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Una tortuga marina en la playa del Ostional, en Costa Rica. Shutterstock / Xenia_Photography

Las tortugas marinas son fieles a su playa (y eso condiciona el sexo de las crías)

Las tortugas marinas son criaturas solitarias que permanecen sumergidas la mayoría del tiempo que viven en el mar. Raramente se relacionan entre ellas, excepto en un momento clave, la temporada de apareamiento.

Es muy complejo seguirlas en mar abierto, así que aún hay muchas incógnitas sobre su comportamiento. Sin embargo, décadas de investigación, incluyendo observaciones en el mar, nos permiten conocer algo mejor su intimidad. Por ejemplo, utilizando drones, se han descubierto sorprendentes detalles de su apareamiento.

Varios machos en cada temporada de apareamiento

El cortejo es un proceso muy poco conocido y las observaciones son prácticamente anecdóticas, puede no haber zonas de apareamiento como tal. Las tortugas pueden aparearse tanto cerca de las playas como en zonas en las que se alimentan.

Las hembras pueden aparearse con varios machos y almacenar el esperma durante meses. Conservar esperma de varios machos garantiza una alta diversidad genética en la población. Tras el encuentro, sólo las hembras regresan a la playa para anidar; los machos casi nunca vuelven a tierra una vez abandonan la arena costera en la que nacieron.

Nidos a la sombra de los árboles

La mayoría de las tortugas regresa a la misma playa donde nacieron o a playas aledañas cuando alcanzan la edad reproductiva entre los 20 y los 30 años). Pero su fidelidad va más allá: no sólo aparecen en la misma playa, sino que a menudo emergen en el mismo transecto (área de muestreo) donde anidaron la última vez.

El lugar elegido varía entre especies. Por ejemplo, las tortugas marinas pueden seleccionar el lugar de anidación en función de la temperatura de la arena y en función de la distancia a la línea de marea alta. En el caso de las tortugas verdes del Pacífico norte de Costa Rica, eligen a menudo áreas sombreadas bajo arboles o arbustos.

Una pareja de tortugas en pleno apareamiento. Shutterstock / Chimera Visuals

Elegir una playa más caliente o más templada

Las hembras anidan entre 2 y 7 veces por temporada y el tamaño medio de una puesta suele variar entre 80 y 120 huevos, dependiendo de la especie. Los nidos son oquedades en profundidad, y, como son flexibles, no se rompen cuando caen.

El desarrollo de los huevos depende directamente de factores ambientales como la temperatura, así que en nuestro estudio nos planteamos si seleccionar un lugar u otro para la colocación del nido por parte de las madres podría influir directamente en las condiciones ambientales de desarrollo de la descendencia y en su supervivencia.

En el caso de las tortugas marinas el sexo de las crías depende de la temperatura a la que se encuentra el nido durante el desarrollo de los huevos. El sexo se establece durante el periodo termosensitivo. Durante este tiempo, la temperatura ambiental desencadena la producción de una hormona que determinará que sean hembras o machos.

El resultado es que altas temperaturas suponen mayor numero de hembras, mientras que bajas temperaturas resultaran en mayor número de machos. Así, la selección activa del sitio exacto de anidación podría potencialmente resultar en una selección indirecta de la proporción de sexos de la descendencia, si las hembras anidadoras tendieran a anidar en áreas de características térmicas particulares.

Huevos de tortuga verde en una playa del Pacífico de Costa Rica. Shutterstock / chrisontour84

Así fue cómo descubrimos la importancia de su fidelidad

La organización The Leatherback Trust se dedica a la investigación para la conservación de tortugas marinas en la costa pacífica de Costa Rica. Colaboré con ellos para mi trabajo de fin de máster en la UCM.

Realizábamos patrullas nocturnas para encontrar tortugas anidando. Las marcábamos y registrábamos información de los nidos, como su posición y el número de huevos puestos, además de introducir medidores de temperatura dentro del nido para monitorear la temperatura durante el desarrollo de los embriones.

El estudio se centró en las tortugas verdes. Utilizamos datos recogidos a lo largo de 10 años, analizamos los patrones de anidación y cómo estos influyen en la temperatura de los nidos y, por tanto, en la proporción de sexos de las crías. Así fue cómo descubrimos que su fidelidad al sitio anidación puede afectar al sexo de las crías.

Las tortugas ponen sus nidos, en promedio, a una distancia de no más de 195 m unos de otros. También observamos que tienden a poner sus nidos más cerca unos de otros a medida que avanzaba la temporada, lo que surgiere que cuando encuentran un lugar óptimo, vuelven a él.

La mayoría anidó en zonas de vegetación (81%) y, de estas, el 78% lo hicieron bajo la sombra de un árbol. En estos nidos, a la sombra de los árboles, el porcentaje de machos es mayor. Sin embargo, durante nueve de los diez años de trabajo, nacieron más hembras que machos. Solo hubo un año en el que el número de machos fue mayor.

Crías de tortuga tras eclosionar. Shutterstock / Heiko Kiera

Una nueva vida

La excavación para salir del nido es un auténtico trabajo en equipo para una tortuga, que puede llevar varios días. Los neonatos suelen salir del nido por la noche, cuando la temperatura es más fresca. Si no logran llegar rápido, muchas crías morirán por deshidratación o serán atrapadas por depredadores como los cangrejos o las aves marinas.

Una vez en el agua, nadarán vigorosamente hasta alejarse de la orilla y alcanzar corrientes que las transportarán durante años, hasta que regresen a aguas costeras.

Existen múltiples obstáculos para las pequeñas tortugas en mar abierto. Los tiburones, los grandes peces y algunas aves son ejemplos de sus depredadores. También podrían morir por ingesta de basura marina o atrapadas en manchas de gasolina.

Las trampas son tan numerosas para las crías que se estima que sólo una de cada 1 000 llegará a la edad adulta. Pero esa tortuga, la superviviente, si es un hembra, algún día podría regresar a la playa en la que nació.

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