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Las ventajas de las clases particulares

Partamos de un ejemplo sencillo: por motivos laborales debemos desplazarnos a otro lugar del mundo con toda nuestra familia. En ese lugar la lengua de escolarización es una lengua diferente a nuestra lengua materna.

Ante este hecho, caben varias opciones: escolarizar a nuestros hijos en una escuela cercana al domicilio, en la nueva lengua, o en una escuela con nuestra lengua materna. Ante cualquiera de las dos opciones, comprobaremos que en ese país las clases particulares fuera del horario escolar son habituales, incluso en algunos casos pagadas con fondos públicos. Y, si hemos optado por la escolarización en una lengua diferente, seguramente, los niños acudirán a alguna academia o recibirán clases particulares para que se pongan al día con el idioma nuevo.

Las clases “particulares”, entendidas como las horas de instrucción añadidas a las de la escuela, en horario no escolar, y a menudo individuales y especializadas, reciben distintos nombres en los estudios internacionales. Es muy interesante que en el inglés del ámbito internacional reciban el nombre de “educación en la sombra”, Shadow Education.

¿Cómo de necesarias son? La respuesta la pone la propia realidad: las familias perciben que sus hijos necesitan estas clases particulares.

Diversidad de razones y objetivos

Las razones son muy diferentes y de categorías diferenciadas. Por ejemplo, dada la importancia de las lenguas en la actual sociedad de la comunicación y el conocimiento, la sensación es que los alumnos no reciben en la escuela una formación suficiente como para lograr esta competencia lingüística.

De hecho, las clases particulares referidas al aprendizaje de lenguas están muy extendidas en nuestro entorno cercano.

Otro asunto que suele estar detrás de la decisión de apuntar a los niños a estas clases es la conciliación familiar. Cuando los menores deben quedarse solos en casa, si la familia se lo puede permitir, acudir a alguna academia o similar para que les atiendan y aprovechen para trabajar competencias escolares es una solución para muchas familias.

Otro de los motivos habituales es cuando los alumnos muestran dificultades para el aprendizaje (véase en ejemplo que se ha puesto al inicio de este texto). La atención personalizada que pueden ofrecer las clases particulares podría ayudar al avance escolar de estos aprendices. Y, como ha se ha dicho, la presencia de las clases particulares en la mayor parte de países de nuestro entorno es un hecho real que justifica la presencia y necesidades de estas clases extraescolares.

Por último, existe el deseo de los padres o tutores de que los estudiantes se formen de manera más específica en materias que no forman parte del currículo escolar. En este apartado entran las clases de deportes o instrumentos musicales, que también son clases particulares.

Consecuencias de las clases particulares

¿Supone para los niños una sobrecarga excesiva recibir estas clases? ¿Les queda tiempo suficiente para jugar o interactuar con sus amigos en los parques? Los datos sobre los horarios de escolarización indican que los niños tienen seis horas de clase en centros escolares al día.

Hagamos un cálculo rápido: si sumamos seis horas de colegio, nueve o diez horas de dormir (según necesidades por edad), tres horas para las comidas y dos horas para el cuidado personal (descanso, aseo..), nos salen veinte o veintiuna horas. Si añadimos otra hora de desplazamientos, nos “sobran” dos o tres horas cada día.

Demos alternativas en función de las necesidades de desarrollo e interacción de los niños: jugar a la play, ver televisión, jugar en el parque, leer un libro, aprender un idioma, participar en alguna actividad deportiva, acudir a clases particulares…

A la hora de elegir a qué se quiere dedicar el tiempo libre, será necesaria la consideración del tiempo meteorológico y de la posibilidad de acompañamiento por parte de las familias y la normativa correspondiente sobre las actividades extraescolares en general.

El punto de equilibrio

Hay suficiente investigación científica que confirma que una mayor exposición al aprendizaje mejora los resultados de los alumnos. Por lo tanto, las clases particulares amplían los aprendizajes de los alumnos y no habrá duda sobre su conveniencia en este sentido.

La cuestión es cómo se gestionan esas clases particulares para que realmente sean facilitadoras de desarrollo académico, emocional e incluso social. Deberíamos aplicar los mismos principios que para las clases del colegio, basados en el llamado aprendizaje dialógico: si se respetan, tanto en el aula como en las clases particulares, el éxito estará garantizado.

El proyecto INCLUD-ED (2006-2011) establece unas formas de trabajar con los niños que aseguran el aprendizaje. Entre ellas están las llamadas Bibliotecas tutorizadas que podrían acercarse al modelo de las clases particulares.

La desigualdad en el acceso

Visto que es interesante seguir investigando este ámbito e incluso promover las clases particulares, cabe plantearnos el factor de la desigualdad social.

Aunque la diversidad sea una oportunidad de aprendizaje y mejora, la diversidad que nace de la desigualdad o que la genera debe atenderse de manera inclusiva. Sería poco ético considerar que las clases particulares ayudan al aprendizaje y quitar esta oportunidad a aquellas familias que, por distintos motivos, no puedan acceder a ellas.

En este sentido, es bueno llamar la atención a las administraciones públicas para que esta herramienta no agrande las desigualdades sociales. Incluso los centros, por ejemplo con las Bibliotecas tutorizadas o similares, podrían permitir la prolongación de la exposición al aprendizaje con una atención inclusiva y contrastada.

También las universidades pueden desarrollar programas con voluntarios para permitir a todos los alumnos el acceso a las mejores formas de aprender y desarrollarse académica, emocional y socialmente.

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