El Diccionario de la lengua española (DLE, 2014) ha dado entrada a las palabras “serendipia” y “serendipidad”, si bien esta remite a la primera, que es la que lleva la definición:
serendipia f. Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. “El descubrimiento de la penicilina fue una serendipia”.
Pero ¿realmente son palabras que se usan?
Para determinarlo, podemos acudir a los corpus académicos. Así, en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA), los casos de “serendipia” son seis (tres de ellos, en México; dos, en España, y uno, en Argentina). Por su parte, “serendipidad” arroja el resultado de un solo caso en un único documento español.
Sin embargo, en el Corpus del Español del siglo XXI (CORPES XXI), más actual que el anterior, la frecuencia de “serendipia” aumenta considerablemente: 73 casos (de ellos, 57 se localizan en España) en 23 documentos. En cuanto a “serendipidad”, no se obtiene ningún resultado en este segundo corpus. Se da la circunstancia de que “serendipidad” ya aparece en el Diccionario de Español Actual (1999), de Seco, Andrés y Gabino, definida como “facultad de hacer un descubrimiento o un hallazgo afortunado de forma accidental”: “Por serendipidad encontró Colón las playas de Guanahaní”.
Un solo caso documentado de “serendipidad” en el CREA no posee ciertamente la representatividad suficiente como para avalar esta forma. No obstante, hay que pensar que, al encontrarse recogida en un diccionario, aunque no sea el “oficial”, es por considerarse más instalada en la lengua, aunque los datos de los corpus mencionados no confirman esta suposición. El caso es que, a la hora de confeccionar su diccionario, la Academia ha tirado por la calle de en medio otorgando carta de naturaleza tanto a “serendipia” como a “serendipidad”.
¿Hay en nuestra lengua otras alternativas?
La palabra “serendipia” presenta cierta afinidad con la voz “chiripa”, que aparece en la expresión “de chiripa”. Sin embargo, el término “chiripa”, que no es general en el mundo hispanohablante, es más propio del lenguaje coloquial. Además, se usa con una connotación festiva y se refiere comúnmente a casualidades o eventos fortuitos en la vida cotidiana.
El término “serendipia”, en cambio, se refiere a los descubrimientos científicos que han revolucionado la ciencia y que no son el resultado de una búsqueda metódica, sino que se realizan de repente o por una extraña casualidad difícil de explicar racionalmente.
Según esto, “serendipia” no puede ser lo mismo que nuestra “chiripa” castiza, que, por otra parte, procede del ámbito del juego, mientras que “serendipia” se refiere más bien a otro azar, el que opera sobre la inteligencia y la creatividad del hombre.
¿De dónde viene?
El DLE ofrece la siguiente explicación sobre su origen: “serendipia” es la adaptación del término inglés “serendipity”, que proviene, a su vez, de Serendip, transcripción inglesa del nombre persa de la isla del Índico conocida hoy como Ceilán, cuyo nombre oficial es Sri Lanka.
Al parecer, los persas lo tomaron del árabe Sarandib o Serandib. Pues bien, resulta que Serendip está presente en el título de una fábula persa, Los tres príncipes de Serendip, en la que se cuentan las aventuras de tres príncipes dotados del extraño y envidiable don de solucionar sus problemas por medio de descubrimientos accidentales afortunados.
El aristócrata inglés Horace Walpole acuñó el término “serendipity” a partir de la fábula Los tres príncipes de Serendip para referirse a sus propios descubrimientos accidentales, tal como cuenta en una de sus cartas, fechada el 28 de febrero de 1754.
Una palabra de cine
Serendipity (en la versión española se mantuvo el título en inglés) es una película estrenada en 2001 bajo la dirección de Peter Chelsom y protagonizada por John Cusack y Kate Beckinsale.
El argumento es el siguiente: Jonathan y Sara se conocen casualmente cuando están de compras por Nueva York. A pesar de que ambos tienen pareja, mantienen un romántico encuentro. Jonathan no quiere perder el contacto con Sara, pero ella no está segura y prefiere dejar el futuro en manos del destino. Finalmente, acuerdan anotar sus respectivos números de teléfono en un billete, con el que pagan una compra, y en un libro, que ella vende en una tienda de segunda mano, y dejar pasar el tiempo para ver qué sucede.
Por supuesto, no vamos a destripar el final de la historia, pero el momento que nos interesa destacar es cuando Sara define la palabra “serendipity” (de nuevo, sin traducción en la versión española) como ‘casualidad afortunada’. Además, añade que “es una palabra que suena mejor de lo que significa”. ¿Podemos decir lo mismo de “serendipia”? Probablemente, aunque se trata de un juicio tremendamente subjetivo.
Pero lo que sí nos atrevemos afirmar es que “serendipia” no solo significa ‘hallazgo valioso’, sino que, entre las palabras que componen el diccionario, lo es.