Menu Close

Televisión, niños y verano: un trío que funciona muy bien si sabemos sacarle partido

El tiempo que pasan los niños viendo televisión o móviles es una preocupación habitual entre los padres. Y lo es más en verano cuando cada día se convierte en un cheque en blanco lleno de horas con nuestros hijos.

Vivimos inmersos en una sociedad digital que somete a los padres actuales a la presión social de las “cero pantallas”. Esta presión es un mantra que se repite de forma constante en los medios de comunicación y nuestro entorno social.

Ese escenario sin tecnología choca con el consumo actual. Las múltiples opciones generan estrés y ansiedad entre los padres, lo que acaba en una sensación de fracaso cuando terminan ofreciendo a los niños un contenido del que no están totalmente convencidos.

Hay que buscar calidad de contenidos

Algunos estudios afirman que los niños entre 2 y 11 años pasan 23 horas a la semana viendo televisión. Para eliminar esa sensación negativa tanto en padres como hijos, hay que recordar que no todos los contenidos infantiles son iguales. Es hora de cambiar el debate sobre el tiempo de consumo infantil de pantallas y ampliar la conversación hacia la calidad de los contenidos.

Es muy conocida la recomendación de la Asociación Americana de Pediatría, que se resume en la regla 2+2 (hasta los 2 años nada de pantallas, a partir de dos, no más de una hora al día). Sin embargo, en los últimos tiempos esta fórmula se ha matizado.

Este año investigadores de las asociaciones británicas Royal College of Paediatrics y Child Health han publicado que no hay suficiente evidencia empírica para regular adecuadamente el tiempo de pantalla en los menores (la misma falta de datos que impide afirmar que haya un impacto negativo en la salud).

Posibilidades educativas, más que riesgos

En ese contexto, parece necesario introducir en el debate público una mirada en positivo hacia los contenidos para el público infantil. Para ello, hay que destacar estudios empíricos que valoran las posibilidades educativas y no solo los riesgos. Es decir, hay que dar espacio a los estudios que desmontan mitos sobre los efectos negativos de las pantallas. En ese momento aparece el valor educativo.

¿Son tan malos los dibujos de Disney?

¿Qué nos dicen los estudios? Que los dibujos de Disney pueden ayudar a transmitir valores positivos a corto plazo, como ayudar a compañeros. O que series como Daniel El Tigre fomentan la empatía. Además, las series infantiles son un camino hacia el bilingüismo de los menores si la exposición es en otro idioma, como el inglés.

Hay que destacar que ver series infantiles no reemplaza la lectura. Que un niño maneje pantallas no significa que no vaya a leer libros. Al contrario, hay estudios que indican que las pantallas fomentan el placer por la lectura en general, tanto digital como en papel.

En el caso de países en vías de desarrollo o de comunidades en geografías remotas, los dispositivos móviles son una herramienta prometedora para acercar la educación a niños desfavorecidos.

En este contexto en positivo, ¿cómo pueden los padres valorar la calidad de la televisión para sus hijos?

Dejamos tres ideas importantes:

  1. Elegir series con narrativas apropiadas para la edad del niño. Las primeras series pueden ser pequeñas narraciones acompañadas de canciones. Estas canciones introducen a los más pequeños en el mundo de las historias a través de la música (Little Baby Bums). Así los niños pueden empezar a imitar sus movimientos y voces.

    A partir de los dos años se introducen pequeñas historias que les ofrezcan modelos de conducta y espacios para entender el mundo que les rodea. Es importante elegir historias con montaje y ritmo narrativo pausado. Así mantienen la atención y siguen la historia (Peppa Pig, Pororo, Puffin Rock).

  2. Acompañamiento de los padres. Los padres y educadores son una pieza fundamental. Es bueno interactuar con los niños, hacerles preguntas y comentar las escenas. En definitiva, abrir un diálogo con los menores que les permita analizar mejor lo que ven.

    Este aspecto es clave, pues estudios recientes demuestran que los padres que tienen una visión negativa de la televisión hacen que sus hijos saquen menos partido a las series infantiles.

  3. Ver esas historias con otras actividades culturales transmedia como la lectura, la pintura, o los puzzles. Las series, por su naturaleza audiovisual, sumergen a los niños en un poderoso mundo de sensaciones, emociones y valores. Esto se complementa con actividades culturales relacionadas con esos contenidos (los libros de Peppa Pig son un éxito de ventas porque la serie despierta el interés por leer sobre el personaje y no a la inversa).

Además, los niños desarrollan otras destrezas cognitivas y emocionales que las series no cubren. Pocas veces se destaca que las series son la puerta de entrada hacia otros productos culturales.

Más que centrar el debate en pantallas sí o pantallas no, debemos ampliar la conversación a cómo fomentar la educación mediática de niños y padres. Es necesario que los padres aprendan a elegir contenido infantil adecuado que aporte al aprendizaje del niño. No todo vale y hay grandes diferencias entre los valores de unos contenidos u otros.

Como podemos ver, se trata de tres consejos muy sencillos de aplicar. No seguir estas premisas es lanzar una moneda al aire donde ni siquiera sabemos cuál de las dos caras es la que nos favorece.

Una actitud positiva hacia los medios es vital para aprovechar la tecnología. Algo necesario para el futuro digital en el que ya están inmersos.

Want to write?

Write an article and join a growing community of more than 182,100 academics and researchers from 4,941 institutions.

Register now