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Ambiente callejero de Barcelona el 30 de enero de 2017. Shutterstock / Dino Geromella

¿Español o catalán? Las redes deciden

Convulsión, enfrentamiento y conflicto. Es la radiografía que las redes y los medios hacen de una Cataluña y de una España más divididas que nunca. ¿Independentista o constitucionalista?, ¿español o catalán? Imposible no posicionarse ante un debate que las redes han convertido en trending topic. Twitter, la plataforma preferida por los políticos, convierte en viral el mensaje de un nuevo protagonista: el influencer.

Miles de likes, retweets y comentarios de un público se multiplican en cuestión de segundos. La cuenta del candidato saca ventaja a la de su propio partido y un discurso teñido de persuasión, propaganda y falacia (Fake News) se reactiva. Una estrategia tan antigua como la propia política que se beneficia de las innegables ventajas de lo online. El éxito electoral del populismo en la era de la posverdad viene impulsado por la era digital, con una nueva forma de comunicación interpersonal más cercana y certera, al igual que el éxito de la mentira está en las redes sociales, que amplifican las falsedades tantas veces que se terminan convirtiendo en una posverdad.

Las últimas elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017 son el escenario perfecto para comprobar los efectos del famoso Procés. ¿Qué papel tuvieron los políticos? ¿Cómo utilizaron las redes? ¿Cuál fue la respuesta de los usuarios digitales? ¿Se sintieron correspondidos los followers y comunidades de fans en Twitter?

Muchas preguntas que parecen resumirse en un monotema: independencia. Unidad, segregación, estatuto, referéndum, Declaración de Soberanía, Ley de Consulta, sentencias del Tribunal Constitucional, artículo 155, encarcelamiento de políticos o huida de máximos representantes de la Generalitat fueron los titulares que hablaban de buenos y malos, de una Cataluña dividida y de una España incapaz de gestionar un conflicto promovido en las redes.

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Los partidos independentistas, en mayor medida que sus adversarios, fueron estrategas en rentabilizar el conflicto, como tema que consigue difusión máxima en Twitter.

Las redes sociales cambian el escenario

Nada nuevo parece ocurrir en política. La imagen y la palabra del líder han marcado las estrategias de la comunicación desde sus orígenes. Pero Twitter, Instagram y Facebook dibujan un antes y un después. La opinión ciudadana tiene acceso directo y se difunde la creencia de que las redes “fomentan el feedback entre candidatos y electores”. Nada más lejos de la realidad.

Los políticos utilizaron sus cuentas personales para instalar a golpe de tuit un mensaje dirigido a captar votos. Lo certifican más de 1.345 tweets y 570.446 métricas “generados por los "cabeza de lista” de partidos constitucionalistas (@InesArrimadas de Ciudadanos, @miqueliceta del PSC y @Albiol_XG del PP), independentistas (@KRLS, de JuntsX Cat, @martarovira de ERC) y @XavierDomenechs, de Comú-Podem, y se descubrió cómo son verdaderos estrategas en el manejo de las herramientas que les brinda Twitter.

Hashtags, menciones, links, imágenes, memes y vídeos convirtieron en viral un mensaje más humanizado, personalizado y cercano, que, por delante de la ideología, activa a los públicos. Sin embargo, el bajo índice de respuesta de los políticos a los ciudadanos cuestionó la bidireccionalidad que se le otorga a las redes.

Influencers en política: el disfraz del líder en la Red

La polarización fue identidad de una campaña y unas elecciones con alto nivel de división de la sociedad catalana. Partidos, candidatos, asociaciones ciudadanas (ANC y SCC), Generalitat y Estado actuaron en torno a un único lema: la independencia.

Y en este contexto triunfó la teoría de un mayor control y respuesta en la red por parte de los partidos independentistas, pero especialmente de Carles Puigdemont (Junts per Catalunya), desde su posición primero como presidente de la Generalitat y posteriormente como candidato electoral. La capacidad de ejercer influencia sobre los usuarios, los medios tradicionales y el resto de partidos y adversarios emanó de un perfil que combinó la humanización de los temas, la cercanía con los votantes y el discurso de la persuasión y el espectáculo.

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Un modo de hacer política, gestionado con destreza desde la cuenta personal del candidato (@KRLS) y contra el Estado, que representa al enemigo de la independencia y el establishment, una campaña continuada que se sirvió de códigos y símbolos (bandera, lema o eslogan, colores, imágenes que emocionan y mensajes claros y pautados) para afianzar las posiciones y que, desde el inicio funcionó mejor (los medios abrieron portadas y editoriales con el tema “Puigdemont”) que la orquestada por el resto de representantes.

La falacia, gran amiga de la Política, se pasea por Twitter. Todos los candidatos, sin excepción, lanzaron un mensaje que multiplica por mil la mentira.

La diferencia estriba en el uso de Twitter con una actitud calculadora previa; el tuit de Puigdemont se reforzó con hashtags, links, menciones y con información e imágenes de los periódicos que multiplicaron el efecto, como indican las métricas de usuarios (680.000 seguidores frente a los 404.059 de Arrimadas, su rival más directa). A la receta se añadió la dosis perfecta de persuasion, propaganda y falacia.

Moraleja: de todos los actores, el “más astuto, el que entiende cómo habla y cómo piensa la gente, se alza con el título. Decide la red bajo el influjo del líder. ¿Español o catalán?

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