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Un marco multilateral para el español

Los desafíos a los que se enfrenta el español en el mundo requieren la colaboración entre todos los países que han recibido la herencia cultural hispana. La batalla cultural contra lo hispano en Estados Unidos, el interés de China por Latinoamérica y la explosión demográfica africana son solo algunos de los retos inmediatos.

El estado del español en el mundo se conjuga con verbos celebratorios: crece, avanza, aumenta, mejora, suma, multiplica y se enriquece; se extiende, se habla, se lee y se escribe con superlativos. La situación internacional del español es muy positiva, pero no parece tanto el resultado del cultivo planificado desde las políticas públicas de los países que comparten ese legado cultural como un fenómeno autónomo, silvestre, vinculado a la multitud de variables –demográficas, económicas, políticas y geopolíticas– que le afectan, y que en los últimos años se ha beneficiado de un contexto favorable.

Evolución de la población de los países de habla hispana. UN DESA Population Division

El momentum demográfico de los países de habla hispana se extiende desde hace algunos años: si se suma de forma bruta, la población de 21 países de habla hispana suponía 170 millones de personas en 1960. Hoy son 453 y en 2050 alcanzará nada menos que 568 millones de habitantes. Pero para entonces el mundo será otro no solo más poblado, sino con nuevos centros y nuevas periferias.

Mientras que en la actualidad los países de habla hispana constituyen el 6,14% de la población mundial, para 2050 esa cifra descenderá al 5,85% –es decir, el mismo peso que en el inicio de la década de los setenta– y al 4,85% en 2100.

El español está en su momentum demográfico, pero el peso relativo de la población hispanohablante en el mundo está reduciéndose, ya desde esta década, hasta retroceder en las próximas a los niveles de mediados del siglo XX, e incluso más atrás.

China y Estados Unidos, territorios de esperanza

Pese a ello, es el interés por el crecimiento de América Latina el que sigue sirviendo de estímulo para promover el español en todo el mundo. La reciente decisión de China de incorporar el español al curriculum de la enseñanza secundaria (que cursan más de ochenta millones de jóvenes) o la insistencia de los informes sobre “Idiomas para el futuro” del British Council en recomendar la enseñanza del español subrayan el afianzamiento del papel de Latinoamérica en el mundo.

Otro de los territorios de esperanza para el español ha sido siempre Estados Unidos, pero cada vez está menos claro si la superpotencia se encamina hacia el melting pot o al bilingüismo. Y no solo por la estigmatización hispana y la regresión en materia de multiculturalidad de los dos años de Trump, sino por el descenso del flujo migratorio (es bien sabido que las segundas y terceras generaciones de hablantes de herencia pierden progresivamente su lengua materna) y la separación de lengua e identidad: el 71% de los hispanos cree que para serlo no es necesario hablar español, y entre los hispanos nacidos en Estados Unidos ese porcentaje llega al 87%, según Pew Research.

Origen de los emigrantes llegados a Estados Unidos. Pew Research Centre

Ni los lobbies ni los consejos de asuntos hispanos incluyen entre sus prioridades cuestiones relacionadas con el español. Tampoco existen iniciativas organizadas para dotar al español de un estatus similar al del inglés en las instituciones públicas, aunque las políticas de «English only» o «English official» se han multiplicado en las últimas décadas por todo el país.

Lenguas y geopolítica

La batalla de la geopolítica de las lenguas se está desplazando ahora hacia los territorios de mayor crecimiento económico y demográfico: Asia y África.

Evolución de la demografía mundial, por continentes. UN DESA Population Division

Tanto la Organisation International de la Francophonie como la Comunidade dos Países de Língua Portuguesa impulsan acciones de cooperación para convertir a sus idiomas en lenguas francas regionales y en la herramienta para estrechar los vínculos, no solo los culturales. El atractivo de estas estrategias es tal que Guinea Ecuatorial convirtió primero al francés (1998) y después al portugués (2010) en lenguas oficiales para poder adherirse a ambas redes, aunque apenas tengan hablantes en el país.

Distribución geográfica de los países miembros de la OIF y la CPLP. Elaboración propia sobre datos de OIF y CPLP

Más allá del panhispanismo: de los diccionarios a las políticas culturales

El español carece de un instrumento de cooperación internacional equiparable a la Francophonie o a la Lusofonía. Desde la RAE y el Instituto Cervantes se ha impulsado en estas últimas dos décadas una perspectiva panhispánica capaz de producir un nuevo consenso multilateral en materia lingüística (diccionarios, gramática, ortografía), reforzar la asociación de academias (ASALE), articular un sistema de certificación mutua (SICELE) o establecer un examen electrónico (SIELE). El congreso que hace unas semanas se celebró en Córdoba (Argentina) es otro ejemplo de ese enfoque.

Los centros de la acción cultural española en el exterior. Elaboración propia sobre datos del Instituto Cervantes y AECID

¿Cómo enfrentar el desafío demográfico, el desplazamiento geopolítico hacia oriente, el contexto contra la multiculturalidad, la competencia de las lenguas? La buena salud del español no puede hacernos olvidar la dificultad de los retos que nos esperan en el futuro.

Cuando hace pocos meses diecinueve embajadores de países hispanohablantes dirigieron una carta al Ministro de Educación japonés para pedir que en la revisión de la política educativa para 2020 se incorpore al español como idioma en la prueba de acceso a la universidad en Japón, estaban mostrando las posibilidades de acción en este nuevo escenario: hacer crecer la cooperación panhispánica del ámbito académico al político, de la lengua a las instituciones, y fijar objetivos multilaterales, estratégicos y compartidos para la promoción del español y la cultura en español en el mundo. Nos va mucho en ello.


Este artículo ha sido escrito con la colaboración de Rosana Hernández, estudiante de la Universidad de Boston.


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