Dado que se prevé que la población mundial alcance los 9 700 milliones para el 2050, uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es asegurar que haya suficiente comida para todos.
Las tierras y aguas para el cultivo son limitadas. Además, el cambio climático, las prácticas ambientales perjudiciales y las enfermedades emergentes amenazan las cadenas de suministro.
Una forma de lidiar con esta crisis es recurriendo a nuestros amigos los insectos. No se resista: más de dos mil millones de personas en 130 países ya consumen insectos. En Australia, por ejemplo, muchos ya consumen colorante natural rojo elaborado a partir de la cochinilla, o mantequilla de maní cacahuete, que legalmente puede contener hasta 5% de fragmentos de insectos.
Queremos presentar a los insectos como una opción para ser incluidos en la dieta, presentando el nuevo estudio de CSIRO Insectos comestibles: estrategias para el crecimiento de una industria australiana emergente. En él, describimos un plan estratégico que explora los retos y las oportunidades para que Australia participe en el mercado global de insectos comestibles, que se espera tenga un valor de 1 400 millones de dólares australianos para el año 2023.
Nuestro informe proporciona un marco útil para cualquier persona interesada en obtener una porción del pastel de grillos, incluidas las nuevas empresas de procesado de insectos, los agricultores, los productores de alimentos, los investigadores, los responsables políticos y las empresas de los pueblos nativos. Para aprovechar el potencial agrícola de las especies de insectos autóctonas, debemos crear líneas de colaboración, fomentar el codesarrollo de iniciativas de miembros de pueblos nativos y realizar más investigación.
Si somos más valientes al elegir nuestros alimentos e incorporamos insectos en nuestra dieta, podremos reducir nuestra huella ambiental, mejorar nuestra salud y estar más conectados con la tierra y cultura. Estamos convencidos de que usted, sus amigos y sus mascotas lo disfrutarán a lo grande.
A continuación, cuatro razones por las que deberíamos comer más insectos, todo un reto:
1. Una larga tradición de consumo de insectos
Las ganas de comer insectos está creciendo. Un estudio del 2006 encontró que el 20% de australianos encuestados estaría dispuesto a comer una ‘larva witjuti’.
Al fin y al cabo, los australianos de los pueblos nativos han comido insectos durante decenas de miles de años, especies autóctonas como esas larvas witjuti, que saben a huevos revueltos con un toque de nuez; o las polillas bogong, que tienen un gusto a mantequilla de maní, y las hormigas arborícolas verdes, con un sabor ácido, parecido al limón.
Estas son tan solo algunas de las 60 especies autóctonas de insectos comestibles registradas en Australia.
2. Los insectos podrían ayudar a mejorar nuestra salud
Los insectos comestibles además de ser sabrosos son muy nutritivos: son fuente de proteínas de alta calidad y de otros nutrientes, como ácidos grasos omega-3, hierro, zinc, y vitaminas B12, C y E.
Estudios recientes han demostrado que consumir algunos insectos –como los gusanos de seda, orugas de la polilla de la cera y larvas de tenebrio, los gusanos de la harina– podrían mejorar la salud intestinal, la presión sanguínea y reducir los niveles de glucosa en sangre.
Es necesario realizar más estudios para identificar especies y determinar el valor nutricional de cada una de ellas, para así poder elegir cuáles consumir y maximizar los beneficios para la salud.
Atención, personas con alergias a mariscos: los insectos comestibles son parientes de los crustáceos y podrían causar reacciones alérgicas similares.
3. Ya existen productos con insectos
Aunque podrían parecer alimentos del futuro, los productos hechos con insectos comestibles ya están disponibles en algunos supermercados.
Nuevas empresas y productores de insectos que pertenecen a la Asociación de Proteínas de Insectos de Australia están cultivando insectos y convirtiéndolos en nuevos productos comestibles. Podemos incluso conseguir el consejo de nutricionistas especializados en insectos comestibles.
Si siente curiosidad, ¿por qué no prueba una deliciosa mantequilla de maní con grillos ahumados? Otras sugerencias podrían incluir nachos preparados con totopos de maíz enriquecidos con polvo de grillo, o quizá, espaguetis con pasta con polvo de grillo. Tal vez, un poco de ginebra con una infusión de hormigas arborícolas verdes le ayude a armarse de valor.
Y si se siente muy aventurero, puede llevar sus cualidades culinarias al siguiente nivel, horneando sus propias magdalenas, panes o bases con polvo de grillo rico en proteínas.
¿Y para su perrito? Intente alimentarlo con productos sostenibles para mascotas preparados a base de mosca soldado negra o de tenebrios.
4. Cultivar insectos beneficia al medio ambiente
Si los comparamos con animales de granja convencionales, como vacas, cerdos y pollos, los insectos producen menos gases de efecto invernadero, pues no defecan tanto y, por lo general, no fermentan alimentos en sus entrañas produciendo metano (solo las cucarachas y las termitas producen metano de esta manera).
Además, solamente una muy pequeña parte del insecto se desperdicia, ya que entre el 80 y el 100% del animal se consume. Incluso los desechos de los insectos (o excrementos) se pueden convertir en fertilizantes ricos en nutrientes para el jardín.
Pero además, los criadores de insectos están también reduciendo la huella de carbono relacionada con el transporte, al desarrollar minigranjas urbanas de insectos, y produciendo así proteínas sostenibles cerca del consumidor. Quizá algún día los insectos puedan ser útiles a los agricultores, complementando la alimentación de sus animales en épocas de sequía.