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Fotograma de la serie de televisión ‘Outlander’. Starz

‘Outlander’ nos muestra un nuevo tipo de hombre (desnudo)

Como espectadores, sumergidos en una cultura esencialmente visual, nos vemos expuestos a un sinfín de imágenes que condicionan la forma en la que vemos la realidad. En ellas, las representaciones de la feminidad y la masculinidad tienen especial relevancia, puesto que aparecen diversos modelos que se añaden al imaginario social.

La figura del hombre resulta significativa, ya que en las últimas décadas se ha producido un cambio progresivo hasta llegar a una sobreexposición y “objetificación” sexual, siguiendo así la tradicional sexualización femenina. Los cuerpos masculinos, musculados y erotizados tienen una mayor presencia en la televisión, la publicidad, el cine, etc.

David Beckham, una nueva masculinidad para un nuevo mercado. ЯAFIK ♋ BERLIN / VisualHunt.com / CC BY-NC-SA, CC BY-NC-SA

Y en muchos casos, se oponen a imágenes y conceptos que durante mucho tiempo se han asociado con las ideas de virilidad, autoridad, poder, dominación, e incluso agresividad y violencia correspondientes a una visión dominante masculina dentro de la sociedad patriarcal.

La idea que ha predominado durante décadas sobre lo masculino, y lo femenino, nace en el siglo diecinueve con el objetivo de legitimar la posición de privilegio del hombre en la sociedad, asociándolo a la esfera pública, mientras que la mujer quedaría presa en el ámbito privado.

No obstante, las ideas pueden cambiar de forma, de acuerdo al momento histórico y al contexto sociocultural en el que surgen. Esto significa que distintas fórmulas de masculinidad han ido apareciendo, especialmente en los medios de comunicación en las últimas décadas, creando un discurso visual que representa y se dirige a una diversidad de hombres. Y, consecuentemente, desafían las normas tradicionales de la masculinidad por las que el cuerpo del hombre se construye igualmente como objeto de la mirada erótica.

Nuevos tipos de hombres

La aparición de modelos masculinos alternativos puede explicarse como resultado de la unión de diversos factores, entre ellos, la tendencia de invertir tiempo y dinero en la apariencia y el cuerpo, algo tradicionalmente limitado a las mujeres. Teniendo en cuenta este aspecto, el consumo resultaría clave ante la rentabilidad de nuevos segmentos de mercado.

Por lo tanto, la publicidad sería una de las primeras en dirigirse a este nuevo consumidor, proponiendo representaciones que se hicieron comunes en otros ámbitos como el cine, la televisión o el deporte, llegando a su popularidad en medios de comunicación generalistas sobre la década del 2000.

Como ejemplo evidente de este fenómeno se encuentran las numerosas producciones de superhéroes realizadas en los últimos años, especialmente las de la factoría Marvel, en las que la perfección de los cuerpos masculinos se ha convertido en una atracción tan importante como los propios efectos especiales.

Thor, Capitán América o Iron Man son algunos de los diferentes tipos de masculinidad que presentan los héroes de Marvel. Disney / Marvel Studios

En cuanto a las diversas fórmulas de la masculinidad, destaca, por la popularidad y controversia generada, el concepto de “metrosexualidad”, presentado por Mark Simpson en 1994.

Años después llegarían otros, como los “retrosexuales”, que se definieron por oposición y rechazo hacia lo que consideraron demasiado femenino, reivindicando rasgos considerados tradicionalmente como viriles. No obstante, la “metrosexualidad” seguiría evolucionado hacia una nueva forma en la que la atención se centra principalmente en el cuerpo para generar placer visual.

Simpson acuñaría un nuevo término en 2006, “depornosexual” o “espornosexual”, a partir de dos mundos: el deporte y la pornografía. Así, las nuevas representaciones contienen elementos iconográficos de ambos, de manera que se observa una hipersexualización del cuerpo, por el que este se convierte en mercancía. Los modelos muestran el producto en posturas sugerentes, el torso destaca como nuevo valor erótico y, en definitiva, se enfatiza lo visual; es decir, el placer en exhibir y ser admirado.

Presentando a Jamie Fraser

En este contexto audiovisual de sobreexposición del cuerpo masculino se encuentra la serie Outlander, adaptación televisiva de una serie de novelas románticas escritas por Diana Gabaldon. El drama de la cadena Starz cuenta una intensa historia de amor, con viajes en el tiempo, entre Claire, una enfermera británica de la Segunda Guerra Mundial, y Jamie Fraser, un soldado escocés del siglo XVIII.

Aunque Gabaldon mantiene elementos de la “novela rosa”, convierte al protagonista masculino en el auténtico “objeto de deseo” de la historia, tanto para Claire como para el capitán británico Jack Randall, primer gran villano de la serie, cuya obsesión por el escocés marca el desarrollo de los acontecimientos.

Como tópico propio del relato romántico, y siguiendo las recientes tendencias audiovisuales, el retrato de la desnudez –especialmente masculina– es un elemento visual importante. El torso desnudo de Jamie Fraser se exhibe en múltiples ocasiones, siendo un buen ejemplo de hombre “retrosexual”, pues en cierto sentido se reivindica una masculinidad física ruda y tradicional propia del contexto histórico en el que se desarrolla la historia.

Sin embargo, su delineada musculatura y la ausencia de vello conectan más con nociones propias del modelo “metrosexual” o “depornosexual” que con la apariencia física real de un soldado atractivo del siglo XVIII. De esta forma, su torso se convierte en un fetiche visual que acaba caracterizando al personaje tanto como sus acciones.

Sam Heughan interpretando a Jamie Fraser en Outlander. Starz

En Outlander se utiliza el cuerpo desnudo del protagonista con significados simbólicos muy diferentes. Por ejemplo, sirve como herramienta ideológica, ya que su espalda malherida es mostrada por su tío para despertar la compasión y la simpatía por la causa jacobita. Con un claro matiz negativo, los latigazos de su espalda son además una huella imborrable de dolor que el protagonista ha sufrido a manos de Jack Randall.

Aunque, sin ninguna duda, el cuerpo de Jamie Fraser es sobre todo una oda al placer sensual.

Las escenas de sexo que aparecen están relacionadas con el disfrute de la pareja, dando gran importancia a la observación del cuerpo de Jamie por parte de la protagonista. Si bien ambos personajes comparten protagonismo, Claire es quién guía el relato, por lo que el espectador conoce la historia a través de ella. Esta identificación con su perspectiva permite introducir una mirada femenina en el sexo, más basado en el deleite que en la “objetificación”.

Así, a diferencia de la producción pornográfica tradicional, en Outlander se hace un retrato sensual de la sexualidad. Siguiendo la estela de las novelas románticas, cuando los protagonistas se acuestan juntos, alcanzan una satisfacción mutua en la que existe un intercambio de placer justo. Su disfrute reside en una experiencia bella, estética, visual y con pluralidad de prácticas de goce.

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