El 15 de noviembre se inaugura en el Museo Reina Sofía de Madrid la exposición “Picasso 1906: La gran transformación”, en la que la pinacoteca homenajea al artista malagueño cincuenta años después de su fallecimiento. Es una de las grandes propuestas que se han organizado con motivo de este 2023, denominado Año Picasso.
Nunca es mal momento para volver a Picasso. Hace unos años, en la serie El Ministerio del Tiempo, el personaje de Velázquez declaraba que él no era el pintor más grande que había dado España. Tampoco Goya. Era Picasso. Aunque para gustos hay colores y, por supuesto, en cuestión de hipérboles artísticas nunca está todo dicho, su argumentación sí que era bella de escuchar: “Hay gente que pinta abstracto porque no sabría hacer otra cosa, pero ¿Picasso? Picasso no. Picasso pintaba cuadros con 14 años que parecen fotografías. Yo lo llamo la ‘teoría Picasso’. Solo aquel que pinta la realidad mejor que nadie puede hacer luego lo que le da la gana”.
Efectivamente, ya en su preadolescencia Pablo Picasso apuntaba maneras del futuro genio del cubismo que llegaría a ser. Desde ahí al artista que dio a luz a Guernica más de 40 años después hay toda una carrera dividida en etapas, colores, formas y… disciplinas. Porque aunque es conocido sobre todo como pintor y escultor, Picasso también fue poeta e incluso cineasta.
La ingente obra que produjo conformó la carrera de un creador que ha sido tan adorado como controvertido, sobre todo en el contexto social actual.
Tal vez sea esa capacidad de estar siempre presente, a pesar de haber nacido a finales del siglo XIX, lo que hace que siga en boca de todos, provocando discusiones, tanto sobre su vida personal (en especial, su relación con las mujeres) como sobre su obra. Pero, como indica Julio Pérez Manzanares, “abrir las grandes obras al debate, la discusión y los nuevos paradigmas críticos nunca es algo que temer. No se trata de ocultarlos o censurarlos, sino de verlos (y no es poco) hoy, aquí, bajo una luz diferente”.
Hace unos días se subastó un cuadro de Picasso titulado Femme à la montre que se ha convertido en la segunda obra más valiosa (económicamente) del autor, solo por detrás de la versión O de Les femmes d’ Alger, subastada en Christie’s en 2015. Porque Pablo, además de parte de su historia, es una pieza imprescindible, y siempre ganadora, del mercado del arte.