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Atardecer en Toledo. Javier Álamo / Pixabay

John Dos Passos: un viajero cervantino por España

En octubre de 1916, el escritor norteamericano modernista de origen portugués John Dos Passos (1896-1970) se graduó cum laude en Harvard en lengua y literatura europeas. Su influyente padre, el abogado John Randolph Dos Passos, le propuso estudiar arquitectura en Madrid, a pesar de que el joven estaba volcado en los estudios literarios e históricos. Así pues, Dos Passos, con veinte años, se trasladó a la capital española para comenzar la carrera de arquitectura y también para mejorar su español.

Por aquel entonces, este escritor ya encarnaba el mito quijotesco del devorador de libros y era un erudito apasionado de la literatura española y, en especial, de Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. Esta primera incursión en la península ibérica supuso la constatación de sus expectativas sobre la cultura española y fue el inicio de una larga serie de visitas a nuestro país durante toda su vida.

Pasión por Don Quijote

Su fascinación e interés por España se ven reflejados en la correspondencia que mantuvo con amigos muy cercanos desde la capital madrileña, en la que mostraba un entusiasmo inusitado por la idiosincrasia cultural, la política, el arte, los paisajes, las gentes, las costumbres y la gastronomía.

En efecto, su apasionada inmersión en las tierras españolas se puede constatar tanto en su obra Rocinante vuelve al camino (1922) como en su poemario Invierno en Castilla y otros poemas (1922) recientemente publicado en edición bilingüe por la editorial Renacimiento. En el poemario, Dos Passos dedica la gran mayoría de los poemas a retratar verbalmente escenas pintorescas de sus viajes por Madrid, Castilla, La Mancha, Andalucía, Valencia y otras zonas para confirmar, en múltiples ocasiones, que efectivamente se encontraba en la tierra de su admirado don Quijote. En este sentido, se podría afirmar que Dos Passos inició una suerte de viaje cervantino de autoconocimiento por tierras de España.

El viaje iniciático del escritor a nuestro país estaba repleto de sueños e ideales. No obstante, también era una etapa en la que él atravesaba una profunda crisis con respecto a los cambios vertiginosos que estaban experimentando los Estados Unidos y los países europeos: la rápida industrialización, el materialismo monetarista de la sociedad norteamericana, la mecanización de la cultura y, por último, la crisis de valores generada a ambos lados del Atlántico por los efectos devastadores de la Primera Guerra Mundial.

Para Dos Passos, el conflicto bélico mundial era el resultado directo de los males de la civilización industrial y materialista de estas naciones. Las atrocidades que pudo ver con sus propios ojos, cuando fue conductor de ambulancias en Francia, confirmaron esta idea. En este sentido, se propuso escribir obras que retrataran la crudeza, el horror, el desgarro y las consecuencias de las guerras en el ser humano, como es el caso de su novela antibelicista Three Soldiers (1921).

En este contexto desolador, el impacto intelectual y emocional que le causó nuestro país fue muy estimulante. De hecho, se encontró con una nación europea que no había participado en la Primera Guerra Mundial y que gozaba de cierta prosperidad económica debido a su neutralidad en el conflicto bélico y a su papel como suministradora de material textil y de origen siderúrgico para los soldados.

La Mancha transfer

En pocos meses España se convirtió para el escritor en el epítome de la Arcadia modernista, de la utopía histórica que los escritores de la vanguardia norteamericana buscaban como inspiración literaria. El viaje espiritual de Dos Passos a España no era turístico y tampoco tenía el carácter folclórico y un tanto superficial que se aprecia en las percepciones de otros viajeros-escritores norteamericanos famosos como Ernest Hemingway.

Por el contrario, el viaje cervantino de Dos Passos estaba basado en la profunda curiosidad interdisciplinar que sentía el escritor por nuestro país. Para ello, no dudó en sumergirse en el estudio profundo de nuestra lengua y se matriculó en los cursos de español con el insigne fonólogo Tomás Navarro Tomás en el Centro de Estudios Históricos y en cursos avanzados de literatura española. El autor norteamericano estudió la obra de los escritores de la Generación del 98 y también leyó con pasión a Calderón, Lope, Baroja, Pérez Galdós, Manrique y Blasco Ibáñez, entre otros muchos.

Pero, sin duda, el escritor español que se convirtió en su inspiración más significativa fue Miguel de Cervantes y “la gran épica” Don Quijote de la Mancha. De hecho, esta novela es fuente intertextual y metatextual en su obra cardinal Rocinante vuelve al camino, tal y como confiesa en su viaje a Toledo: “Toledo era todavía el Toledo de las Novelas Ejemplares de Cervantes”.

En realidad, la literatura cervantina ya era su corpus literario de referencia antes de viajar a España, pero ahora había constatado de primera mano cómo en Don Quijote se desgrana el carácter español. Así pues, llegó a leer la novela más de nueve veces. Al terminar la octava re-lectura en inglés ya se atrevió a hacerlo en español y elaborar un profundo estudio crítico, tal y como atestigua su biógrafo Townsend Ludington, quien cita las palabras del escritor sobre su experiencia lectora de esta novela y el profundo impacto que le produjo el paisaje de La Mancha:

Es tan maravilloso y extraño a la vez, el lugar de las pasiones enloquecidas y de la belleza patética del Caballero de la Triste Figura, el rojo, el azul y el gris, los molinos encaramados como conejos en las colinas y los nudosos olivos remontando las cuestas… Estoy empezando Don Quijote otra vez, esta es la novena y en español y la lectura es todavía más gozosa que nunca.

En su único poemario, Invierno en Castilla y otros poemas, el escritor nos ofrece la visión espontánea y reflexiva de un joven escritor que de inmediato estableció un vínculo emocional e intelectual profundo y duradero con la sociedad y la cultura españolas.

En sus poemas, Dos Passos refleja un encuentro apasionado y a la vez nostálgico con la gente de los pueblos y ciudades españolas, pero al mismo tiempo también es capaz de mostrar una visión crítica sobre las injusticias sociales. Por último, el poeta nos ofrece en el ámbito más íntimo, sus percepciones sobre la soledad del ser humano, el horror y el desgarro por los efectos demoledores de la guerra y la búsqueda del amor con un lenguaje sorprendente por su creatividad descriptiva y sensorial.

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