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Cómo influyen los valores familiares en los resultados académicos

La correlación entre origen socioeconómico y éxito educativo es bien conocida. Según los datos disponibles, los niños de origen más humilde, con padres de nivel educativo bajo y recursos limitados, tienen estadísticamente un menor rendimiento escolar y, en general, más posibilidades de fracasar académicamente.

Para explicar este fenómeno se suele apuntar a diferentes causas, entre ellas, que la falta de recursos de estas familias no les permite compensar un mal rendimiento con clases de apoyo (a las que a menudo acceden los niños de estratos socioeconómicos más altos con similar rendimiento).

También se suele señalar que las dificultades materiales empujan a estos niños a decantarse por trabajar cuanto antes y así percibir ingresos pronto. O que el origen desfavorecido rebaja las aspiraciones y expectativas de los padres, quienes no sentirían tanta presión para que sus hijos lleguen a la universidad y, por tanto, pondrían menos empeño por conseguirlo que aquellos padres que cuentan con estudios universitarios y para quienes el fracaso escolar de sus hijos supondría un gran disgusto.

Estos últimos son ejemplos de lo que defiende el sociólogo francés Raymond Boudon en su teoría de la elección racional, que sitúa la causa de la desigualdad en el impacto negativo que un bajo estatus económico supone en la toma de decisiones sobre las estrategias educativas. Es decir, según Boudon, estas familias parten de una situación desfavorable que les inclina (en algunos casos obliga) a tomar decisiones educativas que dificultan el éxito escolar.


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La escuela y los valores de la clase media-alta

Contrariamente a estas explicaciones, hace algo más de 50 años los sociólogos Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron plantearon, en su influyente La reproducción, que la razón no se encontraba en las decisiones individuales, sino eminentemente en la propia escuela, que lejos de ser neutral, era un terreno de juego favorable para los niños de clases medias y altas.

¿De qué manera la escuela beneficia a unos niños frente a otros? Según estos autores, la escuela enseña, y por tanto exige, la cultura (hablamos de conocimientos culturales, pero también, muy importante, de las cualidades, actitudes y, en general, modos de comportamiento) de las clases medias y altas debido a que son más valoradas socialmente y se consideran más legítimas que la cultura de la clase baja.

Así, mientras algunos niños (los de clases medias y altas) ya han adquirido estas cualidades y hábitos de comportamiento en casa, otros (los de baja) han sido educados de manera diferente a lo que valora el sistema escolar, lo que supone una desventaja importante a la hora de competir por las notas.

Es interesante destacar que, en el contexto educativo actual, esta desventaja sería aún mayor, ya que las cualidades y actitudes, a menudo conocidas como “habilidades blandas” o “competencias transversales”, se han convertido en metas educativas primordiales, siendo frecuentemente valoradas por encima de los conocimientos tradicionales.

Sistema escolar, familias y cualidades preferidas

Una manera de comprobar la validez de la teoría de la reproducción es analizar el nivel de correspondencia entre las cualidades preferidas por el sistema escolar y las valoradas por los distintos tipos de familias. Es decir, comprobar si las familias de bajo estatus social coinciden menos con la escuela en la elección de las cualidades más importantes a transmitir a los niños.

Precisamente, esta es una pregunta incluida en la Encuesta Mundial de Valores (EMV) que se ha realizado cada 5 años desde 1981 en multitud de países, entre ellos España. En concreto, en la EMV se pide a los participantes que escojan las cinco cualidades que consideran más importantes transmitir a los niños de una lista de 11, entre las que se encuentran: buenas maneras, generosidad, fe religiosa, ahorro, trabajo duro, obediencia, independencia, tolerancia, responsabilidad, imaginación y determinación.

Como la encuesta recoge diversas variables sociodemográficas, era sencillo comprobar las diferencias entre las cualidades escogidas por padres de distinto nivel educativo. Y eso hicimos, accedimos a los resultados de las diferentes oleadas de la encuesta y comparamos qué cualidades escogían los padres de nivel educativo bajo (estudios primarios o inferiores), medio (estudios secundarios) y alto (estudios universitarios).

A continuación, para comprobar la correlación entre estas preferencias parentales y lo valorado por el sistema escolar, analizamos las cualidades mencionadas en los textos de las diferentes reformas educativas en España, desde la LGE de 1970, a la LOMLOE de 2020. Acometimos este análisis partiendo de esa misma lista de la EMV y cotejando si en los textos se mencionaban o no estas cualidades de manera explícita o implícita.

La evolución histórica de los valores

Lo primero que observamos fueron esperadas variaciones en lo que se consideraba importante inculcar en los niños en cada contexto histórico. El análisis reveló que la escuela en España pasó de una cultura más tradicional y disciplinaria en las décadas 70 y 80 a una cultura más secular o “moderna” a partir, especialmente, de la LOGSE de 1990. Así, se pasó de enfatizar por ejemplo la obediencia, el trabajo duro o la fe religiosa antes de los 90, a privilegiar, a partir de entonces, cualidades como la independencia, la tolerancia y la imaginación.

Pero, además, constatamos la tesis defendida por Bourdieu y Passeron, a saber: que las cualidades valoradas por la escuela en cada periodo eran también, en ese momento, las más valoradas por las familias de niveles educativos medios y altos. Y viceversa, que las familias de estudios primarios o sin estudios escogían como importantes unas cualidades diferentes a las que en ese momento priorizaba el sistema escolar español.

Así, por ejemplo, los padres con estudios bajos priorizaban cualidades como buenas maneras, ahorro u obediencia, que no estaban entre las prioridades de la LOGSE y, sin embargo, no consideraban tan importantes independencia, imaginación y tolerancia, donde esa ley educativa sí ponía el foco.


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Una brecha que no se salva

De hecho, aunque también comprobamos que con el tiempo estas familias de estudios bajos iban asimilando las nuevas cualidades que iba impregnando la cultura escolar, la distancia con la escuela era siempre relativamente mayor en todos los periodos estudiados, lo que, sin duda, implica una desventaja.

Además, como ya se apuntó anteriormente, esta desigualdad se ve reforzada por un contexto escolar en el que el valor otorgado a las cualidades es hoy día a menudo equiparable al de los propios conocimientos. Y que, lejos de ser vistas por los profesores como fruto de la herencia social, se interpretan a menudo como méritos académicos o dotes naturales. Este último fenómeno, como también señalaron Bourdieu y Passeron, multiplica aún más la desventaja de la que parten estos niños.

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