A pesar de ser una gran desconocida, la flora acuática supone casi el 5% del total de las especies vegetales en España. Ejerce funciones imprescindibles para los ecosistemas.
Se pone de moda recurrir a los nombres científicos de las plantas, obviando la riqueza e importancia de los nombres que se les ha dado durante generaciones. Pero el léxico propio aporta información.
Aunque pueden ser más conocidos sus estudios sobre pinzones, percebes o fósiles de grandes vertebrados, Darwin estudió con detalle la diversidad y las adaptaciones de las plantas.
Especies como el maíz, el trigo o las legumbres provienen de variedades ancestrales que crecían en la naturaleza. Cuando la humanidad comenzó a consumirlas y manejarlas, cambió su genética y biología.
Pese a su aparente fragilidad, la oreja de oso es la única especie ibérica capaz de tolerar tanto la desecación extrema como la congelación de sus tejidos.
Desde pequeños nos cuesta ver a las plantas como organismos vivos. Un sesgo que puede tener origen evolutivo pero que se convierte en un problema en el mundo de hoy.
Si han pasado una situación de estrés, como una sequía, los vegetales conservan esa información y cambian para enfrentarse a momentos similares en el futuro; no vuelven a ser los que eran.
Los sistemas antimicrobianos basados en la inmovilización de los componentes de aceites esenciales podrían ser utilizados para estabilizar alimentos como leche, zumo o confitura de frutas.
Profesor Ayudante Doctor. Departamento de Producción Vegetal y Recursos Forestales. Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, Universidad de Valladolid