Hay personas que sufren inflamación o experimentan síntomas similares a la alergia frente a perfumes, olores de todo tipo, jabones, detergentes, una ráfaga de aire frío o incluso una situación estresante. El origen podría estar en un daño cerebral.
Adultos alcohólicos, adolecentes que abusan de la bebida e incluso los niños cuyas madres han consumido alcohol durante el embarazo pueden sufrir serias alteraciones neuronales.
Al realizar ejercicio intenso producimos en grandes cantidades una sustancia llamada lactato, que es fundamental para codificar los recuerdos en el cerebro. Los estudios indican que los efectos son inmediatos.
La irrefrenable pulsión de mover las piernas (sobre todo por la noche) puede repercutir muy negativamente en la salud mental y física de quienes la sufren.
Al igual que el ejercicio físico es bueno para el corazón, realizar actividades que fomenten los cambios de esta región cerebral podría prevenir la aparición del alzhéimer.
Los llamados superancianos son las personas con más de 80 años cuyas capacidades cognitivas corresponden a las de alguien 20 o 30 años más joven. Los científicos acaban de descubrir que tienen neuronas más grandes de lo normal en cierta parte de su cerebro.
Nuestro cerebro cambia durante toda la vida según los estímulos que recibe. Eso permite, por ejemplo, que un paciente de ictus pueda volver a hablar o que aprendamos a tocar un instrumento,
Podemos aprender gracias a la capacidad plástica del cerebro, la observación e imitación de otras personas, la motivación, nuestro estilo de aprendizaje e incluso las emociones implicadas en el proceso.
Es mucho lo que hay que agradecer al cantautor del Poble Sec. El autor del artículo lo hace en nombre de los musicoterapeutas que han utilizado sus canciones para aliviar el dolor y sufrimiento de tantos pacientes.
Nuestra manera de asociar las palabras influye en nuestra manera de ver el mundo. Y la emoción es una fuerza determinante en estas “afinidades” léxicas.
Un 3 % de quienes han pasado covid con síntomas sufren daños que afloran a largo plazo, a veces años después de haberse curado. ¿Por qué? Sobre todo por las secuelas en las paredes de los vasos sanguíneos y en el cerebro.
Nuestro cerebro tiene mayor capacidad de asimilación y plasticidad en los primeros años de vida; hacia la madurez, podemos adquirir conceptos más complejos y ser más críticos.
Nuestra microbiota repercute en procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria, en procesos emocionales como la gestión del estrés, o en nuestra conducta social.
La cohesión grupal y el sentido de pertenencia tiene mucho que ver con las cargas hormonales de los individuos, una cuestión biológica. Pero, en una organización, factores externos como liderazgo, educación y valores, también ayudan a crear esa cohesión. Una cuestión social.
Diversas técnicas y fármacos actualmente en experimentación podrían ayudar a erradicar las vivencias traumáticas (más proclives a quedarse archivadas) de nuestra memoria.
Analizar con ayuda de las matemáticas las señales que emite un cerebro afectado por el alzhéimer permite adelantar el diagnóstico, mejorar los tratamientos y afinar en las evaluaciones cognitivas.
Al tratarse de una experiencia subjetiva y privada, la consciencia se resiste a la observación. Repasamos las útimas teorías sobre este fascinante misterio científico.
Los juegos de mesa proponen una alternativa de ocio analógica que nos reúne con otras personas para pasar un buen rato. Pero es que, además, son una buena herramienta de entrenamiento cognitivo.
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia
Profesora del Departamento Psicología/ Psicología Básica. Grupo de investigación HUM-891 Investigación en Neurociencia Cognitiva, Universidad de Almería
Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de Olavide
Profesor e investigador de la Sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo. Director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st, Universitat de Barcelona