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Día Mundial sin Tabaco: ¿Por qué resulta tan difícil dejar de fumar?

El tabaquismo provoca unas 60.000 muertes al año en España, unas 160 personas al día. Un coste en vidas tremendo pero evitable que ahora está viviendo un repunte en su prevalencia, tras años de caída. ¿Por qué no se termina de una vez por todas? ¿Tanto cuesta dejar el tabaco? Más que preguntarnos por qué cuesta tanto dejar de fumar, quizás deberíamos plantearnos por qué resulta tan fácil recaer.

La nicotina o cómo estimular el cerebro unas 200 veces al día

En las hojas de la planta del tabaco encontramos un alcaloide altamente adictivo: la popular nicotina. Sin este componente en los cigarrillos no se fumaría, o se haría en cantidades ínfimas, porque los fumadores no desarrollarían adicción. Sin nicotina el tabaco tampoco sería un negocio de miles de millones de euros, invertidos tanto en publicidad directa o indirecta como en presionar a gobiernos e intentar cambiar leyes. Puede que sin nicotina ni siquiera estuviéramos escribiendo este artículo.

Cuando la nicotina llega al cerebro se encuentra con receptores específicos que la la reciben “con los brazos abiertos”. El efecto es rápido ya que, tras los apenas 7 a 10 segundos que dura una calada de tabaco, la nicotina incide de inmediato en el receptor correspondiente. Y se liberan moléculas relacionadas con la recompensa y el placer. Eso sí, lo hace durante poco tiempo, porque se metaboliza muy rápidamente.

Un simple cálculo nos da una idea de su potencial adictivo: un fumador de un paquete diario que hace 10 caladas por cigarrillo estimula su cerebro 200 veces al día de media. No existe otra droga, ni legal ni ilegal, con esta capacidad adictiva y tan poco impacto negativo a corto plazo. Porque no hay que olvidar que el tabaco no altera ni la percepción ni la personalidad ni la conducta.

Si fumar no fuese nocivo sería irrelevante su potencial adictivo, y si no fuese adictivo tampoco importaría que fuese o no nocivo. De hecho el DSM-V (el “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”) no incluye la intoxicación por nicotina. Para colmo, el tabaco tiene un precio barato y disponibilidad legal, lo que lo convierte en un producto de consumo asequible.

¿Es la nicotina más adictiva que otras drogas?

Muchas personas perciben mayor dificultad al dejar el tabaco en comparación con otras drogas. ¿Se debe a que la nicotina es más adictiva? No exactamente. La cocaína y la heroína son más adictivas. Seguramente la principal razón para nuestra reticencia a dejar de fumar es que el tabaquismo tiene un peor balance coste-beneficio. O lo que es lo mismo, que se requiere un gran esfuerzo para dejar de fumar pero los beneficios inmediatos de decir adiós a los cigarrillos son pocos, al menos en apariencia.

Para más inri, resulta que la mayoría de elicitadores del hábito de fumar están muy presentes en la vida diaria, dificultando la abstinencia. Sirva como ejemplo la cuanto menos curiosa decisión de mantener los estancos abiertos durante el COVID-19, considerando sus productos como “de primera necesidad”.

En cierto modo, si se percibe como difícil dejar de fumar es porque hay una gran presencia social, cierta normalización en su consumo, precios bajos, y, sobre todo, una muy baja percepción del riesgo. A lo que se suma que la pérdida de autonomía y la dependencia que supone fumar solo se percibe claramente en el momento en el que se intenta dejar, después de años de consumo consonante.

¿Es peligroso el Síndrome de Abstinencia a la Nicotina?

No. Pero sí lo bastante disuasorio como para que los fumadores tiendan a recaer o a rendirse al primer intento. Concretamente, el síndrome de abstinencia a la nicotina suele provocar en la mayoría de las personas cierta irritabilidad, ansiedad y malestar. Los síntomas son intensos solo durante una 2-3 semanas, para ir paulatinamente reduciéndose a partir de entonces. Sin embargo, algunos fumadores presentan un patrón más lento de reducción de la sintomatología del síndrome de abstinencia, lo que los convierte en más proclives a la recaída.

Esta claro que hablamos de un síndrome que resulta molesto cuando se alarga más de lo deseado por la persona fumadora. No obviemos que, en su cerebro, la estimulación diaria e intensa provoca un aumento de la densidad de los receptores nicotínicos. O lo que es lo mismo, que el cerebro de una persona que fuma está adaptado para poder consumir más nicotina (y detectar mejor sus efectos “agradables”).

A diferencia de otras drogas, y en ausencia de enfermedad derivada del tabaco, cuando el sujeto recae y vuelve a fumar el impacto es principalmente emocional, principalmente por la enorme sensación de fracaso que le produce. Si le damos la vuelta a esta realidad, lo importante es que todo individuo que fuma está realizando intentos de dejar de fumar continuos hasta que lo consigue.

¿Hay que planificar bien el intento de dejar de fumar?

Puede que planificar en exceso llegue a ser contraproducente y dé a entender que dejar de fumar resulta más complicado de lo que luego es en realidad. La mayoría de exfumadores que lo han dejado por sí solos no han planificado en exceso el momento: simplemente han aprovechado la necesidad de tomar el control sobre el tabaco, la motivación, y han actuado con buenos resultados. El único fracaso es no intentarlo.

Se puede empezar con pequeños cambios conductuales: reducir algún cigarrillo, guardar los ceniceros, etc. Y avanzar progresivamente hasta que llegue el día de dejarlo definitivamente. Durante todo este proceso el consejo de un profesional de la salud con formación específica puede ser de gran ayuda. Eso y no olvidar que dejar de fumar no es tan complicado: lo importante es evitar la recaída.

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