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Tanxungueiras, en su actuación en Benidorm Fest. RTVE

Tanxugueiras y los “mecanismos manipulables”

Las personas que nos dedicamos a impartir docencia de Economía tenemos la suerte de contar con muchos ejemplos de la vida diaria con los que transmitir a nuestro alumnado los conocimientos de nuestra disciplina.

La tragedia de la covid-19, por ejemplo, ilustra dramáticamente cómo unos buenos servicios públicos son imprescindibles para afrontar con éxito los desafíos que generan los riesgos colectivos, dada la incapacidad de los mercados para lograrlo.

En un plano más ligero, pero igualmente interesante en términos docentes, se encuentra el debate surgido alrededor de la canción ganadora del pasado Benidorm Fest que, como es sabido, representará a España en el próximo Festival de Eurovisión.

Cómo alterar el resultado

El interés académico deriva de que el sistema de votaciones elegido en esta edición constituye un formidable ejemplo de mecanismo de elección colectiva cuyo resultado puede ser alterado por los agentes implicados. Estamos así ante lo que se conoce como un “mecanismo manipulable”, siendo relativamente sencillo encontrar situaciones en las que los integrantes del proceso pueden alcanzar un resultado más favorable a sus intereses, “mintiendo”, o si se prefiere, no diciendo “toda la verdad”.

Para que este comportamiento estratégico se produzca es necesario que algunos agentes tengan información cierta, o al menos con un cierto grado de probabilidad, de lo que van a elegir los “otros”. Esto es muy importante porque en ausencia de información no es fácil acertar con la “mentira” adecuada.

En el caso que nos ocupa, dado que cada miembro del (pequeño) jurado profesional tenía que valorar numéricamente todas las canciones, el sistema elegido genera el incentivo de que, para incrementar las probabilidades de éxito de la preferida por cada quien, se rebajen las puntuaciones individuales otorgadas a las alternativas que puedan suponer una mayor competencia, relegándolas a posiciones más bajas de la que merecen.

Funcionamiento de las votaciones durante el Benidorm Fest. RTVE

En el Benidorm Fest es teóricamente factible que esto sucediese, ya que aunque los miembros del jurado profesional no conocían las puntuaciones del resto de los integrantes del mismo, como se informó desde la organización, las preferencias del jurado demoscópico y, especialmente, las del jurado popular, eran conocidas, grosso modo, antes de la final.

Si, además, la información es asimétrica (el público no tenía conocimiento alguno sobre las preferencias de los miembros del jurado profesional); si el sistema de valoración es diferente para los distintos jurados (recordemos que los integrantes del jurado popular solo votaban por la canción preferida, sin ordenar el resto); si el tamaño del jurado profesional es muy pequeño (cinco miembros), al tiempo que muy grande el número de personas participantes en el voto telefónico y por SMS (casi 200 000 personas participaron en el jurado popular, lo que dificulta que se produzcan comportamientos estratégicos o la formación de coaliciones en este voto); y si las reglas de juego garantizan a cada miembro del jurado profesional el secreto de sus puntuaciones individuales (no teniendo que rendir cuentas de las mismas)…

Si todo esto se produce, el cóctel está servido: cualquier discrepancia entre el jurado profesional y el popular es fácil que se resuelva a favor del primero, por mucho que los organizadores del certamen repitan, una y mil veces, que la última palabra la tiene el público.

Obviamente, esto no es así, ya que no es suficiente con garantizar un equilibrio entre las ponderaciones otorgadas a los distintos jurados implicados (50 % al profesional y 50 % al popular + demoscópico), como efectivamente se hizo, sino que también es muy relevante atender a las posibilidades de “manipulación” de unos y otros. Y es ahí donde se esconde la verdadera diferencia entre ambos, provocada por el diseño de los tribunales y de los procesos de votación.

Desglose de puntuaciones

Los hechos son que cuatro días después del festival, y ante la magnitud de la controversia generada, RTVE informó de las puntuaciones individualizadas de los miembros del jurado profesional (manteniendo, eso sí, su anonimidad).

Dos de ellas llaman especialmente la atención, al conceder la máxima puntuación a la canción ganadora (12 puntos, en cada una), y situar en el último y en el penúltimo puesto a Tanxugueiras (2 y 4 puntos, respectivamente). Lo cual es sorprendente, ya que recordemos que una de las canciones finalistas tuvo que ser presentada con un vídeo, puesto que la covid-19 impidió a su cantante defenderla en directo, con la lógica penalización que esto supone.

Las puntuaciones del jurado y del público del Benidorm Fest. RTVE

Considerando ambas puntuaciones individuales, la diferencia entre las dos canciones fue de 18 puntos. Una cifra especialmente elevada si tenemos en cuenta que en la puntuación final la diferencia entre ellas fue de solo 6 puntos.

Lo cierto es que las razones que están detrás de estas bajísimas valoraciones pueden ser múltiples y que solo las personas que las hicieron las conocen. ¿Una baja calidad de la canción y/o de la actuación de Tanxugueiras? ¿Poco apego a la música tradicional por parte del jurado profesional? ¿Desconocimiento de este tipo de música? ¿Intereses de la industria musical para que ganase una propuesta diferente? ¿Tal vez alguna combinación de varias de ellas?

No lo sabemos, pero siempre nos quedará la duda de si la puntuación otorgada por el jurado profesional a Tanxugueiras estuvo “contaminada” por comportamientos estratégicos de alguno/s de sus integrantes, que al minorar consciente (o tal vez inconscientemente) su puntuación a “Terra” (probablemente la canción que suponía la mayor amenaza), “manipularon” así el espíritu del proceso de votación. Lo cual sería muy humano, pero muy poco edificante.

En cualquier caso, todo esto no habla bien de los procedimientos seguidos en el diseño de la reglas de este festival: desde los mecanismos de votación elegidos hasta la escasa transparencia en los criterios de selección de los miembros de los jurados demoscópico y profesional.

¿Qué podemos deducir de todo esto?

Básicamente, que los organizadores del certamen no pueden jugar a dos barajas. Tienen que elegir si no quieren que el concurso acabe siendo residual.

Si consideran que un jurado profesional debe seguir teniendo un gran peso en el proceso, deberían argumentar por qué conviene hacerlo así y diseñar un sistema de votaciones donde esto sea transparente. Por ejemplo, con un sistema en dos fases donde solo el público vote, pero entre un pequeño conjunto de canciones que habría sido previamente seleccionado por personas expertas.

Chanel, ganadora del Benidorm Fest. RTVE

Si, por el contrario, desean que el público sea el verdadero protagonista del festival, deberían rediseñar la composición y el papel del jurado profesional, ampliando su tamaño (¿por qué no 50, 100 o 200 integrantes?), minimizando la información entre sus miembros, ampliando el abanico de las especialidades cubiertas (¿por qué no incluir personas expertas en música tradicional?) y buscando más diversidad en su composición, evitando la presencia de personas ligadas la gran industria musical (con intereses evidentes en este tipo de concursos) y promoviendo la presencia de aquéllas situadas en los márgenes de este “gran negocio” (¿por qué no profesorado de conservatorios o de escuelas de artes de prestigio?).

¿Y qué sacamos los demás en limpio?

La mayoría de las personas que participaron en la votación popular, un sabor ciertamente amargo.

Las Tanxugueiras, que ganaron en la votación del jurado demoscópico y arrasaron en el voto popular, probablemente tristeza y, tal vez, un sentimiento de incomprensión hacia su trabajo por parte de algunos de los integrantes del jurado profesional. En cualquier caso, quiero pensar que también habrán obtenido una cierta recompensa gracias al afecto y al reconocimiento alcanzado (no solo en Galicia), demostrando que, efectivamente, en la música no hay fronteras.

Finalmente, y por lo que me toca, el Departamento de Economía Aplicada de la Universidade de Vigo consigue un excelente ejemplo para incorporar en su boletín de ejercicios del próximo curso, lo que nos permitirá ser más convincentes a la hora de ilustrar la utilidad de la Teoría de la Elección Colectiva.

Tan sólo me queda dar la enhorabuena a Tanxugueiras por su buen hacer en la defensa de la música y de la cultura gallega, y desearles que en el futuro tengan fuerzas para seguir trabajando duro, como hasta ahora, “co xeito das nosas nais”.

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