El juicio contra la hiedra parece haberse zanjado hace mucho tiempo. Ya en el año 77, Plinio el Viejo escribía en el libro XVI de su Historia Natural que “la hiedra mata a los árboles”. Pero ¿es cierta esta afirmación? ¿Debemos cortar la hiedra o conservarla?
¿Mata la hiedra a los árboles?
La hiedra no es un parásito, es una planta trepadora. No tiene tronco e, incapaz de soportar su propio peso, necesita apoyo. Se arrastra por el suelo durante la primera parte de su vida, luego busca la luz trepando a un soporte (árbol u otro) y sólo entonces florece y fructifica. Se aferra a su soporte con raíces cortas, marrones y pegajosas que no absorben ni agua ni alimento.
La hiedra tampoco se agarra a los árboles como la higuera estranguladora, porque sus tallos, que trepan por el mismo tronco, están poco unidos entre sí. En cambio, las higueras estranguladoras viven en la selva ecuatorial, donde la competencia por la luz es mucho más intensa que en la selva templada. Cuando muere el árbol que la sostiene, la higuera, que puede soportar su propio peso, hereda su lugar al sol en la copa y el suministro de nutrientes ligado a la descomposición de su tronco.
La hiedra, por el contrario, tiene todas las de perder con la muerte de su soporte, ya que entonces se encuentra, salvo excepciones, devuelta al suelo e incapaz de continuar su ciclo de crecimiento y reproducción.
Sin embargo, la hiedra puede ser muy pesada, obligando al árbol a producir más madera, lo que le cuesta recursos. Y la presencia de hiedra aumenta mucho la superficie de follaje sobre la que presiona el viento, que puede llegar a romper o desarraigar el árbol.
¿Compite por el agua y las sales minerales del suelo?
¿Puede la hiedra perjudicar a los árboles, aunque no se alimente de ellos? La planta extrae el agua y las sales minerales de las raíces de su parte rastrera. Por tanto, podría competir con los árboles del suelo por estos recursos.
Pero la hiedra conserva su follaje todo el año, y un estudio ha demostrado que utiliza el agua sobre todo en los días templados de finales de invierno y primavera, cuando los árboles de hoja caduca no la necesitan porque están en reposo invernal.
Además, la hiedra se despoja de sus hojas a lo largo del año, y no de una sola vez como los árboles de hoja caduca. Al descomponerse, estas hojas aportan minerales al suelo, que parecen ser rápidamente utilizados por los árboles vecinos y favorecen su crecimiento.
¿Compite por la luz?
Las hojas de los árboles y de la hiedra compiten por la luz en las partes altas de los árboles. Sin embargo, la hiedra, cuyas hojas están más cerca del tronco y de las ramas más grandes del árbol, también tolera muy bien la sombra.
Las hojas del árbol se sitúan más en los extremos de las ramas, a plena luz. Esta competencia es, por tanto, ventajosa para el árbol, a menos que su follaje sea ya muy escaso, como es el caso de los árboles debilitados por la edad o las enfermedades.
Relación entre los árboles y la hiedra
Es difícil saber qué ganará, si el aspecto beneficioso o el perjudicial, porque valorar el balance beneficio-riesgo de su presencia a largo plazo y en diferentes escenarios sería metodológicamente largo y difícil.
Sin embargo, un estudio realizado en Turquía muestra que los árboles con hiedra crecen menos que los que no la tienen. Los autores interpretan esta correlación concluyendo que la hiedra es perjudicial para los árboles. Pero, como con cualquier correlación, es posible que exista una causalidad inversa –es decir, que la hiedra prefiera los árboles que crecen más lentamente–. O la ausencia de causalidad, cosa que los autores no hicieron.
También hay que tener en cuenta que las condiciones climáticas de Turquía no son las mismas que las de otros países. No se sabe si los resultados podrían repetirse con tasas de crecimiento y una luz diferentes.
Otro estudio, publicado en la revista La Hulotte, se centraba en la calidad de la madera: un propietario forestal había eliminado sistemáticamente la hiedra de una de sus parcelas durante 75 años y había llegado a la conclusión de que la calidad de la madera no era diferente entre las parcelas con hiedra y las que no la tenían. Esto no nos dice nada sobre las diferencias de mortalidad entre árboles, pero sí indica que los silvicultores no necesitan eliminar la hiedra.
Entonces, ¿mata la hiedra a los árboles? Ocurre, pero no sistemáticamente, y en cualquier caso no los parasita. A veces la hiedra favorece a su árbol de apoyo o a otras especies del ecosistema.
Otros argumentos a favor de la hiedra
Basta con mirar una planta de hiedra en flor para ver la abundancia de abejas que se alimentan de su néctar. En muchos lugares, la hiedra es la última planta en florecer antes del invierno, por lo que ayuda a un gran número de insectos polinizadores a sobrevivir al invierno, incluida la abeja de la hiedra.
Al menos 200 especies de insectos se alimentan del néctar de las flores de la hiedra. En otoño, puede proporcionar a las abejas hasta el 90 % de sus recursos alimenticios.
Tras la floración viene la fructificación, siempre fuera de temporada con las plantas dominantes: los frutos maduran en diciembre-enero. Son comestibles para las aves, aunque no muy demandados. Pero cuando el invierno es duro y se agotan otras fuentes de alimento, mirlos, zorzales y otros paseriformes los consumirán para sobrevivir. Pero cuidado: ¡los frutos de la hiedra son venenosos para los humanos!
Además, la hiedra proporciona el cobijo de su follaje perenne y sus enmarañadas ramas, un buen lugar para esconderse y anidar para decenas de especies de aves e insectos.
Las trepadoras desempeñan otras funciones importantes en los ecosistemas forestales. Como también se ha sugerido para la hiedra, se ha demostrado en bosques subtropicales que la caída de las hojas de las lianas proporciona proporcionalmente más hojarasca, y de mejor calidad, que los árboles. La hojarasca es el conjunto de hojas muertas y otros restos que caen al suelo, se descomponen y forman parte de la nutrición mineral de las plantas.
Además, como crecen horizontalmente, las lianas alejan los elementos minerales de los troncos, y la caída de las hojas reubica estos minerales en la base de los árboles.
Tanto si contribuyen a alimentar a los árboles como si provocan la caída de algunos, abriendo camino a otros, las lianas tienen una influencia considerable en la ecología de los bosques. Los especialistas consideran que su acción es generalmente favorable para la biodiversidad forestal.
Quitar la hiedra de los árboles de un parque para poder admirarlos mejor es cuestión de gustos. Pero consideraciones estéticas aparte, respetar la hiedra significa favorecer a cientos de especies que viven o se refugian en ella y, salvo en casos especiales, sin perjudicar a los árboles.