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Incendios activos en el mundo según datos del satélite MODIS de la NASA. FIRMS/NASA

El corazón de África está en llamas (pero el verdadero problema es la sequía)

La zona del mundo que más se quema anualmente está en el corazón de África y rodea la cuenca del Congo (fig. 1), donde se encuentra el segundo bosque tropical más importante del mundo. Estos incendios están ligados a prácticas agrícolas ancestrales. Pero, aunque el fuego no es un problema, sí lo es la sequía que está secando el bosque tropical.

Figura 1. Área quemada en el mundo durante 2018 según el satélite MODIS de la NASA. El 70 % de los incendios se dan en la sabana africana, rodeando al bosque tropical de la cuenca del Congo. Sistema EOS (LANCE) del Sistema de Información y Datos de Ciencias de la Tierra de la NASA

Frecuencia de incendios en la sabana

El 70 % del área quemada anualmente se concentra en sabanas, que arden regularmente, cada 10 o 20 años a lo sumo. El clima estacional, con una época lluviosa y otra seca, favorece la producción de hierba, que luego se convierte en pasto para el fuego. Pero la vegetación está adaptada a esas condiciones y se recupera sin mayor dificultad.

A la sabana africana se le añaden, además, prácticas agrícolas que usan el fuego como técnica fertilizante. La técnica, denominada como roza y quema (slash and burn en inglés), se basa en dejar la tierra durante 10 o 20 años en barbecho. Transcurrido ese tiempo, se quema el matorral que ha crecido y las cenizas se usan como fertilizante del suelo. Seguidamente se cultiva la tierra durante, aproximadamente, un lustro. Después, se reinicia el ciclo volviendo al barbecho. Se trata de una práctica ancestral que lleva siglos, si no milenios, realizándose.

Estos dos factores (la alta recurrencia de incendios en la sabana y la roza y quema) hacen de la sabana del centro de África la zona del mundo con más incendios. Esto tiene repercusiones climáticas.

Como se aprecia en la figura 2, la tendencia temporal en las emisiones de carbono (un indicador del área quemada) es estable y no ha aumentado en los últimos años. Ahora bien, la magnitud de las emisiones es equivalente al 10 % del total de las emisiones de gases con efecto invernadero.

Figura 2. Emisiones anuales de carbono (Tg C anual) desde 1997 hasta 2016 derivadas de los incendios forestales a nivel global: sabana (amarillo), bosque boreal (verde oscuro), bosque templado (verde claro), deforestación en los trópicos (gris), turberas (negro) y quemas agrícolas (rojo). Adaptado de van der Werf et al. 2017, Author provided

Incendios en África y Sudamérica: diferencias

La sabana rodea la selva tropical de la cuenca del Congo. Esta selva es la segunda en extensión a nivel global, por detrás del Amazonas, pero existen importantes diferencias tanto en las causas como en la repercusión de los incendios entre ambas.

Los incendios en el Amazonas ocurren en el bosque y están principalmente ligados a la deforestación. Los incendios africanos ocurren predominantemente en la sabana, por las razones anteriormente apuntadas.

Ahora bien, en algunos casos, la roza y quema también se usa como método para la expansión de zonas agrícolas a expensas del bosque tropical. Es uno de los motores de la deforestación en la zona, junto con la extracción de leñas y carbón. Aunque la tasa de deforestación en la cuenca del Congo es del 0,23 % anual, casi la mitad de la tasa que se da en el Amazonas (0,4 % anual).

El corazón tropical de la sabana se seca

Aunque existe cierto nivel de deforestación, el principal problema de la cuenca del Congo es la sequía. Los datos de satélite han detectado disminuciones en la cobertura arbórea en las últimas décadas. Esta tendencia se debe a aumentos en la sequía en la zona. A día de hoy, se considera que la principal amenaza para el bosque tropical de la cuenca del Congo no son los incendios ni la deforestación, sino el cambio climático.

La cuenca del Congo representa un santuario para la biodiversidad a la par que un imprescindible regulador del clima. A los bosques tropicales se les suele llamar los pulmones del planeta. La metáfora no deriva de su capacidad para oxigenar la atmósfera (que es limitada), sino de su capacidad para eliminar grandes cantidades de CO₂ del aire. Esto es, los bosques tropicales son un sistema natural de aire acondicionado planetario: sin ellos, el calentamiento global se intensificará. En el caso africano, el bosque tropical sirve para absorber y contrarrestar las ingentes emisiones de los incendios.

Cómo contrarrestar la sequía

En lo que respecta a las vidas de los agricultores de África central, los aumentos en la sequía y población pueden poner en jaque el sistema tradicional de agricultura, basado en la roza y quema. Ahora bien, estos sistemas admiten cambios productivos que intensifiquen la productividad de forma sostenible. La seguridad alimentaria en la zona no está amenazada si se adecua el sistema de producción.

Otro asunto es salvar el bosque congoleño de una sequía en aumento. Gestionar bosques tropicales maduros, de forma que se mantengan sus propiedades esenciales, es un reto para la ciencia forestal actual. Es posible que se produzca de forma natural una sustitución de especies, de manera que las especies perennes sean reemplazadas por especies caducifolias, más resistentes a la sequía. Esta sustitución de especies repercutiría sobre la biodiversidad y capacidad de asimilar carbono de estos ecosistemas.

No quiero terminar este artículo sin mencionar que, aunque los incendios no representan una gran amenaza para la selva congoleña, tampoco son del todo inocuos. El humo que se desprende durante la quema afecta negativamente a la lluvia. Por eso, los incendios contribuyen, aunque de forma indirecta, a la sequía del África tropical.

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