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El origen de la palabra ‘flamenco’ y sus múltiples significados

Si decimos que gran cantidad de flamencos viajarán a Andalucía a lo largo de los próximos meses, la mayoría de nosotros entenderemos que nos referimos a las aves y no a los muchos belgas que acudirán previsiblemente como turistas. Sin embargo, según el diccionario de la Real Academia Española, flamenco es una palabra polisémica: es decir, “ser natural de Flandes” y “ser un ave de pico, cuello y patas muy largos (…) y rojo intenso (…)” son significados derivados de la misma palabra.

También se conoce como flamenco a “una manifestación cultural o intérprete del carácter popular andaluz”, otra acepción que el diccionario de la RAE vincula a la misma palabra. Así, la más internacional de nuestras cantantes, Rosalía, es también “flamenca”, aunque no de Flandes, pese a que el disco que la catapultó al éxito mundial, El mal querer, está inspirado en Flamenca, una novela del siglo XIII sobre una dama que sí lo era.

Se trata de una polisemia polémica. ¿Cómo es posible que todos estos significados puedan estar relacionados con una misma palabra? ¿Qué circunstancias históricas han hecho posible que “lo flamenco” aluda a realidades tan distintas?

En las siguientes líneas, trazaremos brevemente la historia del descubrimiento y datación de estos significados, envuelta en más incertidumbres que certezas.

Flamencos que viven entre pantanos (personas y aves)

En el CORDE, el Corpus Diacrónico del Español, la primera atestiguación de flamenco la encontramos en La conquista de Ultramar, una crónica anónima datada en 1293. En ella se alude a “un cauallero flamenco que pariente del emperador baldouin”, es decir, claramente, a un habitante de Flandes y no a un pájaro.

El uso de la forma flamenco en referencia al ave que conocemos como tal no lo localizamos hasta 1526, en el Sumario de la natural y general historia de las Indias, donde se describen los flamencos americanos, más flamantes, al parecer, que los castizos (“lo colorado de los pechos es más bivo y de más lindo plumaje”).

En los 250 años que separan la primera referencia y esta se habían visto flamencos: incluso se había escrito sobre ellos, como hace el famoso Don Juan Manuel en su Libro del caballero e del escudero (1326-1327), que enumera, entre las aves “que pueden ser cazadas y no cazan”, a los flamenques, forma utilizada para referirse exclusivamente al animal hasta finales del siglo XV.

Lo cierto es que resulta inusual que el diccionario de la RAE acepte que el flamenco de Flandes y flamenco ave compartan etimología, ya que se documentan originariamente con formas distintas. La polisemia de flamenco se habría producido no en nuestra lengua, sino en provenzal, otro romance vecino, de acuerdo con los etimólogos más prestigiosos del siglo XX, Joan Corominas y José Pascual. En su conocido Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, se discute con cierto detalle esta confluencia (tomo CE-F, pp. 906-907).

Flamencos en la Laguna de Gallocanta (Berrueco, España). Carmina Franco.

¿Polisemia u homonimia?

Sin embargo, intuitivamente, la relación entre ambos flamencos es poco plausible, lo que haría que flamenco no fuera un caso de polisemia (significados derivados desde una misma palabra), sino de homonimia, por la que palabras distintas confluyen azarosamente en la misma forma.

La dificultad de encontrar una etimología para el flamenco ave lleva a los lexicógrafos a esmerar su imaginación en la búsqueda de una posible conexión semántica entre los habitantes de Flandes y las aves. Esta la localizan en el común color rojizo de las aves y la tez sonrosada de los de Flandes. Recientemente, sin embargo, existen argumentos sólidos a favor de su tratamiento como palabras homónimas.

Sin origen latino

¿Podría venir el flamenco ave del latín? Nos habla de ellos Plinio el Viejo (siglo I) en su Historia Natural (X, 133), y los denomina phoenicopterus (la lengua de flamenco era considerada un manjar en Roma). Es un préstamo del griego phoinikópteros, que significa “de alas (-ptero-) rojas (phoínix)”.

La palabra phoínix se relaciona, evidentemente, con el ave fénix, de ese mismo color, e incluso con los fenicios, pueblo de comerciantes que se enriquecieron con la venta del tinte púrpura.

Sorprendentemente, aunque no haya relación etimológica, sí existe un fuerte paralelismo semántico entre la palabra flamenco y su término culto, fenicóptero, “de alas rojas”. A partir del sustantivo catalán o provenzal flama “llama” combinado con el sufijo –enc (el mismo que –enco en azulenco, aunque el sufijo catalán es más productivo en la formación de derivados de color, como avellanenc y grisenc), surge flamenco, “el llameante”. La etimología es verosímil, pues es frecuente que los pájaros reciban el nombre por su color (petirrojo, pardillo, pato colorado, etcétera).

Flamencos de Flandes, un origen distinto

Una historia bien distinta nos cuenta la etimología de flamenco para referirnos a los habitantes de Flandes. Esta palabra deriva de las lenguas habladas históricamente en Flandes, con formas como la medieval vlaminc y la antigua flāmink, “natural de Flandes”, que a su vez procede del dialecto frisón antiguo *flāming.

Se relaciona etimológicamente con un protogérmanico *flaumaz (es decir, una forma reconstruida de en torno al siglo I. a. e. c., no documentada), que significaría “agua corriente”. Ser de Flandes o flamenco, por tanto, hace referencia a habitar en los pantanos de agua salada que hay en sus costas.

El término se remonta a la raíz verbal indoeuropea *pleu “nadar, flotar”, documentada en muchas lenguas: significan “navegar” el griego πλέω, el sánscrito plávati y el ruso plyt’; a la misma familia pertenecen las palabra inglesa float o la latina pluit “llover”. Con todas ellas emparentan palabras castellanas como pluvial o flotar.

En resumen, si históricamente el ave hubiera compartido familia con los habitantes de Flandes, probablemente nos referiríamos a los flamencos como “flotantes” y no como “flamantes”. El flamingo que se usa en inglés o alemán para referirse a las aves es un préstamo castellano o portugués.

De los flamencos del norte a los del sur

Hay bastante acuerdo entre especialistas en que el uso de flamenco para referirse a lo gitano o andaluz sí tiene una conexión semántica con los habitantes de Flandes, salvo para los que sostienen una etimología algo imaginativa que deriva el flamenco andaluz del árabe fellah mencu(s), “campesino desterrado”.

Sin embargo, el cómo se produce la conexión entre lo flamenco de Flandes y lo andaluz dista mucho de estar claro. Hay varias hipótesis al respecto, ninguna de ellas concluyente.

La causa mayor de la dificultad está en que las documentaciones del uso de flamenco para referirse a lo popular y andaluz son bastante tardías (siglo XIX), siglos después de la notoria presencia de comerciantes y cortesanos flamencos en tierras andaluzas (siglo XVI) y de andaluces y gitanos enrolados en los Tercios de Flandes (siglo XVII), que pueden documentarse históricamente. Una vez que la nueva acepción de flamenco aparece, sin embargo, será omnipresente en los corpus.

Bailes a la flamenca

Una de las conexiones que explica cómo puede haberse producido el “salto” semántico de la palabra, que se considera poco probable, se ha establecido entre los bailes y costumbres de los cortesanos flamencos y los de los gitanos en Andalucía.

Así, en CORDE, encontramos en 1614 una Relación de cosas sucedidas en la corte de España que hace constar que los reyes bailaron à la flamenca; en 1600, en el Inventario de bienes de Felipe II, se mencionan dos sobrepellices flamencas donadas a Jacques, cantor flamenco (de la escuela musical de Flandes, no del flamenco actual).

Flamencos de Flandes y gitanos

Otro origen del cambio que se ha propuesto se basa en el uso de flamenco-a como adjetivo con connotaciones negativas, por la mala opinión que suscitaban, por lo general, los habitantes de Flandes en España, que se tenían por aprovechados o borrachos.

Este uso se habría extendido al pueblo gitano andaluz (en el siglo XVIII se estableció en algunas partes de Andalucía inmigración flamenca pobre que se mezcló con la población gitana). Posteriormente, flamenco perderá las connotaciones negativas (no así la palabra gitano). Flamenco-a es un adjetivo que hoy solo preserva connotaciones positivas, y si no, que se lo pregunten a los pamplonicas.

Jota ‘No te vayas de Navarra’. YouTube423 KB (download)

¿Y si todo viniera de un cuchillo?

Una de las hipótesis más favorecidas vincula el uso del cuchillo flamenco (fabricado en Flandes, bastante barato) con las clases populares andaluzas, que pasarían a denominarse flamencos, metonímicamente, por causa del cuchillo.

Como sabemos, el Romanticismo trae consigo un aprecio de lo popular y lo marginal, que acabará conduciendo, incluso, a la asociación estereotipada entre lo andaluz y lo español a ojos de los extranjeros. Por esta razón, los ejemplos de flamenco con el sentido actual afloran en los textos del siglo XIX.

Ya nos cuenta Leopoldo Alas Clarín en La Regenta (1884-85) que “empezaba entonces el llamado género flamenco a ser de buen tono en ciertos barrios del arte y en algunas sociedades”. Desde este uso se deriva el sustantivo flamenco en referencia a un género musical y todas las manifestaciones culturales que lo acompañan (baile flamenco, tablao flamenco, traje flamenco).

La “flamencomanía” llega a la lengua

La gran presencia internacional del flamenco es visible en los millones de visitantes que acuden a España atraídos por esta manifestación artística. La lengua se ha hecho eco, a partir del siglo XX, de la flamencomanía imperante. Hemos creado nombres para denominar a los estilos musicales híbridos, como flamenco-pop, flamenco-rock o flamenco-fusión; para distinguir entre el flamenco tradicional y el neoflamenco; el flamenco español o hispanoflamenco, del exportado; nos curamos a base de flamencoterapia, pero también podemos enfermar de flamenco, y, entonces, estamos flamencólicos. No puede dejar de probar la gastronomía local, que aparte del jamón de Jabugo y el aceite de oliva, incluye el flamenquín.

En cambio, debe saber el lector que no hemos podido averiguar cómo se llama la disciplina ornitológica que se especializa en flamencos, pues hemos descubierto que la flamencología solo se encarga de la música.

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