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La España rural frente a un nuevo escenario electoral

España es un país muy urbano, como lo prueba el hecho de que más del 80% de la población vive en menos del 20% del territorio (y cuatro de cinco españoles residen en municipios de más de 30.000 habitantes). Pero también tiene un amplio espacio rural, ya que en torno al 80% de su territorio tiene una densidad demográfica media de 18,4 hab./km² , con más de la mitad de sus municipios en serio riesgo de despoblación.

Por debajo de estas cifras late una realidad muy diversa, con evidentes contrastes de unas regiones a otras, e incluso dentro de una misma región. Esto hace que la despoblación sea un tema complejo y difícil de abordar con recetas generales y uniformes.

Se habla de que debe tratarse como un tema de Estado, y es conveniente que así sea, pero las políticas y acciones deben ser definidas ajustándolas a la realidad diversa de cada territorio, ya que lo que puede ser útil en unas áreas rurales puede que no lo sea en otras.

Densidad de población en España 2009. Susana Freixeiro / Wikimedia Commons, CC BY-SA

¿A quién le importa lo rural?

Sin embargo, junto a esos datos demográficos, hay otra evidencia empírica, y es que en España los temas agrarios y rurales interesan poco, lo que se manifiesta especialmente cuando llegan los comicios electorales.

Salvo en el sector agrario (ministerio de agricultura y organizaciones profesionales) y entre los especialistas, estos asuntos suscitan escaso interés en los medios y círculos de opinión. Es cierto que, desde hace unos años, el tema de la despoblación rural ha entrado en la agenda política (se ha creado un Alto Comisionado), pero aún no se ha pasado de los discursos y el diagnóstico a los planes concretos de acción.

Se puede pensar que ese desinterés es normal, dado el peso cada vez más reducido del sector agrario en la economía española (apenas representa el 3% del PIB y genera algo más del 4% del empleo). Pero cifras similares tienen otros países de nuestro entorno, como Francia, y sin embargo se le presta mucha más atención que aquí a los temas rurales y agrarios, formando parte de los debates políticos.

Esa diferencia puede explicarse por muchas razones, algunas históricas, pero hay una, política, que me interesa destacar. Me refiero al hecho de que, en Francia, al ser la circunscripción electoral muy pequeña (equivalente a una comarca), el voto de las personas que viven en las áreas rurales tiene mucha influencia en la asignación de los escaños. Por eso, el interés por los temas relacionados con la agricultura y el mundo rural se extiende al ámbito de las acciones políticas concretas, formando parte de los debates políticos previos a los comicios electorales.

La circunscripción electoral

Eso no ocurre en España, donde al ser mucho mayor la circunscripción electoral (la provincia), el peso político de las áreas rurales es menor, siendo contrarrestado por el voto de las capitales de provincia y de los grandes municipios urbanos. De ahí que ni en los discursos sobre el estado de la nación, ni en las sesiones de investidura, ni en las mociones de censura, los temas agrarios y rurales estén presentes, más allá de alguna referencia de pasada.

Y esto es preocupante, ya que los temas agrarios trascienden el ámbito restringido del sector. Si la sociedad española quiere una alimentación sana y de calidad, un paisaje bien conservado, unos espacios naturales bien gestionados y unos territorios rurales no abandonados, es importante que todos hablemos de agricultura y de los modelos agrícolas que queremos.

Es necesario hablar si queremos o no macrogranjas, o si apostamos por modelos más integrados en el territorio. Pero también si queremos seguir ampliando la superficie agrícola de regadío o apostar por limitarla en favor de una mayor eficiencia en la utilización de los recursos hídricos.

Asimismo, es necesario debatir si apostamos por modelos de agricultura superintensiva o por modelos más extensivos y agroecológicos. También debemos ocuparnos de si nos parece bien que la UE continúe ayudando a los productores con sistemas de pagos directos que, sin límite alguno, primen la superficie más que la actividad.

Qué agricultura queremos

De igual modo, tenemos que debatir si queremos apostar por el relevo generacional y la instalación de jóvenes agricultores, y si queremos que se facilite el acceso real de la mujer a la cotitularidad de las explotaciones. Es necesario debatir si queremos que la digitalización llegue de forma equilibrada al sector agrario sin generar una nueva brecha social entre, de un lado, los agricultores más capacitados y en mejores condiciones para aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, y de otro, los que están en peores condiciones para ello.

En definitiva, son cuestiones que trascienden el ámbito restringido del propio sector agrario y que, por ello, deberían ser objeto de interés general. Son cuestiones de ciudadanía, y no sólo de los agricultores o de las personas que viven en el medio rural, ya que la agricultura es la base de un relevante sector alimentario y el sostén de nuestro amplio territorio rural.

Como decía un amigo agricultor, la agricultura es tan importante para la sociedad que no se la puede dejar en manos de los agricultores. Tiene que ser un asunto compartido por todos, pero para eso debemos prestarle más atención de la que viene recibiendo.

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