La idea de relacionar el ronquido con un sueño relajado y reparador carece de base científica, tanto para quienes emiten ese enervante sonido como para quienes tienen que sufrirlo.
Buenos dormidores, dormidores insomnes, dormidores de fin de semana y siesteros. Esos son los cuatro fenotipos o formas de dormir que han identificado un grupo de científicos, aunque algunos de sus resultados son controvertidos.
¿Qué criterios debemos tener en cuenta al elegir colchón? ¿Y almohada? ¿Qué actividades hay que evitar antes de ir a la cama para asegurarnos un buen descanso? ¿La siesta puede interferir en el sueño nocturno?
Todos experimentamos el duro trance que a menudo supone despertarse por la mañana. Este proceso se llama inercia del sueño y hay maneras de que no cueste tanto arrancar.
El sueño diurno comporta múltiples beneficios para la salud, pero es importante tener en cuenta factores como la duración, el lugar y el momento en que lo llevamos a la práctica.
Los sueños que se repiten, con temas comunes en diferentes culturas, pueden ser síntoma de estrés, malestar psicológico, frustración e, incluso, falta de sueño.
Que no nos engañen. Usar filtros para bloquear la luz azul de las pantallas no protege la vista ni ayuda a dormir mejor. Para que las pantallas no nos espabilen lo mejor que podemos hacer es apagarlas e irnos a dormir.
Diversos estudios han detectado cierta tendencia hacia una mayor duración de sueño en las noches de otoño e invierno frente a las de verano o primavera. Detrás de estas diferencias podría estar la melatonina, “molécula de la oscuridad”-
El momento de irse a dormir puede ser turbulento y difícil para quienes se sienten invadidos por pensamientos intrusivos antes de acostarse. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo podemos modularlo?
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia