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Cómo tomar decisiones inteligentes en el océano de la investigación científica

Solo entre enero y noviembre de 2020 se publicaron más de 75 000 artículos sobre covid-19. Evidentemente, ningún profesional pudo leerse en aquel momento semejante cantidad de información. Pero ni siquiera hay que irse tan lejos: los autores de este artículo hemos identificado más de 10 000 trabajos científicos (entre artículos, libros, informes y comunicaciones en congresos) publicados desde el año 2000 sobre un tema tan específico como es el tratamiento del trastorno de pánico en salud mental. Inabarcable también.

Si quienes nos dedicamos a la salud no disponemos del tiempo necesario para leer todo lo que se publica, ¿cómo vamos a estar al día de lo que se investiga para poder tomar las mejores decisiones? Muy sencillo: necesitamos saber identificar las mejores pruebas científicas, es decir, los estudios mejor hechos y más confiables.

¿Este artículo de investigación es de calidad? ¿Me puedo fiar de sus resultados?

Existe un amplio acuerdo sobre cuáles son los estudios científicos de mayor calidad o menos sesgados. En la investigación sobre el tratamiento de enfermedades, los metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados y los ensayos clínicos de alta calidad metodológica ofrecen las mejores evidencias para la práctica sanitaria.

Un ensayo clínico aleatorizado es aquel que asigna aleatoriamente un grupo de pacientes a dos condiciones: experimental y control. En el grupo experimental, los pacientes reciben un tratamiento sanitario específico. En el grupo de control, los pacientes quedan en lista de espera, reciben un placebo o se someten a un tratamiento alternativo que sirva de comparación.

Sin embargo, no todos los ensayos clínicos aleatorizados presentan la misma calidad. Los de mayor calidad se caracterizan por incluir un mayor número de pacientes con pocas pérdidas (baja mortalidad experimental). También deben garantizar un riguroso proceso de asignación aleatoria. Además, incluyen evaluadores que desconocen el grupo al que pertenecen los pacientes (cegamiento del evaluador). Emplean estos y otros métodos para reducir el riesgo de sesgo o error en sus conclusiones.

Hay muchas formas de evaluar críticamente la calidad de una investigación. La organización Cochrane ofrece herramientas para valorar la calidad metodológica de los ensayos clínicos en el ámbito de la salud. Estas herramientas nos ayudan a elegir las investigaciones más confiables y con menor riesgo de sesgo o error.

Metaanálisis para resumir los hallazgos más relevantes

Un metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados es un tipo de revisión (sistemática y cuantitativa) de múltiples ensayos sobre el tratamiento de una determinada enfermedad. Su objetivo es resumir los hallazgos más relevantes y explicar las discrepancias o contradicciones entre los resultados de los estudios.

Imaginemos que un mismo fármaco es eficaz en un ensayo y perjudicial en otro. Estas discrepancias podrían explicarse por las diferencias en el método de investigación, en las características de los sujetos o en la dosis del fármaco. Un buen metaanálisis integra toda esta información, permitiendo determinar el tipo de tratamiento más adecuado en función de las características del paciente y el contexto de aplicación de la terapia.

Ahora bien, no todos los metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados tienen la misma calidad. Los de mayor calidad destacan por la rigurosa selección de sus estudios, una adecuada evaluación de los estudios incluidos y un análisis estadístico apropiado. Para determinar si un metaanálisis está bien realizado, podemos utilizar la declaración PRISMA 2020.

¿Cómo debería tratar la enfermedad que sufre mi paciente?

La denominada práctica basada en la evidencia brinda a los profesionales –médicos, psicólogos y educadores, entre otros– las herramientas necesarias para tomar decisiones basadas en la mejor investigación científica. Esto les permite adaptarse a las necesidades individuales de sus clientes, ya sean pacientes, escolares o beneficiarios de intervenciones sociales.

Si tuviéramos que aconsejar a un psicólogo clínico o psiquiatra sobre el tratamiento, por ejemplo, de un paciente con ataques de pánico, le sugeriríamos realizar una búsqueda bibliográfica en bases de datos como PsycINFO y MEDLINE. Estas fuentes son reconocidas por su confiabilidad y prestigio en la localización de trabajos científicos relevantes en los campos psicológico y médico, respectivamente.

Con las palabras clave “(meta-analysis* or systematic review*) and (panic disorder or panic attacks)” en el título del artículo, se localizan buena parte de los estudios más recientes con metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados sobre el tratamiento del trastorno de pánico. Una guía como la declaración PRISMA nos permitirá evaluar críticamente la calidad metodológica de los metaanálisis encontrados. Las herramientas de evaluación de la organización Cochrane nos facilitarán el análisis de la calidad de los ensayos clínicos incluidos en los metaanálisis.

A través de este proceso, podemos seleccionar un número reducido de metaanálisis y ensayos clínicos aleatorizados de alta calidad o bajo riesgo de sesgo. Tal cantidad de literatura sí es manejable y nos ayudará a tomar decisiones bien informadas sobre el tratamiento más adecuado para el paciente.

Espíritu crítico frente al exceso de información

Actualmente nos enfrentamos a una abrumadora cantidad de información que resulta difícil de manejar, plagada de bulos y datos falsos. Para colmo, proliferan las revistas pseudocientíficas y depredadoras que se apartan de las buenas prácticas del rigor científico.

Autores del estudio revisando diferentes publicaciones científicas.

Saber encontrar y evaluar los mejores estudios científicos nos ayudará a tomar las decisiones más inteligentes en cualquier campo. Hasta la fecha, la inteligencia artificial, a través de programas como ChatGPT, no permite hacer por sí sola una buena búsqueda bibliográfica de los mejores estudios científicos. Tampoco permite evaluar la calidad metodológica o el riesgo de sesgo de una investigación.

Lo que aporta, en ambos casos, son orientaciones mínimas sobre cómo realizar dichas tareas. Por eso la formación universitaria sobre los métodos de investigación científica y la gestión crítica de la información disponible adquieren hoy más relevancia que nunca.

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