El crecimiento de las poblaciones de algunas especies salvajes y la ocupación de sus hábitats aumenta los contactos con el humano y los animales domésticos, con quienes comparten muchas enfermedades.
Los cerdos salvajes están en todos los continentes, excepto en la Antártida. Calculamos que remueven la misma cantidad de suelo que la superficie de Taiwán, liberando gases de efecto invernadero.
El jabalí se ha convertido en una especie-plaga: sus poblaciones se han multiplicado y causan daños a la agricultura, accidentes de tráfico y riesgos para la salud.
Jabalíes que campan a sus anchas en zonas urbanas o epidemias porcinas con graves efectos sanitarios y económicos. Son solo dos ejemplos de la laxa gestión de la fauna, sobre la que han advertido 25 expertos europeos, entre ellos cuatro científicos de la Universidad de Castilla-La Mancha, en un manifiesto publicado en “Science”.