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Un edificio con el techo cubierto de hierba.
Imagen del edificio de la Academia de Ciencias de California. Denis Jarvis/Wikimedia Commons, CC BY-SA

Los museos se enfrentan al reto de la sostenibilidad

Tras varios años de discusión en todo el mundo, en agosto de 2022 el Consejo Internacional de los Museos (ICOM) anunció en su asamblea general un nuevo concepto de museo, una acepción que pone especial atención a la necesidad de que estas organizaciones trabajen con y para la comunidad, en especial en el fomento de la diversidad y la sostenibilidad.

Hay que reconocer el esfuerzo de las instituciones museísticas para crear iniciativas que van en pro de ser más sostenibles. Estas se han enfocado en generar mayores recursos que permitan el mantenimiento y desarrollo de sus operaciones, así como reducir el uso de la energía (como en el caso del Prado) y el agua (por ejemplo, en el MACBA) en las actividades diarias del museo.

Pero ser sostenible va mucho más allá de eso. Tal y como establecen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030, la sostenibilidad incluye el impacto en el medio ambiente, los derechos humanos y las políticas de gobernanza dentro de las instituciones de arte y patrimonio.

Brotes verdes

Las organizaciones del sector cultural vienen tratando de establecer parámetros orientadores para los museos. La Red Española para el Desarrollo Sostenible ha editado varias guías al respecto. También lo ha hecho el ICOM. A finales del 2022 publicó un estudio realizado por la Universidad de Lausana, Suiza, liderado por Martín Müller y Julie Grieshaber, quienes, a partir de un modelo que han denominado la “estrella de la sostenibilidad”, establecen tres variables que los museos deben atender: impacto medioambiental, social y de gobernanza.

Los museos aún trabajan desarticuladamente este tema. Algunos buscan sostenibilidad financiera, otros ahorran en agua, otros en reducir huella de carbono, etc. Y muchísimos otros no hacen nada aún, pese a que es un mandato global. Por eso los ejemplos son pocos.

Algunos centros como el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) han emprendido acciones contundentes. En 2019, la institución recibió el distintivo del ayuntamiento de la ciudad por acogerse a la certificación Biosphere, que valida su trabajo en pro del desarrollo del turismo sostenible. No es el único museo de la ciudad con esa certificación. También se pueden citar el Museu Nacional d´Art de Catalunya, el Museo del FC Barcelona y el Museo Picasso, entre otros.

En el MACBA se han incorporado iniciativas como el cambio de los equipos de computación por otros más eficientes, el impulso al uso de vehículos sostenibles por parte de sus trabajadores y la eliminación del uso de plásticos en vasos y utensilios dentro de sus instalaciones.

Otros ejemplos se encuentran en la Academia de las Ciencias de California, el Museo del Mañana de Río de Janeiro y el Museo del Prado de Madrid, que han implementado una climatización equilibrada que represente una reducción en el uso de energía, pero que también garantice la calidad y preservación de las obras de arte.

Ecología en sus sedes

Instituciones como la ya mencionada Academia de las Ciencias de California, en Estados Unidos, han apostado por la ecología desde sus sedes. Este museo, por ejemplo, cuenta con un techo de 10 000 metros cuadrados que ha sido cubierto por plantas que sirven de aislante térmico natural. Este recuso permite la absorción de más de trece millones de litros de agua al año y también facilita el uso de menos energía eléctrica en calefacción.

Un aporte importante lo ha hecho el Museo de Arte Moderno Odunpazari de Turquía. Los arquitectos Kengo Kuma y Yuki Ikeguchi han creado una sede cuya fachada está construida completamente en madera. El World of Volvo, en Gotemburgo, Suecia, es un museo edificado con madera y cristal, a fin de incorporar la estructura dentro de una zona vegetal importante, permitiendo que la ciudadanía disfrute del medio ambiente mientras recorre el museo.

Un edificio hecho con tablas de madera.
Exterior del Museo de Arte Moderno Odunpazari de Turquía. Honacan / Wikimedia Commons, CC BY-SA

Los museos Thyssen Bornemisza y del Prado, en Madrid, realizan verdaderos avances en políticas de gobierno institucional, publicando anualmente sus logros en este sentido. Esa manera de gestionar permite conocer en qué áreas están trabajando y en cuáles hay metas que son importantes alcanzar.

Más recientemente, el Guggenheim de Bilbao anunció su acuerdo con la marca de moda sostenible Ecoalf para el diseño y confección de los uniformes del personal del museo. Ecoalf recupera, con la ayuda de pescadores españoles, el plástico de un solo uso que termina en el Mediterráneo y lo reutiliza en la producción de prendas de ropa. Además, ha establecido 2025 como fecha límite para conseguir limpiar ese mar de todo plástico. Aunque esta iniciativa comenzó en España, ya se ha extendido a Grecia, Italia, Francia y Líbano.

Sin embargo, los museos aún tiene mucho por hacer. Algunas de las responsabilidades que todavía siguen pendientes incluyen generar trazabilidad en las prendas de vestir o textiles que venden en sus tiendas, utilizar detergentes y elementos de limpieza amigables con el medio ambiente, potenciar la educación y concienciación de la sociedad en materia de cambio climático, ser transparentes con sus políticas de recursos humanos y trabajo digno, convertirse en ejemplo de inclusión y accesibilidad, favorecer la equidad de género y la no discriminación a través de políticas claras en ese sentido, reducir el uso de papel en boletería y catálogos expositivos, y reducir también el impacto en la huella de carbono por el uso y abuso del transporte con combustible fósil.

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