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Las mujeres que quisieron ser directoras de cine en una España que no apostaba por ellas

Fotograma del cortometraje 'Carmen de Carabanchel' de Cecilia Bartolomé (1965), realizado durante sus estudios en la Escuela Oficial de Cine.
Fotograma del cortometraje ‘Carmen de Carabanchel’ de Cecilia Bartolomé (1965), realizado durante sus estudios en la Escuela Oficial de Cine. Cinespaña

Una niña o una joven que a comienzos de la década de 1950 quisiera ser directora de cine en España hubiera sido considerada una soñadora o una excéntrica. Según en qué ambientes, podría haber sido también vista como una rebelde peligrosa a la que más convendría mantener vigilada.

Durante la dictadura franquista solo dos mujeres, Ana Mariscal y Margarita Alexandre, se habían atrevido a emular en la dirección cinematográfica los pasos de sus predecesoras en la España de la Segunda República: Helena Cortesina y Rosario Pi. Siempre trabajaron en los circuitos marginales del cine independiente. Siempre con enormes dificultades económicas. Y, casi siempre, con el fantasma de la censura sobre sus espaldas.

Llega la escuela de cine

ORDEN de 26 de febrero de 1947 por la que se aprueba el programa oficial y Reglamento para los cursos y enseñanzas de carácter cinematográfico en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas.
ORDEN de 26 de febrero de 1947 por la que se aprueba el programa oficial y Reglamento para los cursos y enseñanzas de carácter cinematográfico en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. BOE

El Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas inició su andadura en 1947. Era el primer centro oficial de enseñanza del cine que abría sus puertas en España. Su reglamento contenía un artículo expresamente pensado para soñadoras como aquellas: “el elemento femenino será admitido únicamente en la Sección de Interpretación y de Escenotecnia (Vestuario, Moblaje y Maquillaje)”.

Ese artículo discriminatorio había sido calcado de las normas de acceso al prestigioso Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, creado en 1935 en la Italia de Mussolini. Pronto fue derogado, pero no por ello las mujeres lo tuvieron más fácil para cursar estudios en la especialidad de Dirección. Mucho menos para superarlos.

Únicamente Josefina Molina y Cecilia Bartolomé consiguieron su diploma como directoras de cine durante el franquismo. Fue en 1969, no sin experimentar severos problemas con la censura y más de veinte años después de la creación del centro. Por entonces ya se denominaba Escuela Oficial de Cinematografía.

Pilar Miró, que despuntó como directora de cine junto a Bartolomé y Molina, se había graduado en la especialidad de Guion en 1967. Algunos amigos la habían advertido de que nunca conseguiría el título en la especialidad de Dirección. Ella siguió su consejo sin renunciar a su vocación. La puertorriqueña Bienvenida Matías se consolidó como cineasta en Estados Unidos tras graduarse en Producción. Solo una estudiante, María Teresa Úbeda Béjar, llegó a matricularse en la especialidad de Cámara, que abandonó un año después de comenzar sus estudios.

Las matriculaciones

No obstante, otras mujeres se atrevieron a desafiar las prohibiciones y las convenciones matriculándose en la especialidad de Dirección de la Escuela de Cine. No fueron muchas, pero se trata de un número suficientemente llamativo. Sus nombres están prácticamente ausentes de las historias tradicionales del cine español. Sin embargo, fueron y son parte importante de ella. Se trata de Perpetua Mambrilla, María Jesús Lampreave, Manuela González-Haba, Mª Elisa Corona, Ángela Asensio de Merlo, Teresa Durán y Dressel, Helena Lumbreras, Kathryn Waldo, Marina Téllez, Ángela Ubreva y María Luz Melcón.

Fotograma del cortometraje _Bosque_, de Manuela González-Haba, de 1952.
Fotograma del cortometraje Bosque, de Manuela González-Haba, de 1952. SGL, Author provided (no reuse)

Los cortometrajes que las estudiantes de la Escuela de Cine realizaron como ejercicios de aprendizaje se conservan en Filmoteca Española. En aquellos trabajos encapsularon su mirada al mundo, su manera de entender el cine, sus anhelos y sus deseos. Con ellos experimentaron e innovaron de un modo similar al que lo hicieron con sus propias vidas. Inventaron modelos de mujer que parecían no existir, que no se dejaban ver, pero que ellas imaginaban y deseaban.

Manuela González-Haba, Ángela Asensio y María Luz Melcón soñaban también con ser escritoras y publicaron ensayos sobre cine, relatos infantiles y novelas tras cuyos personajes asomaban ellas mismas. Helena Lumbreras decidió marcharse de España y finalizar sus estudios en Italia, donde se graduó como directora. Seguidamente pasó a la clandestinidad, poniendo su prolífica carrera al servicio de la lucha antifranquista.

Fotograma de _Encuentro_, cortometraje de Kathryn Waldo de 1964.
Fotograma de Encuentro, cortometraje de Kathryn Waldo de 1964. FilmAffinity

A Kathryn Waldo le dijo un profesor que la Escuela de Cine nunca permitiría que la primera mujer en conseguir el título en Dirección fuera una extranjera (ella era de Nueva York). Después de pasar más de diez años en el centro, fue la primera en graduarse en Producción. Lo hizo en 1969, el mismo año en que Cecilia Bartolomé y Josefina Molina consiguieron su título como directoras de cine. María Jesús “Chus” Lampreave se graduó en Interpretación y se convirtió en una inolvidable actriz. Otras, como Teresa Durán y Dressel, no tuvieron la misma suerte, a pesar de sus deseos, y desaparecieron del panorama profesional.

La actualidad

Más de 75 años después de la creación de la primera escuela oficial de cine en España, puede que una niña o una joven que aspire a ser directora de cine no sea considerada soñadora o excéntrica.

Sin embargo, es probable que su familia, sobre todo si pertenece a la clase trabajadora, trate de disuadirla para que busque salidas profesionales “con mayor futuro”. Según el Anuario de Estadísticas Culturales relativo a las enseñanzas del ámbito cultural (INE, 2023), las mujeres representan el 54 % del alumnado en los estudios universitarios relacionados con el audiovisual, la imagen y el entorno multimedia. Por otra parte, el informe publicado por CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) en 2023 establece que la representatividad de las mujeres en la dirección de largometrajes es del 24 %, y del 28 % en producción, guion y sonido, respectivamente. En contrapartida, el porcentaje en cargos de responsabilidad feminizados alcanza el 80 % en diseño de vestuario, 73 % en maquillaje y peluquería y 63 % en dirección artística.

Hoy en día, poca duda cabe sobre la importancia que tiene para las mujeres, como para otras comunidades marginalizadas, contar con referentes históricos. Estos permiten establecer una narrativa común, unir el pasado con el presente y ofrecer modelos positivos de autorrealización. Y ello es clave para conseguir una sociedad más igualitaria.

Como una vez aventuró Walter Benjamin, “nada que haya ocurrido debería considerarse perdido para la historia”. Solo así sabremos que el esfuerzo de Perpetua, Manuela, Angelita, Mª Elisa, Helena, Josefina, Cecilia, y tantas otras, valió la pena.

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