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Dos estudiantes, uno con síndrome de down, observan la pantalla del ordenador.

Titulaciones para personas con discapacidad intelectual: un importante paso de la LOSU

Las personas con discapacidad intelectual son las gran excluidas del mercado laboral. Según datos del Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo ODIMEST solo una de cada cuatro personas con discapacidad intelectual trabaja. La tasa de paro de los menores de 25 años supera el 60 %.

Entre las causas destacan los prejuicios sobre su productividad y su bajo nivel de formación. Abandonan pronto las aulas y la formación universitaria no está a su alcance. Entre los jóvenes con discapacidad solo un 1,1 % tiene estudios universitarios. La mayoría, un 63,7 %, tiene estudios primarios o inferiores (Encuesta EDAD 2000).

En España, esta situación empezó a cambiar en 2017 cuando la Fundación ONCE impulsó el Programa Unidiversidad. Hoy, la Ley Orgánica de Universidades reconoce explícitamente la obligación de las universidades de ofrecer titulaciones adaptadas a las personas con discapacidad intelectual. Este cambio legislativo es un gran paso hacia la igualdad académica y laboral. Veamos cómo y por qué.

Formación para romper barreras

La inclusión educativa se basa en el principio de que todas las personas, con independencia de sus capacidades, tienen derecho a acceder a la educación y a desarrollar sus habilidades y talentos. Si además se busca el acceso al mundo laboral, la educación debe ayudar a visibilizar el talento de las personas.

La Universitat Rovira i Virgili participa en el Programa Unidiversidad de Fundación ONCE a través del Programa formativo Inserlab. Inserlab es un curso de 300 horas que se ofrece como titulación propia de la Universitat Rovira i Virgili. Promueve la inserción sociolaboral de jóvenes con discapacidad intelectual y trastorno del espectro autista. Como la finalidad última es el empleo, los contenidos y metodologías se adaptan para:

  1. Romper las barreras al empleo que dependen de factores externos, como los prejuicios y discriminación social.

  2. Romper las barreras al empleo derivadas de factores personales, como la falta de formación y la motivación individual.

¿Cómo se consigue este doble objetivo? A través del aprendizaje integrado en el trabajo. Para ello, Inserlab colabora con empresas y entidades de la zona que actúan como clientes de los estudiantes. Uno de estos proyectos implica la colaboración con museos para la adaptación de obras a lectura fácil.

Esta metodología aporta tres beneficios directos:

  1. Hace que los potenciales empleadores sean testigos directos de las capacidades de las personas con discapacidad intelectual.

  2. Se pone en valor el talento de las personas más allá de las aulas.

  3. Se mejora la autoestima y motivación de las personas con discapacidad intelectual para trabajar y llevar una vida independiente.

El impacto de la inclusión

El programa Inserlab tiene un impacto significativo en la vida de las personas con discapacidad intelectual y en la comunidad universitaria en general. Entre los beneficios destacan la igualdad de oportunidades, el desarrollo integral de las personas y la sensibilización social.

Un grupo de jóvenes estudiantes de universidad mira a cámara mientras posa delante de un edificio.
Jóvenes egresados de la promoción de Inserlab de 2019. Author provided

Inserlab, y otros programas similares como el de la Universidad de Alcalá de Henares, la Jaume I de Castelló o la Universidad Camilo José Cela, han abierto la educación superior a personas con discapacidad intelectual. Además de formar en conocimientos, permiten que los estudiantes adquieran habilidades sociales y laborales. Les proporcionan herramientas para enfrentar desafíos personales, aumentar su autonomía y mejorar su calidad de vida.

La presencia de personas con discapacidad intelectual en la universidad también genera un efecto positivo en la conciencia social de la comunidad universitaria. Estudiantes, profesores y personal administrativo tienen la oportunidad de interactuar y aprender de estas personas. Y esto promueve organizaciones más inclusivas y respetuosas con la diversidad.

Estos programas formativos tienen repercusión también en la investigación e innovación educativa. A través de la evaluación de las metodologías utilizadas se generan buenas prácticas que pueden ser replicadas en otras instituciones educativas. Este es el caso del Proyecto In–Work, Inclusive Communities at Work, en el que participa la Universitat Rovira i Virgili.

Aceptar el desafío de la LOSU

La Ley Orgánica de Universidades hace de la inclusión una nueva obligación para las universidades. El Programa Unidiversidad, con más de 30 universidades participantes, es un ejemplo de buenas prácticas. Es hora de aceptar el desafío de la Ley Orgánica de Universidades y diseñar programas formativos para dar respuesta a la inclusión educativa.

El éxito final depende de la sostenibilidad económica. Y esta pasa porque el Estado dote a las universidades con recursos financieros para poner en marcha estos programas.

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