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¿Por qué podemos leer finés sin saber hablarlo? Qué es la transparencia ortográfica

Imagínese que está en Helsinki, en un bar de karaoke, y alguien le anima a cantar una canción en finés. Sin saber ni una palabra de finés, agarra el micrófono y, sorprendentemente, logra seguir el ritmo leyendo las letras de la pantalla. ¿Cómo puede ser esto posible? Siga leyendo y tendrá la respuesta.

Transparencia y opacidad ortográfica

¿Qué significa que un idioma sea transparente? Y, lo más importante, ¿cómo afecta eso a la forma en que lo leemos o aprendemos? El nivel de transparencia de una lengua se refiere a la relación entre sus letras (grafemas) y sus sonidos (fonemas). En un idioma transparente, cada grafema suele representar un fonema de manera consistente y predecible. Ejemplos clásicos de lenguas transparentes son, además del español, el italiano, el alemán, el euskera, el turco o el finés.

En cambio, otras muchas lenguas se alejan de esta categoría, y se definen como opacas. En las lenguas opacas, la relación grafema-fonema es mucho menos predecible y la pronunciación de una cadena de letras determinada no sigue siempre una relación regular y constante. El inglés es un buen ejemplo, con palabras como “pint” (que significa pinta, y se pronuncia /paɪnt/) y “mint” (que significa menta, y se pronuncia /mɪnt/), que suponen un auténtico reto para quien quiera aprenderlas. Aunque terminan igual, la pronunciación es distinta.


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El aprendizaje de la lectura en lenguas transparentes y opacas

Los estudios científicos han demostrado desde hace décadas que, en comparación con quienes aprenden a leer en una ortografía transparente, aquellos que aprenden a leer en una ortografía opaca, como el inglés, están en desventaja. De hecho, existen estudios clásicos que demuestran que la tasa de desarrollo de la lectura en inglés es más del doble de lenta que en ortografías más transparentes como el finés, el italiano o el español. Así, un niño finlandés puede dominar la lectura básica en un año, mientras que un niño angloparlante podría necesitar dos, o hasta tres años, para alcanzar el mismo nivel.

¿Significa esto que las personas que aprenden a leer en una lengua opaca usan estrategias diferentes que quienes aprenden en una lengua transparente? Es decir, ¿no aprendemos todos a leer de la misma manera? ¡Exacto! En términos generales, en las lenguas alfabéticas los principios básicos de la lectura son muy similares, ya que aprender a leer implica adquirir y mecanizar las reglas de conversión grafema-fonema para llegar a comprender el texto.

Pero las diferencias en la transparencia de las lenguas influyen profundamente en las estrategias de lectura que los niños desarrollan durante el aprendizaje. Los niños que aprenden a leer en lenguas opacas, como el inglés, desarrollan con mayor frecuencia una dependencia de la memoria visual para reconocer palabras completas, mientras que los que aprenden en lenguas transparentes confían en estrategias alfabéticas y de decodificación.

Dicho de otro modo, un niño que aprende a leer en inglés rápidamente entiende que debe memorizar patrones irregulares, porque ir decodificando cada letra siguiendo las reglas generales no le servirá en muchas ocasiones (recordemos el caso de “pint” y “mint”). En cambio, un niño que aprende a leer en español puede confiar más en la estrategia de la decodificación, porque le funcionará en la inmensa mayoría de casos. En última instancia, las respectivas historias de éxito o fracaso de estos niños durante su aprendizaje determinarán sus estrategias de lectura.

De hecho, la transparencia de la lengua y la consistencia de las relaciones entre los grafemas y los fonemas no solamente afectan al aprendizaje de personas normolectoras (aquellas sin aparentes problemas en el proceso de adquisición y consolidación de la lectoescritura). El nivel de transparencia ortográfica de un idioma también tiene un impacto significativo en la manifestación de la dislexia y de sus principales problemas. Así, los estudios han demostrado que, en lenguas con ortografías transparentes como el español o el finés, algunos problemas de lectura asociados a dislexia son menos pronunciados en comparación con lenguas opacas como el inglés o el francés.


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Aprender a leer en una segunda lengua

En su recomendación sobre el aprendizaje y la enseñanza de lenguas, el Consejo de la Unión Europea insta a los Estados miembros a favorecer la educación multilingüe, incluyendo las competencias en lectoescritura en diferentes lenguas. Pero ¿cómo se puede realizar un abordaje común si el punto de partida y de destino son diferentes en cada caso? Sencillamente no podemos. Y, en vista de los resultados de los estudios científicos, tampoco debemos. Décadas de investigación subrayan la importancia de adaptar los métodos educativos a las características específicas de cada combinación de lenguas, considerando las características ortográficas de la lengua de partida y la de destino.

Imaginemos por un momento el caso de un niño hispanohablante que ya lee con rapidez y precisión en español, y que está aprendiendo finés. Las reglas de conversión grafema-fonema son muy parecidas en ambas lenguas (aunque no iguales), y esto ayudará a que, desde un comienzo, el niño pueda adquirir la lectoescritura en finés más fácilmente. ¿Entiende ahora por qué podría divertirse en un karaoke en Finlandia y pasar desapercibido?

Pero pensemos en otro caso menos idílico, y sin duda, mucho más común. Imaginemos un niño español que está aprendiendo a leer en inglés una vez ya ha consolidado su aprendizaje de la lectura en español. Mientras que para ese niño “leer” es siempre /leer/, cuando se enfrenta a la lectura en inglés, debe interiorizar que “read” puede ser /riːd/ o /rɛd/, dependiendo del tiempo verbal. Además de entender estas irregularidades, el niño deberá comprender que su conocimiento previo no siempre le será útil. Si no, cuando vea la palabra inglesa “literature” escrita, difícilmente podrá pronunciarla bien. Curiosamente, esta es una de las palabras que más nos cuesta leer o decir correctamente en inglés a los hispanohablantes.

Así, vemos que la transparencia ortográfica de un idioma tiene un gran impacto en cómo lo aprendemos y leemos, ya sea nuestra primera lengua, o una lengua adicional que aprendemos después. La ortografía de una lengua no solo influye en la facilidad de aprendizaje de la lectura, sino que también modula la expresión de dificultades específicas como la dislexia, haciendo que los sistemas educativos tengan que ajustar sus enfoques para abordar estas diferencias de manera efectiva.

Comprender las diferencias a nivel de transparencia entre las lenguas puede ayudar a los aprendices y a los educadores a desarrollar mejores estrategias para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje de la lectura.

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