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El reparto de los escaños en el Congreso: ¿todos los electores son iguales?

Hace años que se discute la posibilidad de reformar el sistema electoral para mejorar su proporcionalidad. En 2008 el Gobierno socialista encomendó un informe al Consejo de Estado. En 2018 dos partidos, Ciudadanos y Podemos, propusieron sustituir la regla d’Hondt por la Sainte-Laguë.

La manera de repartir los escaños en el Congreso no ha cambiado desde 1977. Los 350 diputados son elegidos en 52 circunscripciones (las 50 provincias más Ceuta y Melilla). El número de escaños por circunscripción depende de la población, con un mínimo de 2 escaños por provincia (1 en Ceuta y Melilla). Los electores votan a favor de una lista única sin poder modificar el orden de los candidatos. En cada circunscripción la regla d’Hondt transforma los votos en escaños con un umbral del 3%.

Cualidades de un sistema electoral

El grado de proporcionalidad de un sistema electoral depende de las características siguientes:

  • El número de escaños a repartir

  • La distribución de los distritos

  • El tipo de papeleta

  • La regla que transforma los votos en escaños

  • Y el umbral electoral.

Por otro lado, la proporcionalidad no es la única cualidad deseable. El sistema debe permitir la gobernabilidad, y la formación de mayorías en el Congreso justifica premiar el partido más votado. Proporcionalidad y gobernabilidad son a menudo dos criterios irreconciliables. Según la importancia dada a un criterio sobre el otro, la ciencia política define un sistema como proporcional o mayoritario. En un buen sistema electoral todos los electores deben recibir un trato igual, y es importante que cada uno pueda expresar sus preferencias de la manera más completa posible.

Según la Constitución el tamaño del Congreso debe estar entre 300 y 400 escaños, la ley lo ha fijado en 350. Una reforma electoral podría incluir un número variable de escaños.

Número de escaños en el Congreso

Hasta 1963 el parlamento italiano tuvo un número de escaños que dependía de la población. De hecho hubo propuestas en este sentido en la tramitación parlamentaria del anteproyecto de Constitución. Según el politólogo Rein Taagepera, el número de escaños de un parlamento se aproxima a la raíz cubica de la población. En España en 1977 esta cifra supondría 330 escaños, en la actualidad 360. En Alemania el número de escaños se usa como variable de ajuste para mejorar la proporcionalidad del reparto. En varios países europeos existen asociaciones de ciudadanos que militan para que el número de escaños esté relacionado con el número de votos en blanco (interpretados como votos en contra). Esta propuesta permitiría contabilizar todos los votos.

La Constitución establece la provincia como circunscripción electoral (además de las 2 circunscripciones de Ceuta y Melilla). El número de escaños por circunscripción es en general pequeño: en más de la mitad de las circunscripciones se reparten entre uno y cinco escaños. Solamente en siete provincias se reparten diez o más escaños.

Esta distribución premia a los partidos que consiguen más votos en circunscripciones pequeñas. A cambio desfavorece a los partidos cuyos votos se reparten entre las diferentes circunscripciones. La falta de proporcionalidad del sistema español no se debe tanto a la regla d’Hondt (o al umbral electoral) sino al elevado número de pequeños distritos.

Diputados por circunscripción en las elecciones al Congreso de los Diputados de 2019. Wikimedia Commons / IngenieroLoco, CC BY-SA

Para que la proporcionalidad sea efectiva hace falta un gran número de escaños a repartir. Si un solo escaño está en juego, un sistema proporcional lo asigna al partido más votado. Cuanto más pequeño es el distrito, menos proporcional resulta la distribución de escaños. El sistema actual se asemeja a un sistema mayoritario en los pequeños distritos y a un sistema proporcional en los (pocos) distritos grandes. En consecuencia, todos los electores no son tratados de manera igual: se enfrentan a un tipo de sistema electoral más o menos proporcional según su circunscripción. En particular, intereses específicos y minoritarios no tienen ninguna posibilidad de llegar al Congreso en una circunscripción pequeña.

Papeleta electoral

La papeleta electoral deja muy poco margen al elector para expresar sus preferencias y solamente se puede votar a favor de una lista única. No se puede escoger candidatos en listas diferentes como es el caso en el Senado (o la cámara de diputados de Luxemburgo), ni se puede alterar el orden de la lista (como es el caso en la mayoría de los países europeos). El elector no puede indicar su orden de preferencia (como es el caso en Irlanda). Tampoco ofrece la posibilidad de emitir una opinión positiva o negativa, como es el caso en Letonia.

Dos eslóganes del 1968, “Imaginación al poder” y “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, se pueden aplicar a las reformas electorales. El primero es necesario para buscar maneras en que todos, contentos y descontentos, participen en las urnas. Y el segundo pediría a los políticos que voten a favor de un sistema que permita al elector votar en contra de ellos.

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