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Cómo disfrutar de un chapuzón sin ahogarse en el intento

El medio acuático es perfecto para practicar infinidad de actividades con objetivos como mejorar la salud, desarrollar la condición física, competir, ejercer una profesión, divertirse o simplemente refrescarse.

Con la llegada de las altas temperaturas del verano, muchas personas deciden pasar su tiempo libre en las playas y piscinas. Desafortunadamente, si los gobiernos y la población no toman las medidas oportunas, pueden convertirse en un peligroso entorno.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es la tercera causa de muerte accidental del planeta. Cada año mueren en el mundo más de 236 000 personas por esta causa. El 90% de todas esas pérdidas se producen en países con ingresos bajos y medios.

En la Región del Pacífico Occidental el ahogamiento es el primer motivo de muerte entre niños de cinco a catorce años. En países como Bangladesh, supone el 43 % de todas las defunciones entre pequeños de uno a cuatro años.

Al final, su población se ve expuesta a la influencia de masas de agua que carecen de las infraestructuras necesarias para evitar el acceso involuntario al agua y atenuar los efectos de inundaciones o crecidas. Por ejemplo, de diques, presas, barreras o canalizaciones.

En estas áreas, muchas personas se ahogan diariamente al cruzar ríos caudalosos sin puentes seguros o al viajar o trabajar sobre embarcaciones precarias, mal equipadas y sobrecargadas con gente que no sabe nadar y desprovista de chalecos salvavidas.

Tanto en países pobres como ricos, las personas que viven en entornos de marginalidad se ven especialmente afectadas por el ahogamiento. Muchas de ellas no tienen acceso a la educación para desarrollar las competencias necesarias para evitarlo. Además, en la enseñanza básica, a la que sí que pueden acceder, no suelen priorizarse estas competencias.

Consecuentemente, cuando estas personas acceden al agua voluntaria o accidentalmente quedan completamente desprotegidas frente al ahogamiento.

Es una cuestión de justicia social que los gobiernos garanticen que toda la población escolar adquiera conocimientos que eviten el ahogamiento.

Hasta que todas las autoridades educativas decidan que ser capaz de sobrevivir en el agua es tan esencial como saber leer, escribir o calcular, conviene divulgar algunas de las medidas más eficaces para evitar ahogamientos.

1. Báñese en espacios acuáticos vigilados por socorristas

Según la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS), en España, desde el 1 de enero de 2015 hasta el 31 de diciembre de 2020, fallecieron por ahogamiento al menos 2 484 personas. De ellas, 2 058 (82,85%) se ahogaron en un espacio acuático que no estaba vigilado .

Sin duda, la labor preventiva e informativa de las plantillas de socorristas reduce el número y la peligrosidad de las imprudencias cometidas por los usuarios. Además, la población debería saber que realizar un rescate acuático puede ser una maniobra muy peligrosa. Sobre todo si quien lo lleva a cabo carece de la formación y el entrenamiento requeridos.

Todos los años hay que lamentar la muerte de personas que se ahogaron junto a aquellos a los que trataban de rescatar. Por tanto, si presencia un ahogamiento, debe avisar al socorrista, quien domina las técnicas de salvamento acuático y de soporte vital básico.

Desde el punto de vista de la prevención, seleccionar espacios acuáticos vigilados es tan recomendable como abrocharse el cinturón de seguridad antes de comenzar a circular con el coche.

2. Vigile a quienes puedan tener dificultades en el agua

Cualquiera puede ser víctima del ahogamiento. Ahora bien, las personas que tienen dificultades en el agua, como niños pequeños y personas mayores o con diversidad funcional, deben estar vigiladas constantemente por un adulto. También si disponen de manguitos, aros hinchables o colchonetas: pueden perderlos o deslizarse a través de ellos.

En el caso de los más pequeños, también hay que vigilarles cuando deambulan por los alrededores de las zonas de baño. Sobre todo, si no existen barreras que impidan su acceso al agua.

3. Evite bañarse bajo los efectos del alcohol y las drogas

Las drogas y el alcohol están relacionados con el ahogamiento en jóvenes y adultos. Su consumo disminuye la percepción de riesgo y la capacidad para nadar y desenvolverse en el agua con seguridad.

Quienes hacen uso de estas sustancias en zonas cercanas al medio acuático pueden ser víctimas de ahogamiento. Esto se debe a la mayor probabilidad de sufrir accidentes, como caídas accidentales al agua desde pasarelas, muelles o embarcaciones y la menor capacidad para resolverlos.

También son frecuentes los ahogamientos entre las personas que, tras la ingesta de alcohol o drogas, acceden “voluntariamente” al agua con una percepción muy distorsionada de sus capacidades y de los riesgos que asumen.

Dicho esto, resulta paradójico que la ingesta de alcohol antes y durante el baño esté socialmente aceptada. Incluso fomentada por anuncios publicitarios. Quizá habría que desarrollar campañas preventivas con mensajes como: “Si bebes, no te bañes”.

4. Evite las conductas temerarias. Preste atención a las banderas y carteles informativos del espacio acuático

Según la RFESS, en España, de las 2 484 personas que se ahogaron desde el 1 de enero de 2015 hasta el 31 de diciembre de 2020, 1 968 eran hombres (79,22%).

Parece que, en general, ellos se exponen más tiempo al agua y adoptan conductas más arriesgadas. Entre otras, trabajar sin dispositivos de seguridad, nadar o bucear en solitario, alejarse demasiado de la orilla, zambullirse en zonas con profundidad desconocida, entrar bruscamente en aguas frías, etc.

Tanto en playas como en piscinas es importante prestar atención a las banderas, carteles informativos y megafonía. Por ejemplo, si ondea la bandera roja, el baño está completamente prohibido para todos. También para quienes “naden muy bien” o discrepen sobre la peligrosidad del estado del mar.

5. Aprenda a nadar lo antes posible y mejore su seguridad en el agua

Impartir conocimientos básicos de natación, seguridad en el agua y salvamento a los niños en edad escolar disminuye el riesgo de ahogamiento y es viable. Los gobiernos deben garantizar que toda su población acceda a este tipo de formación.

Enseñar cultura acuática e impartir deportes y actividades acuáticas en la educación obligatoria supone una fantástica oportunidad para mejorar la seguridad del alumnado y de su entorno cercano. Por ejemplo, el salvamento y socorrismo es un deporte solidario que salva vidas y educa en los valores del ideario olímpico.

6. Reivindique su derecho a estar seguro en el agua

La población tiene derecho a beneficiarse de medidas ambiciosas que prevengan los ahogamientos, a nivel estatal e internacional.

Este grave problema no se resuelve adoptando soluciones parciales o locales. Es necesario crear una normativa general que regule cuestiones como la creación de espacios acuáticos seguros, la formación de socorristas, la estandarización de señales de seguridad acuática o la elaboración de estadísticas que detallen las causas del ahogamiento.

También hay que fomentar el desarrollo de investigaciones, dispositivos y campañas preventivas que ayuden a disminuir los ahogamientos.

En definitiva, para evitar el ahogamiento, ¡más educación acuática y más prevención!

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