difícil solución: ¿cómo mejorar las condiciones de vida de las personas más pobres a la vez que se protegen los recursos naturales?

Esta contradicción ha propiciado el debate sobre la función del Estado como administrador y proveedor de un orden redistributivo y el papel del mercado como mecanismo eficaz para incrementar y equilibrar la riqueza de los ciudadanos.

La cuestión es que si por un lado existe una creciente preocupación por la desigualdad y la pobreza, por el otro también se reconoce la necesidad urgente de abordar la sostenibilidad ecológica para preservar el planeta y asegurar un futuro próspero a las generaciones venideras.

Estas dos agendas a menudo parecen entrar en conflicto, planteando la pregunta: ¿es posible que mejore la redistribución de la riqueza sin comprometer la sostenibilidad ecológica?

Emergencia climática y consumo creciente

La emergencia climática lanzada por la comunidad científica enlaza con las advertencias de sir Thomas Malthus sobre el ritmo de crecimiento del consumo de los recursos naturales y su efecto en la emisión de gases de efecto invernadero, estrés hídrico y pérdida de la biodiversidad.

Probablemente una de las razones de este fenómeno sea la incorporación al mercado mundial de un número creciente de individuos ávidos de ver mejoradas sus condiciones de vida, acompañada de un incremento en la oferta de bienes y servicios para satisfacer esa demanda.

El aumento de la esperanza de vida y el incremento del bienestar general es un bien deseable, independientemente de cualquier postura ideológica, pero la cuestión que surge es si estamos preparados para abastecer una avalancha creciente de demanda de recursos.

Los más ricos, los que más contaminan

Entre otros organismos internacionales, Oxfam y Naciones Unidas sostienen que ese 10 % de habitantes del planeta que disfrutan de mejores niveles de vida son los responsables del 50 % de las emisiones de CO₂.

Asimismo, afirman que un habitante de un país rico contamina 38 veces más que un habitante de un país pobre y que un habitante de una ciudad contamina mucho más que una persona que viva en un medio rural.

Entre los países con mayores niveles de emisiones de CO₂ están China, Estados Unidos, Rusia y la India, que son además algunos de los principales productores de bienes y servicios, independientemente de su nivel de renta per cápita.

Emisiones totales de GEI (gases efecto invernadero) en gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente y GEI per cápita en toneladas de dióxido de carbono equivalente.
Emisiones totales de GEI (gases efecto invernadero) en gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente y GEI per cápita en toneladas de dióxido de carbono equivalente. UNEP

La conclusión es muy clara. No cabe duda de que si una persona compra en un supermercado, viaja en coche o en avión y disfruta de calefacción y refrigeración en su hogar, seguramente va a contaminar más que una persona que no pueda acceder a dichos bienes y servicios.

No obstante, el problema que planteamos es cómo, sin renunciar a que cada vez más individuos se vayan incorporando a un nivel o calidad de vida superior, sea posible alcanzarlo sin condenar al planeta y a las generaciones futuras.

Una pequeña esperanza

Algunos de los países más avanzados y con mejor distribución del ingreso están logrando avances importantes en materia de reducción de las emisiones de carbono, sin renunciar a las ventajas de un nivel de vida desarrollado, al fomentar la eficiencia energética y la protección de los ecosistemas.

Las claves residen en tener una población mejor educada y en que el Estado plantee incentivos económicos que permitan desarrollar y utilizar tecnologías más eficaces, a la vez que consumir recursos de manera más eficiente.

Esta combinación de acciones permitiría albergar la esperanza de un crecimiento y desarrollo más sostenible en el tiempo.


Este artículo ha sido escrito conjuntamente con Pablo Losoviz Adaui, experto en Contabilidad y Finanzas.

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