Los mensajes que lanzan los profesores en el aula pueden tener un papel determinante a la hora implicar al alumnado en las tareas escolares. Por norma, funciona mejor dar mensajes que resaltan los beneficios de hacerlas, como “Si estudias, disfrutarás de esta asignatura”.
Cafeína, ginseng, omega-3, ayahuasca, LSD, mescalina… Son muchos los estimulantes que usamos para mejorar el rendimiento físico o mental en el trabajo, cumplir horarios exigentes o salir airosos de un examen. Pero ¿a qué precio?
Proponemos herramientas para detectar si somos víctimas del síndrome del impostor o de otros efectos de los mandatos de género (como la invulnerabilidad en los hombres) en el rendimiento académico.
Mandar tareas para casa puede ser útil y favorecer el aprendizaje y el rendimiento. Pero a medida que avanzan en su carrera académica, los alumnos empiezan a aburrirse y sentirse menos implicados.
El debate sobre si es eficaz o no buscar la motivación a través del refuerzo positivo no tiene en cuenta que en el rendimiento de los estudiantes influyen muchos factores externos e internos.
Los jóvenes usan el móvil unas seis horas al día. Es importante que aprendan a evaluar cómo y para qué lo hacen. Que sean ellos los que lo controlen, y no a la inversa, evitará caer en la procrastinación.
El temido salto a secundaria en primero de la ESO y la cantidad de asignaturas de tercero, hacen que estos cursos sean especialmente temidos. ¿Está justificado?
Kumon, Doman, Tomatis o Pomodoro: diferentes métodos, terapias o estrategias con nombre propio con poca base científica prometen mejorar la capacidad de atención o intelectual de los niños.
Ser mujer, vivir en condiciones de hacinamiento, trabajar o cuidar de otros familiares, tener una madre que terminó estudios secundarios o acceso a internet determinan los resultados de las pruebas.
Tener buen rendimiento académico puede estar asociado a una serie de rasgos de personalidad que también aparecen con más frecuencia en los estudiantes que sufren más estrés.
El rendimiento académico no empeora por combinar los estudios con el trabajo. Pero quienes lo hacen perciben en mayor medida la falta de tiempo como una dificultad significativa para superar el curso.
El lenguaje y razonamiento matemático se empieza a construir en etapas muy tempranas del desarrollo. Los niños que asisten a Educación Infantil tienen mejor base para todo su futuro académico.
Existen sesgos en las calificaciones finales de los exámenes por parte de los evaluadores. Los estudios demuestran la existencia de claras diferencias entre las puntuaciones de los evaluadores que calificaban un mismo ejercicio.
Muchas universidades han creado líneas específicas para analizar cuáles son las causas que llevan a un 30% de los alumnos a dejar sus estudios. Solo un cambio institucional y social puede acabar con esta tendencia.
Doctora en Neurociencias. Directora del Grado en Psicología y Secretaria de la Cátedra de Humanización de la Asistencia Sanitaria. Miembro del grupo de investigación Psicología y Calidad de Vida, Universidad Internacional de Valencia
Doctora en Psicología. Profesora Adjunta de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y Directora de la Cátedra de Humanización de la Asistencia Sanitaria de VIU, Fundación ASISA y Proyecto HUCI, Universidad Internacional de Valencia