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Peter Handke, uno de los dos premios Nobel de Literatura entregados en 2019 (el de 2018, que no se entregó en su momento, ha sido concedido a Olga Tokarczuck). Niklas Elmedhed/Nobel Media, CC BY-SA

Peter Handke, la atracción por la meseta castellana

Diciembre, 1989. Por la meseta castellana, un hombre se aproxima en autobús hacia una ciudad que ha elegido para poder escribir al margen de los acontecimientos que estaban cambiando la historia europea. Había estado en Linares y ahora elige Soria, “desde hace casi un milenio fuera de la historia”, y también porque allí estuvo Antonio Machado.

Un austriaco en Soria

Aquel hombre ya era entonces una de las figuras centrales de la literatura europea, un polémico escritor austriaco que suscribió un seguro de vida que cobraría si no se suicidaba en tres años; el enfant terrible de los años 60 y 70, que en el verano de 1991 se enfrentaba en una dura polémica a Milan Kundera, por defender éste las ansias independentistas de la nación eslovena, opinión que el austriaco censuró con crudeza.

El carintio Peter Handke (1942), reciente ganador del Premio Nobel de Literatura, era un novelista y dramaturgo radicalmente enfrentado a las convenciones literarias, autor de piezas teatrales controvertidas como Insultos al público (1966) o La hora en que nadie sabía nada de nadie, que fue declarada en Alemania la obra más importante de la temporada 1993, a pesar de que la pieza en cuestión resulta muda, sin palabras para los actores.

Handke deambuló en silencio por la ciudad castellana, sin que sus habitantes, los sorianos, se percatasen de ello. Pasó desapercibido en aquel crudo invierno (de los de antes), y a los pocos meses de su estancia en España dio a conocer su última entrega literaria, en la que desvela su paso por la ciudad: Ensayo sobre el jukebox (1990).

Retrato de Peter Handke. Wild + Team Agentur - UNI Salzburg / Wikimedia Commons, CC BY-SA

Desde entonces los paisajes de España, Cervantes, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila y Machado son inseparables de la obra de Handke. Su producción tomará un giro cada vez más introspectivo e iniciará un proyecto de crítica a la demencia del hombre en la sociedad contemporánea con su excedencia de imaginario mediático y el permanente imperativo del estereotipo.

Sus narradores se convierten en caminantes que recorren la sierra de Gredos, las tablas de Daimiel, los olivares de Linares, el Pirineo catalán y navarro, etc.; y contemplan los paisajes que a la vez interactúan en ellos. En la literatura contemporánea no hay otro escritor extranjero que haya dedicado más páginas de su obra a los espacios y paisajes de España; en más de una docena de libros las tierras ibéricas directa o indirectamente están presentes, por ejemplo en El año que pasé en la bahía de nadie (1994), La pérdida de la imagen o Por la sierra de Gredos (2002), La noche del Morava (2008).

Apasionado de la Meseta

Handke siempre ha sido un incansable viajero, un hombre que ha vagabundeado por los más variopintos rincones del globo. Solía encerrarse a escribir en hoteles baratos de Nueva York, en un iglú de Alaska, o en el Hotel Leonor de Soria. Es un caminante excéntrico (en el sentido literal del término), un escritor de lugares, como él mismo ha declarado, de paisajes experimentados a través del cuerpo durante las caminatas, cuyas apariencias absorbidas con los sentidos y convertidas en imágenes interiores son las que conforman su escritura, en la que no hay una trama o un personaje.

Su paisaje es la meseta, él siente una especial atracción por los espacios vacíos y los recorre siempre caminando solo. “Andar es hoy la aventura real, (…) realmente andar, campos a través, atravesando las ciudades, de la periferia al centro de la ciudad, saliendo otra vez a pie del centro de la ciudad hasta la periferia, y a la estepa. (…) Todas las ciudades españolas, tanto las pequeñas como las grandes, están en la meseta, dentro de la estepa.” En Ayer, de camino (2005), el autor, a partir de las notas tomadas durante un periodo de su vida sin lugar fijo de residencia, lleva al lector –quince años más tarde– por las reflexiones, impresiones o comentarios que el periplo a través de diversos continentes le sugirió; y, sobre todo, por los caminos solitarios de España: “La mirada épica: incluso el mondadientes entre los labios de un transeúnte le pareció digno de ser narrado.”

España es para Handke un paisaje épico en el que realidad y mito, vacío y mística se entrecruzan. Y la mística española es una literatura refrescante, un antídoto contra las cárceles de Piranesi y en especial contra el psicoanálisis, tal como él mismo afirmó en su discurso escrito a lápiz en unas cuartillas que guardaba entre las páginas de un poemario de Antonio Machado al recibir el doctorado honoris causa por la Universidad de Alcalá en 2017.

Ceremonia de investidura doctor Honoris Causa: Peter Handke en la Universidad de Alcalá (2017).

Polémica y Nobel

Pero el escritor austriaco, asentado definitivamente en Chaville, en las afueras de París, desde 1986, también ha sido víctima de un linchamiento con motivo de su primer libro sobre el conflicto de los Balcanes Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina o Justicia para Serbia (1996).

El texto fue leído únicamente como un panfleto de apoyo manifiesto a las tesis de Milošević. A partir de ahí varios de los premios recibidos le fueron retirados, se cancelaron representaciones de sus obras teatrales y el autor desapareció de todas las listas que le hacían el más claro favorito al Nobel de Literatura. De candidato a escritor maldito.

Han tenido que pasar casi 30 años para que lo principal e indiscutible se restablezca: este novelista, ensayista, dramaturgo, poeta, traductor y cineasta, que publica sin tregua, año tras año, es una referencia literaria indiscutible desde hace más de cinco décadas, y uno de los escritores más originales de la literatura en lengua alemana. Y casualidades, pronto se cumplirán 30 años desde su primer encuentro con España.

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