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Rectorado de la Universidad de Córdoba. UCO / Flickr

Las universidades, preparadas para todos los escenarios de la COVID-19

Todas las sociedades debemos extraer enseñanzas de las crisis para evitar que estas vuelvan a ponernos en jaque. El problema es que a la vez que buscamos soluciones inmediatas en un tiempo apremiante, también tenemos que ser capaces de adelantar previsiones a medio y largo plazo; todo esto, en un escenario impredecible y con una casuística extremadamente heterogénea.

Más de 1,5 millones de estudiantes y 200.000 PDI y PAS se han visto afectados por la crisis de la COVID-19. Y es nuestra obligación despejar su incertidumbre. Sin embargo, la evolución de la pandemia ha impedido apostar por una vía de actuación concreta y definitiva. Las universidades, como el resto del sistema educativo, hemos tenido que suspender en apenas horas nuestras actividades presenciales y dar por asumido que la vuelta a la docencia presencial no será posible este curso.

Por ello, las universidades estamos ya trabajando en una programación a medio plazo que garantice que nuestros estudiantes sigan recibiendo una formación adecuada. El objetivo es que ningún estudiante vea alterado su desarrollo académico por la actual crisis sanitaria.

Garantizar la equidad en la docencia on line

El Sistema Universitario Español está razonablemente preparado para la docencia online. Pero somos conscientes de que no todo el estudiantado cuenta con los recursos para seguirla correctamente, y eso debe ser tenido en cuenta a la hora de garantizar la equidad.

Tampoco afronta la misma situación quien tiene por delante cuatro años de estudios y margen para recuperar los conocimientos –teóricos y prácticos– que no haya podido adquirir en este curso, que quien está apenas a unas semanas de graduarse. En este sentido, los y las estudiantes de últimos cursos son prioritarios.

Tenemos que prepararnos para una evaluación online, bien sea en su modalidad de evaluación continua o en la de prueba tipo examen, aunque sin descartar totalmente la posibilidad de intentar realizar en julio –con todas las garantías sanitarias– los exámenes presenciales de aquellas asignaturas en las que sea imposible la evaluación online.

En el caso de las prácticas curriculares externas de nuestros estudiantes, tenemos sobre la mesa la ampliación del curso académico para aquellas que se consideren esenciales, así como para Trabajos de Fin der Grado (TFGs) y Trabajos de Fin de Máster (TFMs), y también considerar como superadas las prácticas que se hayan realizado en al menos un 50%, dejando los créditos restantes para completar con seminarios u otras actividades.

Perjudicar lo menos posible

Pocas cosas han estado claras en estas semanas tan convulsas. Muy pocas, excepto una. El objetivo es perjudicar lo menos posible al estudiantado y que la Universidad siga siendo un espacio de igualdad de oportunidades. Lo conseguimos durante los durísimos diez años de crisis económica y lo conseguiremos ahora si entre todos acordamos medidas flexibles que permitan a cada universidad y a cada universitario adaptarse desde su singularidad.

Necesitamos que la sociedad confíe en que las universidades, como hemos demostrado en tantas ocasiones, vamos a actuar con absoluta responsabilidad y sin perder el horizonte de nuestra misión.

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