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Un hombre solo en un aula con la frente apoyada en la mesa.

La selección: ¿quiénes y por qué se desenganchan de la enseñanza obligatoria?

La igualdad de oportunidades es una de las bases de una sociedad equitativa y justa. Y la educación pública es la encargada de lograrlo. Es la que permite que todos los niños y niñas de un país tengan acceso a un colegio o instituto y a una enseñanza básica obligatoria. También debería garantizar que todos la terminan con éxito.

¿Ocurre esto en España? Relativamente. Sigue habiendo muchos jóvenes que no logran terminar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Saber exactamente cuántos no es tan fácil como debería ser, como nos explican Belén Ballesteros y Javier Morentín-Encina de la UNED en un esclarecedor artículo, pero sí parece claro que las cifras no mejoran y que hace falta probar cosas nuevas.

¿Quiénes son estos jóvenes, por qué dejan de sentirse capaces de aprender o interesados en lo que se enseña en las aulas del instituto? Olga Koreneva, de la UPO, desmenuza a partir de una reciente encuesta de la Universidad de Murcia sus razones y posibles soluciones.

Del 11 % de alumnado de origen extranjero que hay en las aulas de los colegios e institutos españoles, un 37,8 % no terminan los estudios obligatorios. Inmaculada Lizasoain y sus colegas de la Universidad del País Vasco han investigado cuáles son las medidas, no necesariamente académicas, que mejoran significativamente el rendimiento de estos alumnos.

La Formación Profesional es también una de las soluciones al abandono: existen diferentes modalidades, desde la básica, que permite a los repetidores de la ESO obtener un título equivalente; hasta la dual, que combina trabajo y estudios. La oferta se ha ampliado mucho en los últimos años con cursos en línea y privados, pero la pública aun podría ser más ágil a la hora de adaptarse a un mercado laboral en transformación vertiginosa.

Morentín-Encina y Ballesteros se hacen eco en su artículo de una reciente petición de 40 académicos y académicas españoles: analizar, diagnosticar y mejorar un sistema educativo requiere coordinación y muchos, muchos datos. Están ahí, pero aun se puede mejorar el acceso de los investigadores.

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