El nuevo informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (Cambio climático 2022: impactos, adaptación y vulnerabilidad) es alarmante. Una de sus principales conclusiones es que, de momento, un calentamiento global de solo 1,1 °C ya ha perjudicado a los ecosistemas globales y al bienestar de millones de personas.
Temperaturas extremas, ciclones, sequías, inundaciones y subidas del nivel del mar ya tienen un impacto directo en los ecosistemas, la salud de las personas y los sistemas económicos en todas las regiones del planeta.
Impactos en el medio urbano
En ciudades y asentamientos humanos, los impactos del cambio climático se combinan con otros procesos de urbanización con un efecto multiplicador, que a menudo tiene ramificaciones mas allá del contexto urbano. Por ejemplo, las temperaturas extremas agravan fenómenos urbanos como la contaminación y el efecto isla de calor, con consecuencias inmediatas para la salud pública y la economía.
El cambio climático también afecta a las relaciones complejas entre sistemas ecológicos y humanos. Por ejemplo, el informe menciona un proyecto de investigación de asentamientos costeros en Cataluña que demuestra cómo un aumento del nivel del mar (con escenarios de 0,53 a 1,75 metros) resultaría en considerables pérdidas económicas en la industria turística, debido a los daños a la infraestructura y los ecosistemas de los que depende. Al mismo tiempo, la función protectora de las playas también se vería afectada.
El cambio climático afecta directamente a la vida de las personas, a sus medios de vida, y a las infraestructuras que proporcionan servicios básicos. Los colectivos que sufren marginalidad social y económica son los más vulnerables a los impactos del cambio climático.
La necesidad de adaptar las ciudades
El informe explica que la adaptación al cambio climático es una prioridad urgente en el medio urbano. La Comisión Global de Adaptación ya indicó que la adaptación al cambio climático va a convertirse en la principal prioridad para los gobiernos locales en todo el mundo. El nuevo informe del IPCC hace énfasis en la necesidad de facilitar una transición urgente hacia ciudades habitables y sociedades resilientes.
Sin embargo, la evaluación de las políticas locales de adaptación en el informe no es optimista. En parte, la pandemia ha ralentizado los esfuerzos para la adaptación al cambio climático en el medio urbano. El informe Brecha de adaptación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente ya explicó que las respuestas a la pandemia podían comprometer los esfuerzos de adaptación.
A corto plazo, la necesidad de gestionar los impactos directos del virus en la salud pública y sus consecuencias económicas han desplazado a la adaptación al cambio climático de la agenda política. En muchos casos, recursos destinados a la planificación, financiación e implementación de la adaptación se han reasignado para combatir la pandemia. Esto puede ser una oportunidad perdida, porque las mismas medidas que reducen la vulnerabilidad al cambio climático también contribuyen a desarrollar capacidades de respuesta frente a las pandemias.
El informe reconoce el papel de los gobiernos locales en la adaptación de las ciudades. Muchas ciudades incorporan la adaptación al cambio climático en políticas públicas y en procesos de planificación. Pero estos esfuerzos son insuficientes. Las mayores carencias aparecen en la implementación de medidas efectivas.
En algunos casos, inversiones en obras de ingeniería civil que buscan reducir los impactos del cambio climático acaban teniendo impactos mucho peores, a menudo incrementando la vulnerabilidad de poblaciones en riesgo de pobreza y exclusión.
El informe resalta que la adaptación al cambio climático en ciudades depende también de desarrollar infraestructuras de apoyo social (incluyendo políticas de educación, salud y protección social) y de maximizar la conservación de los ecosistemas urbanos, cuyo potencial para la protección de recursos y contra desastres naturales no ha sido suficientemente explorado en la práctica.
Planeamiento inclusivo para facilitar la adaptación al cambio climático
El informe resalta la falta de fondos para la adaptación, pero la falta de adaptación no es solo un problema de recursos financieros. De hecho, el informe identifica una “brecha de acción” para la adaptación al cambio climático en ciudades. Esta brecha es el resultado de bloqueos administrativos, de comunicación, financieros, de organización o por simple inercia, que limitan tanto el liderazgo político a nivel local como la capacidad de implementación de los objetivos de la adaptación.
El informe explica algunas de las estrategias que han demostrado reducir esta brecha en ciudades y asentamientos humanos:
Priorizar las necesidades de los grupos de población más vulnerables;
No conformarse con la integración de objetivos de adaptación en diferentes programas sectoriales y priorizar programas transformativos de adaptación.
Facilitar la coordinación entre actores e intereses dispares.
Posibilitar la coproducción de estrategias de adaptación con la ciudadanía, a través de procesos participativos.
Abordar las desigualdades urbanas a través de perspectivas interseccionales.
Estas estrategias sugieren que el cambio climático es un reto al que debemos responder entre todos. La colaboración entre instituciones públicas, la sociedad civil y el sector privado facilita el desarrollo de infraestructuras y servicios para mejorar la capacidad de adaptación en las ciudades, pero depende de la colaboración ciudadana para tener éxito a largo plazo.
Por ejemplo, el informe incide en el caso de Barcelona, donde se han implementado varias políticas de adaptación pioneras, como pavimentos permeables. La participación ciudadana ha sido muy importante en el desarrollo del Plan Clima de Barcelona.
Sin embargo, en la práctica, tanto expertos en planeamiento como políticos locales se muestran reacios a reconocer la relevancia de la colaboración ciudadana, especialmente cuando los plazos políticos restringen el tiempo dedicado a deliberaciones en procesos participativos. La adaptación, en cualquier caso, depende de una planificación inclusiva, que apoye y dinamice las capacidades de adaptación de la ciudadanía.